Ahora, uno de los últimos capítulos de la saga está relacionado con las restricciones a la exportación que varios países han impuesto a alimentos esenciales como cereales, aceites o legumbres. Un dato: en las últimas seis semanas y, según el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI), 20 gobiernos ya han aplicado algún tipo de medida proteccionista al comercio de alimentos. No es menos: la mayoría de estos países son importantes productores y exportadores de alimentos a escala mundial. Es una profecía autocumplida. Incluso podrían incluirse Moscú y Kiev: juntos representan una cuarta parte de las exportaciones mundiales de trigo y dos tercios del comercio internacional de aceite de girasol. Indonesia, el mayor exportador mundial de aceite vegetal, ha impuesto algún tipo de restricción. India prohibió la exportación de trigo. Hay otro dato adicional: según el IFPRI, medido en calorías, el 16,9% del comercio mundial de alimentos se está viendo afectado por estas limitaciones a la exportación.
Hay quienes señalan que el presidente argentino entiende, diagnostica, comunica, incluso se puede pensar que dialoga, sobre estos temas: problemas con la inflación, con los precios, con las condiciones materiales para la reproducción de la vida. Que el presidente considere en voz alta, declaraciones que dibujen un escenario perentorio, una especie de construcción en el aire, alertando, alertando, buscando interlocutores, un rumbo para protegerse.
Pero hay otros que sostienen que queda por ver si estos mensajes pueden desbloquear la cooperación de quienes son críticos en este momento. Si hay una respuesta de esas piensa Fernández. Hay quienes se preguntan si parte de esta ecuación no está directamente relacionada con las condiciones que existen con el FMI. Es probable. La pregunta es: ¿Quién más que el propio Alberto Fernández podría, en estas circunstancias, promover con verdadera profundidad el debate sobre aquellas medidas que son, a sus ojos, indispensables? ¿Quién más podría agarrar ese guante más que él mismo?
Volver al foco. Hace unos días, el presidente viajó a Europa acompañado de dos o tres ideas importantes: que la invasión de Rusia a Ucrania disparó los precios de los alimentos y la energía; que existe el riesgo de una emergencia alimentaria, pero también de una ola de inestabilidad social y política ligada a la falta de alimentos en los países que más sufren. Que subir los tipos de interés para luchar contra la inflación podría hundir al mundo en una recesión global, que las sanciones contra Rusia profundizan el problema, y que las fórmulas para desacoplar los precios, aquí y en todo el mundo, no están funcionando. Tiene más. Pero sirva como ejemplo.
En opinión de algunos analistas, todo esto es una brillante visión del evento. Incorpora la periferia (la CEPAL cuestiona a líderes europeos), el sur, los golpes provocados por la crisis mundial, situaciones de injusticia social. Pero también plantea preguntas que necesitan ser respondidas. La novedad es que estas preguntas sirven, más que nunca, para definir el rumbo de la Argentina. Y que, a nivel interno, sectores del oficialismo (la oposición ejecuta, de vez en cuando, su extraña agenda política) quieren fundamentar el debate, repensar las medidas que habrá que adoptar.
En medio de un contexto en el que el propio presidente ha señalado que quiere cumplir con el FMI, es decir, mantener bajo control el déficit, la emisión y acumulación de dólares en reservas… ¿Es esto compatible con el escenario diagnosticado por el propio presidente? ¿Cuáles son las medidas que permitirían gestionar el equilibrio entre todas estas variables? ¿Qué piensa Georgieva sobre aumentar las retenciones de granos y semillas oleaginosas o crear un comité de crisis alimentaria para monitorear los costos de producción? ¿Qué tan inflacionarios son los términos del acuerdo con el FMI? ¿Qué tan ajustada será la economía vinculada al dólar a pesar del superávit? ¿Hasta dónde puede llegar la tasa de interés? ¿Piensa el presidente que estos temas ya han encontrado una solución satisfactoria con las medidas adoptadas?
La iniciativa interpeladora parece haber vuelto a la Casa Rosada. Ahora, habrá que evaluar si, como imaginó Borges en sus relatos, el presidente Alberto Fernández puede escuchar el diagnóstico que dibuja el otro, Alberto Fernández, impecable en el tiempo y el espacio.
Palabras clave de esta nota:
#Alberto #Fernández #Borges #emergencia #alimentaria #mundial #avecina
Fuente: ambito.com