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Ana María Picchio y Julieta Ortega, una relación a prueba de todo

De una familia de artistas, Julieta Ortega no definió su vocación por herencia sino por admiración hacia una actriz, Ana María Picchio. Décadas más tarde, el trabajo las vuelve a unir en Mente perdida, obra de Mariela Asensio y José María Muscari, donde comparten reparto con Leonor Benedetto, Karina K y Patricia Sosa, dirigida por Muscari.

La comedia, que se estrena este 22 de septiembre en el Comafi Multiteatro, reúne una familia de cinco mujeres en la que nunca cesan las emociones y los recuerdos. Julieta cede la palabra a su madrina, con una mirada llena de ternura. Cada mínimo gesto entre ellas, como ajustarse un pliegue de la ropa o hablar en voz baja para coincidir en una sonrisa a la cámara, denota complicidad y cariño.

Proyecto conjunto

-¿Cómo estuvo de acuerdo con este proyecto?

Picchio: En el primer año de la pandemia, lo pasé muy bien. Leyendo, comiendo, limpiando mi casa, hasta que me pasó algo feo: una sensación de, Si no salgo de aquí, ya no salgo. Y tuve la urgencia de insertarme. Pero tenía miedo porque estaba pensando, ¿y si no me acuerdo? Porque actuar es una especie de milagro, hay tantas cosas en juego que si no aparecen, listo. Y ahí es donde José me llamó.

– Otro milagro, querías que te llamaran y te llamaron.

Picchio: Sí, pero quería elegir mi personaje. Leí la obra y la que más me gustó fue Shirley, la criada. Pensé en lo lindo que es mostrarle a la gente lo que pasa en una casa desde ese punto de vista. Ya que me gustan mucho las historias familiares, porque todavía no he entendido mi propia historia. Siempre que surge esa posibilidad, me apunto porque tengo algo que aprender.

Julieta Ortega y Ana Maria Picchio., Listos para la «Mente perdida», en el Multiteatro Comafi. Foto: Juano Tesone

Relaciones familiares

-La gran pregunta de cómo funcionan estos enlaces.

Picchio: Cosas que pasan a plena vista y con las que nadie quiere hacer nada. Muy típico, como ocurre también en esta historia, de déjalo ir, finge que no pasa nada con algo obvio. Me gustó por eso, por el elenco y porque Julieta está ahí. Le estaba diciendo que tal vez este sea el último trabajo que haremos juntos. Es bueno ver cómo se arma una obra de teatro con cosas de antes.

-¿Qué cosas, por ejemplo?

Picchio: No se que son los nuevos pero nosotros, los viejos, trabajamos con muchos miedos. Para mí, el escenario es algo serio. Siempre espero que tal vez me echen. Me quedo sin fines de semana libres, siempre discuto con los directores. Pero bueno, no sé, nunca me echan. El escenario no es nada fácil pero luego te dicen: Si eso no te cuesta nada.

-Pero para que se vea así, es porque hay mucho trabajo detrás, ¿no?

Picchio: Rompo el que te dije con cada personaje, pero creo que lo que notas es una naturalidad que no es para nada taquito. En este elenco todos nos queremos y esperamos que a todos nos vaya bien, para que podamos contagiarnos.

Ortega: Conocí el trabajo de Ana María y cuando Muscari me llamó, entendí de inmediato que era para este trabajo. Quería que le respondiera ese mismo día, me llamó también el productor Carlos Rottemberg. Y dije que sí. Pero enseguida me pasó lo que dice Ana María, sobre ese miedo, con la diferencia de que yo trabajé mucho menos que ella. Llevo trabajando más de veinte años, pero hice más cine y televisión.

Ana María Picchio y Julieta Ortega no dudaron en volver a trabajar juntas.  Foto Juano Tesone

Ana María Picchio y Julieta Ortega no dudaron en volver a trabajar juntas. Foto: Juano Tesone

Más televisión y cine que teatro

-¿Qué te pasó con el teatro?

Ortega: Me ofrecieron muchas veces, pero casi siempre dije que no porque me entró el pánico. Eso no quiere decir que suba al escenario con miedo, pero con especial respeto. En la tele, no muevo un pelo, tampoco en el cine. Yo sé hacerlo, hay un cuidado que en el teatro, en cambio, es un salto al vacío. Como subir a un avión, no puedes despegar, tienes que esperar a que aterrice.

-¿A ti también te aparecen esos pensamientos que te faltan los fines de semana?

Ortega: Totalmente, no más asados ​​los domingos, si un día me duele la barriga, tengo que subir al escenario y hacer el show de todos modos. Todo eso lo solucionas tú, pero por eso siempre encontré razones para no hacer teatro. Pero aquí, más allá de la obra, me gustó el grupo de actrices. Y si ellos, a quienes siempre he admirado, dijeron que sí, quien soy yo para decir que no.

-¿Dejaste tu zona de confort?

Ortega: Sí. Me sentía cómoda en mi casa, en pijama y vendiendo mis pijamas de marca. Tuve que pagar las facturas. Y salí de ahí para hacer el más arriesgado de todos por mí. Y ahora me pasa como con el amor. Cuando estoy soltera y me preguntan si quiero enamorarme, les digo «no estoy loca», pero luego me parece lo mejor de la vida. Y ahora digo, ¿cómo pude pasar tanto tiempo sin subir al escenario?

-Encontraste otros medios de vida, además de actuar, y pudiste combinarlos.

Ortega: Sí, fue a propósito, porque con una profesión que tiene tanta incertidumbre, no estaba tranquila. No sé si podré vivir toda mi vida como actriz, porque, de hecho, hubo largos períodos en los que no pude. Y por eso creé mi marca hace seis años.

Julieta Ortega y Ana Maria Picchio. Una relación familiar y laboral de por vida. Foto: Juano Tesone.

Algo maternal

-¿Cómo se sienten juntas cuando están en el escenario?

Ortega: Me siento acompañada por Anita, porque cuando subo al escenario, ella es la única que está y es la primera persona a la que miro a los ojos. En el trabajo, hay algo maternal en el lazo entre los personajes. Interpreto a Isabella, la hija del personaje de Leonor y seguramente, Shirley, trabajando en esa casa, la vio crecer. Cómo me vio crecer Anita.

Picchio: Yo, al principio, estaba muy pendiente de Julieta, como si la cuidara. Y le contaba todo lo que me parecía, en cuanto a la voz, la velocidad, las técnicas. Y ahora lo has incorporado todo. Ya estoy tranquila, pero la busco como personaje. El otro día, en una escena difícil, José me dijo: acércate pero no la toques tanto. Nuestro enlace salió más allá de los personajes..

La razón por la que es actriz

Este vínculo entre los dos tiene una historia muy peculiar, casi como una novela. «Anita es la razón por la que soy actriz» dice Julieta. Para contarlo hay que remontarse a la amistad entre Picchio y Evangelina Salazar, la madre de Julieta, antes de que ella naciera.

Ortega: Ana María es mi madrina bautismal, entonces ella estaba ahí cuando yo nací, pero luego, por una razón que ninguno de los dos recuerda, ella y mi madre se separaron por unos años. Y recuerdo que tendría 7 años y vi Andrea Celeste todas las noches y la madre ciega del personaje, mi heroína, era Ana María.

-¿Sabías que era tu madrina?

Ortega: No sabía nada. Y un día, mi madre pasa por detrás, mientras yo miraba la novela y como quien no quiere la cosa, dice: ‘Ella es tu madrina‘. ‘¿Pero cómo? ¡Esa es la heroína! ‘, Dije. Y La hice llamarla porque quería conocerla.

Picchio: Me encontré con una reunión con tu papá (Palito Ortega) y me dijo: ‘Anita, por favor, ve a ver a tu ahijada, porque está llorando todo el día, te ve en la novela y quiere conocerte ‘. Y dije, bueno, voy allí.

Ortega: No, Ana María, no fue así. Mi papá no me llevó a los sets de filmación, pero esta vez sí me llevaron a un rodaje al aire libre donde estabas filmando en un convento. Y recuerdo verte a través de una ventana, en una escena de la novela que vi. Y me miraste y tus ojos se llenaron de lágrimas. Y luego fui contigo varias veces al Canal 7 donde grabaron.

Picchio: Cierto. Lo que recuerdo después es en tu casa, una tarde que estaba viendo la tele contigo y pasaba Evangelina y me miraba mal e hizo un gesto de ‘entonces hablemos‘.

Ortega: Pero, ¿recuerdas por qué habían peleado?

Picchio: Sé por qué y es una tontería, pero no lo voy a decir. Ella tenía razón. Nunca hablamos de eso y al final se diluyó.

A prueba de todo

-La relación entre ustedes fue más fuerte que la pelea anterior.

Ortega: Pasó aquí, más allá de ser madrina, fue un modelo de mujer para mí. Una presencia fundamental en mi vida y en la vida de todos mis hermanos. Ella fue la persona que nos llevó al cine y al teatro.

Sin saber que era su madrina, Julieta Ortega vio a Ana María Picchio en la televisión y la admiró. Foto: Juano Tesone

Picchio: La llevé a ver grabaciones de programas como Compromiso y a otros, donde estaban Miguel Angel Solá, Ricardo Darín, Gerardo Romano, Susú Pecoraro, y todos adoraban a Julieta. Miraba todo con mucho amor. Luego, con Evangelina, fuimos a ver a Julieta, en Los Ángeles, porque allí estudiaba teatro, cuando hizo un examen. Fue muy emocionante.

Ortega: Cuando nací, mi madre, que era una gran actriz, ya no trabajaba. Entonces mis referentes fueron Ana María y ese grupo de actores y actrices. La descubrí primero como actriz.

Picchio: Me gusta mucho el estilo de Julieta como actriz. Y tengo la suerte de tenerla a ella y a mi hija Delfina, en este momento, para aprender de ellas también en otros temas de actualidad relacionados con el feminismo. Tengo esa exigencia, como Evangelina, de aprender de estas chicas. Tengo la mirada de ellos permanentemente, copio todo para estar a la par.

Ortega: Tenía y tiene un espíritu muy joven y siempre es convocada por jóvenes. Por otro lado, las personas más grandes me convocan porque siempre he estado vinculada a personas geniales. Es lindo compartir ahora un trabajo como este que no es solo para mujeres. Pero por suerte, hay más obras protagonizadas por mujeres, de todas las edades. No es casualidad y es genial que suceda.

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Fuente: Clarin.com

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