Parte de la historia de Tucumán y del NOA abarcó diversas culturas y períodos agroalfareros desde el precerámico temprano-medio hasta el tardío (6.000 aC a 1.480). A mediados y finales de esta última etapa aparece la fase Inca. Comenzó en 1480 y duró hasta la llegada de los españoles. La conquista del NOA por los Incas tuvo un fin económico: la explotación de metales preciosos. Su influencia se dejó sentir en valles y quebradas. La costumbre inca de subyugar pueblos enteros trasladándose de un lugar a otro hizo que elementos culturales, antiguos y nuevos, se extendieran por toda la zona. Utilizaron, por ejemplo, los centros habitacionales introduciendo la construcción de viviendas en piedra en torno a un espacio abierto, influyeron en la cerámica con formas y motivos; y la metalurgia del bronce, oro y plata (hachas, boleadoras, rompecabezas, etc). A lo largo de sus extensos caminos se encontraron piedras estrella, aríbalos y aribaloides, utilizadas para el transporte y conservación de agua y semillas; tinajas con asa de oreja, etc. Lo que es concreto es que la influencia del imperio Inca (reino de Túpac Yupanqui) sobre los diaguitas tomó la forma de una verdadera conquista. No se puede asegurar si fue el resultado de una guerra en la que fueron derrotados o de un vasallaje voluntario en forma de protectorado. Los invasores construyeron el camino llamado del Inca, que entraba por la quebrada de Humahuaca y continuaba por los valles de Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. En ciertos lugares se acentuaba más la presencia del Cuzco. Construyeron fortalezas o pukarás, cuyo fin era vigilar a los diaguitas y detener a los lules. Habrían organizado su dominación en forma de provincias o curacazgos. Los diaguitas conservaron su lengua y su organización política. Duró poco tiempo. No tuvo tiempo de producirse la revolución urbana, etapa cultural que habían alcanzado los quechuas en el Perú. Luego llegaron los españoles.
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