Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!
Un día, hace algunos años, vino a mi consultorio un paciente para una evaluación prequirúrgica en el preludio de la cirugía de vesícula biliar. Cuando le pregunté si estaba muy sintomático, él, señalándome el centro del pecho con la mano llena, me dijo que efectivamente era un dolor opresivo fuerte que aparecía con el esfuerzo y se calmaba con el reposo. Para mi sorpresa y sin referirme a la zona hepatovesicular (debajo de las costillas derechas) procedí a realizarme un electrocardiograma, no sin tener cierta premonición en mi mente. Mostraba signos innegables de «preinfarto» o isquemia miocárdica, por lo que inmediatamente ingresé al paciente en una unidad coronaria. Pospuse su cirugía y al día siguiente lo cateterizaron y le implantaron tres stents en sus arterias coronarias, que eran las responsables de sus síntomas con claras obstrucciones al paso de la sangre. Pasó el tiempo y el paciente con buena evolución fue intervenido quirúrgicamente de la vesícula biliar y actualmente se encuentra trabajando muy bien y gozando de buena salud y lo que es más importante, le salvó la vida. Considero que la anécdota mencionada es algo que sucede en la “trinchera” médica y esto es un ejemplo. Por desconocimiento, o simplemente por mecanismos de negación, el individuo en ocasiones no prioriza síntomas como ardor, molestias precordiales o puntadas en el tórax y que pueden ser la expresión atípica de la enfermedad coronaria obstructiva. Por lo tanto, si se presenta alguno de ellos, la persona debe acudir al cardiólogo quien, con exámenes clínicos y complementarios, determinará si sus arterias coronarias son las responsables de esta expresión sintomática. Mi paciente tuvo mucha suerte y Dios aparte ya que lo que sintió fue: típica angina de pecho. Porque son múltiples las ocasiones en las que el organismo no avisa y se prevé la muerte súbita a consecuencia de un infarto agudo de miocardio mayor. Un médico inglés, William Heberden, describió por primera vez en 1768 lo que él llamaría angina de pecho. Un hombre que dedicó su vida a lo que le apasionaba, que hasta en forma literaria relató magníficamente los síntomas de esta enfermedad: la enfermedad de las arterias coronarias. Hoy encuentra en dos argentinos a los máximos exponentes de su tratamiento: el Dr. René Favaloro con su Bypass y el Dr. Julio Palmaz con Stents expandibles. Dos luchadores y genios que deberíamos valorar más ya que hicieron posible salvar miles de vidas con sus aportaciones. Desde hace tiempo se implementan Unidades de Dolor Torácico de interés sanitario en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Estos centros de urgencias médicas son de gran utilidad para el ingreso de pacientes con síntomas torácicos y sospecha de origen coronario. Se les realizan electrocardiogramas seriados, marcadores biológicos como enzimas y pruebas de troponina, y al final un estudio funcional (ergometría) ya que si son evidencia de enfermedad cardiovascular, el paciente será sometido a un cateterismo. La medicina siempre está en constante avance y revisión de temas que se analizan dinámicamente y este es uno de ellos. Debemos valorar mucho la tecnología aplicada a la medicina, pero si con una buena anamnesis (entiéndase esto como un cuestionamiento médico), nos lleva a identificar una angina de pecho o “angor pectoris”, seguiremos pensando como antes, que la “ la clínica sigue siendo la soberana». Porque con ella siempre daremos un paso firme y seguramente también con ella contribuiremos a salvar más vidas humanas. Angina de pecho: ¡Me salvó la vida porque me dio tiempo para consultar!