La historia de Julieta Bonanno: de la tranquilidad a la condena
«Estoy tranquila porque soy inocente. Estoy muy segura de cómo actué. Esto en el juicio oral se cae, no tengo la menor duda», le dijo Julieta Bonanno (36) a Clarín en un reportaje realizado en junio de 2019 en el Complejo Penitenciario N° 4 de Ezeiza. Ya llevaba un año detenida como principal sospechosa de un doble crimen narco ocurrido en pleno barrio de Belgrano. Fue su única entrevista.
Hoy Bonanno sigue allí –en el pabellón 29 del Modulo Residencial II– pero no le queda mucha tranquilidad. Su sentencia a prisión perpetua, que ella nunca pensó que le impondrían y se concretó en 2022, acaba de ser confirmada por la Sala I de la Cámara de Casación Penal en un falló de casi 200 fojas.
Los jueces Carlos Mahiques, Angela Ledesma y Walter Magnone rechazaron los planteos de nulidad de la defensa que ahora solo podrá intentar recurrir a la Corte Suprema de Justicia. En cuanto a Bonanno, aun no se sabe cuándo podría salir en libertad ya que el tribunal que la condenó (al no estar el fallo completamente firme) no hizo el cómputo.
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Pero ese tiempo se mide en décadas.
Tras las rejas, la abogada tiene una conducta ejemplar 10, lo que quiere decir que no provoca desórdenes ni peleas. Pero su concepto es 5, lo que indica que no responde bien a los tratamientos penitenciarios. Va a sesiones de terapia pero no es considerada (intramuros) peligrosa para sí o para terceros.
En 2025 Bonanno se anotó en dos carreras. Realizó y aprobó un primer cuatrimestre de auxiliar en recursos humanos y amagó con seguir también la carrera de auxiliar en marketing. Tres veces por semana trabaja en el lavadero del penal.
En mayo de 2022 la Justicia Federal cerró una etapa importante del caso: el Tribunal Oral Federal N° 8 de Capital condenó a prisión perpetua a Bonanno, acusada de contratar al sicario que, la tardecita del 4 de junio de 2018, entró al departamento «D» del 10° piso de avenida Cabildo 2659, en Belgrano. Allí mató a balazos al narcotraficante mexicano Alexander Naged Ramírez (59) y a su hijo, el colombiano John Naged (30).
Bonanno -que estaba en el lugar y «sobrevivió» al ataque- era la abogada defensora de Naged Ramírez en la causa «Bobinas Blancas» (el intento de contrabando de casi dos toneladas de cocaína a Canadá y Europa). Chats rescatados de su celular revelaron que, antes de lograr eliminar a sus clientes en junio, lo había intentado al menos dos veces, en el mes de mayo. Incluso intentó coordinar el doble crimen por teléfono, mientras vacacionaba en Punta Cana.
El misterio detrás del doble crimen
Se supone que las mismas personas que le giraron desde México unos 250.000 dólares durante el trámite de «Bobinas Blancas» fueron las que decidieron callar a tiros a Naged Ramírez. El crimen habría sido ordenado por una mujer mexicana apodada «La Tía» con la que Bonanno, además, tenía un vínculo de charlas telefónicas hot.
¿Quién fue el sicario? ¿Por qué, aunque quedó filmado por las cámaras de seguridad del edificio de las víctimas, no se lo pudo identificar? ¿Quién ordenó el doble crimen, instrumentado a través de Julieta Bonanno?
Todo esto no se hizo y por eso los fiscales de juicio Marcelo Colombo y Miguel Yivoff -que lograron la sentencia contra Bonanno- enviaron un punteo con cuestiones al juez González Charvay y al fiscal de Campana Sebastián Bringas. Como la causa había llegado a veredicto en la Justicia Federal de Capital González Charvay se declaró incompetente y luego de algunas idas y venidas quedó radicada en el Juzgado Federal 2 de Sebastián Ramos, que la delegó en fiscalía.
La Tía y el sicario
Aunque un primer asesino a sueldo (el que falló en mayo) fue identificado como «NN José», nunca se le pudo poner nombre y apellido. Por los chats se cree que vino de México y se alojó en un hotel del centro porteño, pero poco más se averiguó. La idea era que este hombre matara a los Naged cuando Bonanno estuviera en República Dominicana de vacaciones, en mayo de 2018. Incluso se le llegó a entregar una moto para «el trabajo», pero algo salió mal y no se pudo concretar.
En cuanto al hombre que cometió los crímenes, se sospecha que es otro, que no es «NN José», sino que es argentino. Pero, en realidad, no se sabe nada de nada de él. En algún momento se pensó que podría tratarse de algún cliente de Bonanno.
A esta incógnita se suma también la identidad de la persona que pagó por los homicidios. Todavía falta investigar mucho. Bonanno fue condenada como «coautora», lo que quiere decir que participó más gente.
Del contacto en México sólo se cuenta con el apodo de una mujer a la que tanto las víctimas como la abogada llamaban «La Tía» y de un número de teléfono (agendado por Bonanno). Se sabe que es mexicana, que le daba órdenes a Bonanno, que le pagaba con giros enviados desde una financiera y que también tenía con ella una relación personal e íntima.
Alexander Naged Ramírez le temía. «La Tía» era alguien a quien no se debía hacer enojar.
Aquí algunos diálogos rescatados del iPhone de la abogada que pesaron en su contra.
El plan de matar a Naged e incluso a otro detenido en «Bobinas Blancas» (Max Rodríguez Córdova) queda claro más de una vez en los chats entre Bonanno y «La Tía», dos personajes que, más allá de lo laboral, terminaron teniendo una relación «sexoafectiva», según describieron los fiscales. El eufemismo para hablar del crimen es la palabra «cena».
Para enero de 2018, el principal tema entre ambas mujeres era armar un plan para concretar «la cena» y sacar del medio a Naged Ramírez, que estaba internado. Incluso hablan de hacer un 2×1.
Otro ejemplo de un chat, del 29 de enero de 2018:
– Bonanno: Lástima que no me deja hacer lo que yo quiero y que no siguió mi consejo cuando fui para allá. (N. de R.: Bonanno estuvo en México del 21 de agosto al 2 de septiembre de 2017).
– La Tía: Kitele la manguerita ya sabe a kien y un problema menos jajajjaja.
La historia de Julieta Bonanno es un caso intrigante que involucra crimen, narcotráfico y relaciones peligrosas.






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