Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.
Es evidente que el Ministro de la Producción no toma en cuenta que la vinaza contamina el suelo, el agua y el aire. Tenemos pestilencia y mal olor por la contaminación del aire, que tiene su origen en la práctica de regar los cañaverales con vinaza. Esta práctica, denominada fertirriego, fue establecida negligentemente por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (SEMA), a través de las Resoluciones 40 (22/02/11) y 47 (28/02/11). Nunca dio participación, ni consultó a especialistas en ciencias ambientales. Los trabajos científicos publicados coinciden en que tanto la fertirrigación como la disposición final de las vinazas en terrenos improductivos es aceptable y tolerable a corto plazo y que mal aplicada y sin controles eficientes, no solo contamina el suelo, sino también el aire, el agua (superficial/subterránea) y favorece la presencia de vectores peligrosos para la salud humana (roedores/insectos/alimañas). La Defensoría del Pueblo, el 06/08/12, a través de la Acción 4530, sostuvo que estas acciones contienen riesgos ambientales que no fueron tomados en cuenta ni evaluados por quienes ordenaron y autorizaron esta metodología. El trabajo de investigación realizado por el fallecido Ing. M. Morandini tenía el propósito de verificar si el riego con vinaza dañaba el suelo y el cañaveral. Nunca investigó ni midió la contaminación del aire por: malos olores, metano, dióxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, etc. provenientes de la descomposición de la vinaza. Tampoco tuvo en cuenta la afectación a las personas que viven o transitan por la zona de influencia. Se estima que en Tucumán se generan alrededor de 3 millones de m3 de vinaza al año y como la dosis máxima de aplicación en riego es de 150 m3/ha/año, se puede demostrar aritméticamente que sobra vinaza. Lo grave es que no sabemos dónde está, quién lo controla y cómo, y qué se hace con él. Es hora de que la SEMA revise las resoluciones antes mencionadas y lo haga con la participación de la comunidad y especialistas independientes, no comprometidos ni favorecidos por la industria sucroalcoholera. Debe hacerlo, por el bien de todos. Es indignante que ante estos hechos el Poder Judicial de Tucumán se quede sordo, ciego y mudo.