Uno de los precursores del pan dulce en el país le dio su apellido al producto y logró imponer su marca en el mercado argentino.
Mucho de Tradiciones y costumbres argentinas Se los debemos a los diferentes grupos migratorios que llegaron al país desde mediados del siglo XIX. Palabras, expresiones, música, vestidos, fiestas: mucho se ha construido entre criollos e inmigrantes.
La alimentación fue un área en la que las comunidades tuvieron gran influencia.
Este es el caso de Pan dulceUna tradición italiana que llegó a las mesas argentinas a finales del siglo XIX y que aún hoy, más de cien años después, seguimos disfrutando. Uno de los precursores de esta costumbre dio su apellido al producto y logró imponer su marca en el mercado argentino.
Leone Antonio Marcolla nació en abril de 1881 en una localidad austriaca llamada Vigo di Ton, que luego pertenecería a la provincia italiana de Trento.
Llegó a Argentina con sus padres Gregorio Marcolla y Dominga Paris, además de algunos de sus siete hermanos. Luego regresaron a Europa, pero en 1895 se instalaron nuevamente en Buenos Aires, más precisamente en Ensenada, en la jurisdicción de La Plata.
En Buenos Aires, Leone acudió a su primo José Bettin, un pastelero refinado, dueño de una confitería de Cuyo en el centro de la ciudad. Estaba ubicado en el corte de las Artes (hoy Pasaje Carabelas).
La imagen del lugar impresionó a León: una habitación espaciosa con estantes de madera pulida, exhibidores de vidrio, frascos de vidrio. El intenso aroma de la pastelería le enamoró. Leone le dijo a su primo que quería quedarse allí. Betín lo dejó trabajar y vivir en la trastienda, donde dormía el joven Marcolla entre sacos y sacos de harina.
En 1905, Bettin enviudó y a mediados de 1907 decidió regresar a Italia. Dejó la repostería en manos de Leone dándole el fondo comercial de su empresa. La responsabilidad era capital, pero Marcolla la entendió como un desafío. Sintió la necesidad de devolver la confianza que su primo había depositado en él y se ocupó del negocio como si fuera suyo.
los confitería se mudó a unas cuadras de distancia. El nuevo local sirvió en Libertad y Corrientes. Ha llegado el momento de establecer un punto de apoyo en la vida personal. El 12 de noviembre de 1910, Leone Marcolla (29 años) viajó a Morón para casarse con Teresa Farinati (22).
Leone se quedó a cargo de la repostería de su prima, lo que le supuso un desafío
El panettone, puerta a puerta
Entonces llegó el cambio. Cuando se acercaba la temporada navideña, Leone pensó que el Pan dulce que hicieron, copiando una antigua tradición iniciada en Milán, podrían llegar a un público más amplio si, en lugar de esperar a los clientes, salieran a venderlo. Para ello reunió a un pequeño grupo de vendedores con cestas de mimbre que llevaban el Panettone puerta a puerta. El resultado fue mayor de lo esperado: venta ambulante Hizo una suma prolífica que el aprendiz de pastelero se quedó para darle a su primo cuando regresara.
Cuando Bettin regresó, Marcolla estaba dispuesta a devolverle el negocio con las ventajas comerciales de su gestión. Sin embargo, su primo consideró justo que León se quedara con el dinero obtenido de esas ventas. El joven Marcolla aceptó y decidió invertir su capital en el negocio, para incorporarse como socio en la panadería.
Con esta nueva responsabilidad y, gracias a la experiencia que había acumulado, decidió mudarse a Ensenada y abrir tu propia panadería. En la zona de La Plata, el apellido Marcolla empezó a ser sinónimo de pan dulce.
En 1915, año de nacimiento de Mariano Marcolla, cuarto hijo de la familia, Bettin y Leone compraron el primer horno importante para hacer pan navideño. Cabe señalar que hasta ese momento el pan dulce no era un producto de masas, sino de lujo, y se vendía en casas exclusivas. También ese año nació Mariano, el único de los cuatro hijos que en el futuro estaría involucrado en el emprendimiento del padre.
La producción de panetones creció y estableció a Marcolla como un referente de este producto navideño en el mercado.
Leone pensó que el pan dulce que hacían podría llegar a un público más amplio si salían a venderlo.
Consolidación en el mercado
Hacia 1946 se incorpora a la empresa Mariano, que había estudiado Bellas Artes. Estuvo casado con Vicenta Laparra, quien lo acompañó en las tareas administrativas. Por lo tanto, aunque la empresa había crecido, todavía era familiar, ya que todos trabajan allí.
Unos se ocuparon de la materia prima, otros con las esencias, otros con el empaque. Todos contribuyeron con su trabajo. Para entonces, el crecimiento obligó a Marcolla a diversificar el producto y comenzó a producir tres cualidades del pan dulce: Extra, Especial y Común.
Cuando llegó el momento inevitable del traspaso generacional y Mariano se hizo cargo de la firma, decidió hacer dos cosas que su padre nunca había querido. Primero, registró la marca. En segundo lugar, invirtió en publicidad. Cuentan sus allegados que León Marcolla se mostró tan reacio a publicitar su producto que, cuando sonó la tanda de anuncios en las radios, tuvieron que apagarlo para evitar que «Nono León» comenzara a quejarse.
La marca terminó de consolidarse entre 1947 y 1948 cuando, tanto gremiales como de obra social, incorporaron el panettone a su caja navideña. La Fundación Eva Perón los contrató como proveedores del pan dulce que se entregaba en las cajas regalo de fin de año. Esta Fundación vino a comprarles 280.000 kilos. Además, Marcolla se había convertido en el producto estrella de la tienda Harrod’s.
Aunque Mariano siguió dirigiendo la empresa con disciplina empresarial, su pasión por el arte no se perdió. En 1979, Marcolla asumió la responsabilidad como patrocinador de la obra de Marta Minujín Obelisco de Pan Dulce, para lo cual la empresa aportó el pan dulce que posteriormente fue donado.
Marcolla tuvo un crecimiento incesante a lo largo de su historia. Una empresa con más de cien años, cuya orígenes artesanales fueron superados con esfuerzo, innovación y creatividad, hasta lograr el liderazgo en el mercado. Sigue vigente el lema de la firma que Don León hizo nacer de la nada. Hoy, Marcolla, sigue siendo «el apellido del pan dulce».
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Fuente: iprofesional.com