“No. No acepto eso. Olvídalo”, respondió Alberto Fernández desde la quinta de Olivos. Eran alrededor de las cuatro de la mañana (hoy), y Martín Guzmán estaba en su oficina en la Secretaría de Economía revelando al Presidente la última demanda política del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La diferencia política, hasta ahora indisoluble, está ligada a la redacción final que tendría el Acuerdo de Personal sobre los desembolsos que hará el FMI para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri en 2018.
Hasta ese momento avanzaba la negociación entre Guzmán y el personal del Fondo, quienes también estaban despiertos en Washington. Vilma Ibarra se quedó sola en la Casa Rosada para ajustar los detalles técnico-legales, y Gabriela Cerruti prepara su rueda de prensa para anunciar -de una vez por todas- que ya se cerró el acuerdo sobre las tarifas.
A pesar de la invasión de Rusia a Ucrania, Jake Sullivan -asesor de Seguridad Nacional de EE.UU.- facilitó la negociación de Argentina, y Kristalina Georgieva se mostró flexible a las propuestas que llegaban desde el Palacio del Tesoro. Una vez más, Sullivan había cumplido su promesa a Jorge Arguello -embajador en DC-, y el director gerente estaba cumpliendo las instrucciones que le llegaban desde el ala oeste de la Casa Blanca.
Pero todo quedó en suspenso cuando una demanda del plantel -fuera del guión oficial- apareció en las negociaciones que se dieron de madrugada en Buenos Aires y Washington. Alberto Fernández rechazó la demanda, Guzmán aceptó la instrucción presidencial y las negociaciones se suspendieron hasta el mediodía (10 AM en DC).
La discrepancia política es profunda y obstaculizó la firma del Acuerdo de Personal y su posterior presentación a la Cámara de Diputados.
* Para www.infobae.com
Fuente: diariocordoba.com.ar