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Cartas de lectores: Sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas

Este 24 de enero se cumplen 58 años de la muerte de Winston Leonard Spencer Churchill, considerado una de las figuras más importantes del siglo XX: un líder victorioso en tiempos de guerra, que jugó un papel fundamental en la defensa de la libertad, la democracia y Occidente. en contra de la expansión del nazi-fascismo. Cuando Winston era primer ministro británico, pronunció su primer discurso en la Cámara de los Comunes el 13 de mayo de 1940 y pronunció estas palabras que pasaron a la historia universal por su fuerza y ​​elocuencia: «Solo tengo para ofrecerte: sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas”, advirtiendo así sobre las tormentas negras que la Segunda Guerra Mundial tenía preparadas para sus compatriotas. Churchill habló a su pueblo sin demagogia: con la verdad, sin disfrazar la crisis, sin ocultarla, ni atemperarla, pues nada que dar ni ofrecer, ya los 65 años afrontó con valentía y franqueza la lucha contra Hitler, salvó a Gran Bretaña de los nazis y ayudó a liberar Europa.Un hombre notable, de gran empuje y personalidad, franqueza y una constitución aparentemente inagotable: ¡qué haría falta alguien como él en estos tiempos!, porque, extrapolando, diremos que actualmente Argentina vive una situación de pobreza que ha crecido de manera alarmante, fábricas que han cerrado, un alto desempleo tasa de crecimiento, una crisis económica, una inflación desmedida y un éxodo de miles de jóvenes que, salvo que no salimos de una conflagración armada, son indicadores y hechos que suelen darse en la posguerra. Uno se pregunta: ¿Hay algún líder o político en nuestro país que hable con la dureza y honestidad con la que lo hizo Churchill? Ya que las circunstancias lo exigen hoy y se acabó la improvisación, el engaño y la demagogia. Parece que nadie quiere acometer las reformas estructurales imprescindibles. Por supuesto, no es fácil ser austero ante una sociedad como la nuestra, naturalizada y acostumbrada a mentirse a sí misma con una abundancia que no es tal y que la propia inflación genera y logra. Por supuesto que creo que la Argentina está lejos de sufrir la crisis que tuvo que comandar Churchill en esos días, pero seguramente vivimos en un país víctima de la negligencia de un liderazgo con años de falsas promesas, cortoplacismo y corrupción bajo la protección del Estado (hoy gigantesco), tal que nos llevó a esta situación actual de crisis en esta tierra bendita que es nuestro país. Este hombre polifacético, que fue Winston Churchill: notable estadista, soldado, periodista, orador, historiador y prolífico escritor, fue incluso galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1953. En 1955, rechazó el título de nobleza de duque, ya que quería morir un fiel servidor de la Cámara de los Comunes. Finalmente, ojalá algún día podamos decir como él, en agosto de 1940, la gran frase: «Nunca tantos debieron tanto a tan pocos», y en ello seguramente irá nuestro profundo agradecimiento al enorme esfuerzo de los a toda la sociedad argentina, pero en especial a la del sector privado que, con heroísmo y capacidad de sacrificio y productividad, sacará adelante al país enmarcado en los sabios postulados de nuestra Constitución Nacional de 1953.

Este 24 de enero se cumplen 58 años de la muerte de Winston Leonard Spencer Churchill, considerado una de las figuras más importantes del siglo XX: un líder victorioso en tiempos de guerra, que jugó un papel fundamental en la defensa de la libertad, la democracia y Occidente. en contra de la expansión del nazi-fascismo. Cuando Winston era primer ministro británico, pronunció su primer discurso en la Cámara de los Comunes el 13 de mayo de 1940 y pronunció estas palabras que pasaron a la historia universal por su fuerza y ​​elocuencia: «Solo tengo para ofrecerte: sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas”, advirtiendo así sobre las tormentas negras que la Segunda Guerra Mundial tenía preparadas para sus compatriotas. Churchill habló a su pueblo sin demagogia: con la verdad, sin disfrazar la crisis, sin ocultarla, ni atemperarla, pues nada que dar ni ofrecer, ya los 65 años afrontó con valentía y franqueza la lucha contra Hitler, salvó a Gran Bretaña de los nazis y ayudó a liberar Europa.Un hombre notable, de gran empuje y personalidad, franqueza y una constitución aparentemente inagotable: ¡qué haría falta alguien como él en estos tiempos!, porque, extrapolando, diremos que actualmente Argentina vive una situación de pobreza que ha crecido de manera alarmante, fábricas que han cerrado, un alto desempleo tasa de crecimiento, una crisis económica, una inflación desmedida y un éxodo de miles de jóvenes que, salvo que no salimos de una conflagración armada, son indicadores y hechos que suelen darse en la posguerra. Uno se pregunta: ¿Hay algún líder o político en nuestro país que hable con la dureza y honestidad con la que lo hizo Churchill? Ya que las circunstancias lo exigen hoy y se acabó la improvisación, el engaño y la demagogia. Parece que nadie quiere acometer las reformas estructurales imprescindibles. Por supuesto, no es fácil ser austero ante una sociedad como la nuestra, naturalizada y acostumbrada a mentirse a sí misma con una abundancia que no es tal y que la propia inflación genera y logra. Por supuesto que creo que la Argentina está lejos de sufrir la crisis que tuvo que comandar Churchill en esos días, pero seguramente vivimos en un país víctima de la negligencia de un liderazgo con años de falsas promesas, cortoplacismo y corrupción bajo la protección del Estado (hoy gigantesco), tal que nos llevó a esta situación actual de crisis en esta tierra bendita que es nuestro país. Este hombre polifacético, que fue Winston Churchill: notable estadista, soldado, periodista, orador, historiador y prolífico escritor, fue incluso galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1953. En 1955, rechazó el título de nobleza de duque, ya que quería morir un fiel servidor de la Cámara de los Comunes. Finalmente, ojalá algún día podamos decir como él, en agosto de 1940, la gran frase: «Nunca tantos debieron tanto a tan pocos», y en ello seguramente irá nuestro profundo agradecimiento al enorme esfuerzo de los a toda la sociedad argentina, pero en especial a la del sector privado que, con heroísmo y capacidad de sacrificio y productividad, sacará adelante al país enmarcado en los sabios postulados de nuestra Constitución Nacional de 1953.

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