¿Ese objetivo era una trampa? Depende de los enfoques. Los ingleses, los derrotados, siempre dirán que sí. Pero en esa Mano de Dios estaba Fiorito, estaba el potrero. Y eso no es ni más ni menos que fútbol. Diego Armando Maradona, criado en el barro, alumno y maestro de la travesura, lo hizo y se quedó para siempre. Nadie lo olvida. Ni aquí ni allá ni en Malvinas ni en Bangladesh (la principal afición argentina en el mundo).
La primera parte había terminado sin goles. Pero Ten ya era una amenaza para las expectativas inglesas. Estaban apenas a seis minutos del complemento. En ese momento nació quizás el gol más polémico de la historia del Mundial. Maradona, como siempre, regateó a casi todos. Le dio un pase propio a Jorge Valdano, que intentó un muro. Pero entonces apareció Steve Hodge. Trató de rechazar la pelota. En ese instante, que duró un suspiro y duró una eternidad, apareció Diego. Era 22 centímetros más bajo que el portero inglés Peter Shilton. Pero ahí, bajo el cielo del Azteca, de su Ciudad de México, puso la mano más famosa de la historia: el zurdo inmortal. 1-0 para Argentina en ese encuentro que perdura en la memoria del mundo.
Cinco minutos después, todos sabemos lo que sucedió: el objetivo de todos los tiempos. Pero esa es otra historia, también sin olvidar. Eduardo Sacheri diría «me tendrán que perdonar», pero ese gol -para muchos- fue mejor que el mejor. Pongámoslo en contexto: sucedió cuatro años después de la absurda Guerra de las Malvinas. Un rato antes de ese grito que tanto le duele a Inglaterra, El Diego -capitán de 25 años- le dijo a sus tropas frente a los rivales: «Miren, esto es para los chavales, eh». Tata Brown, que también habita la Selección de los que ya no están, una vez lo contó: «Te sentías como si vinieras a jugar el juego de tu vida».
Luego, con los tiempos, hubo muchas resignificaciones. Los rivales de ese Maradona intentaron oponerse a esa polémica maravilla. Desde el diario The Sun hasta Terry Butcher, víctima del gol que vendría justo después, lo interrogaban todo el tiempo. Ocurrió cuando ya era entrenador de la Selección. Argentina se enfrentó a Escocia justo antes del Mundial de Sudáfrica 2010, y al azar o no, Butcher era asistente en el cuerpo técnico de ese equipo. En la rueda de prensa previa al partido, le preguntaron a Diego.
-Butcher dijo que no lo iba a saludar porque nunca se había disculpado por esa mano.
Diego puso una cara que hizo reír al público. Y agregó una frase que también se guardó en la historia: «No olvidemos que el balón en la final contra Alemania, en el 66, no entró».
Maradona, siempre mago y siempre pendencieroEn esa ocasión dio vida a su gol, a su mano, a su venganza a su manera.
Fuente: Clarin.com