Las “mil tonalidades de verde”, como dice el poema de Polo Giménez transformado en zamba, son solo parte de la propuesta veraniega de Catamarca, que además ofrece al turista una diversidad de paisajes con mucho más colores, combinada con su riqueza cultural histórica. .
Estos atractivos se encuentran en todos los rincones de la provincia, divididos en regiones turísticas como la Puna, el oeste, la capital (San Fernando del Valle) y el este, según su Ministerio de Cultura y Turismo.
la puna
En la Puna, muy al norte, es Antofagasta de la Sierra, con sus paisajes desérticos y rústicos que cobijan volcanes, marismas blancas y profundas, campos de lava negra y uno de los atractivos más llamativos de la provincia: el Campo de Piedra Pómez.
Es una superficie amplia que se asemeja a un mar de roca blanca con crestas rosadas, esculpidas por los vientos andinos, que crean pasillos o avenidas y todo tipo de esculturas naturales.
En esta región también existe el Volcán Galán, un fenómeno geológico, con uno de los cráteres más grandes del mundo, donde se puede observar el laguna de diamantes, en cuyas aguas transparentes conviven parinas y flamencos.
Los operadores lo describen como un espectáculo surrealista, en el que se pueden realizar de forma gratuita actividades como avistamiento de aves, fauna y flora, safaris fotográficos y trekking.
El oeste
La región occidental, considerada «la joya turística» de la provincia, combina en sus paisajes el ocre del adobe y las dunas, el verde de los Valles Calchaquíes, el rosa de la rodocrosita y los cerros más altos de América, con glaciares, lagos y calor. muelles.
En esta zona es el Ruta Nacional 60, que en sus 55 kilómetros entre Tinogasta y Fiambalá alberga la Ruta del Adobe, con antiguas edificaciones construidas con la antigua técnica diaguita a base de tierra, agua y estiércol, en ocasiones con estructura de caña.
En el camino se pueden observar las casas nuevas construidas con este material y también algunas iglesias de adobe con más de 300 años de historia, que son las más antiguas de la provincia, y se conservan gracias al clima seco que guarda los materiales.
La ruta 60 llega a la frontera internacional con Chile, en el Paso de San Francisco, donde los visitantes encuentran el famoso Ruta de los sismiles, por ser la zona de los picos más altos de los Andes, con unos 20 picos que superan los 6.000 metros sobre el nivel del mar (msnm), entre los que se encuentran los volcanes Pissis y Ojos del Salado.
En esta región, uno de los recorridos imperdibles es el Dunas de Taton, vecina a la aldea del mismo nombre, donde se ubica la duna más alta del mundo, con 1.230 metros de altura, denominada «Federico Kirbus» en honor a su descubridor, asentada a 1.615 metros sobre el nivel del mar.
En esta área, los visitantes también pueden relajarse en las aguas del resort. Spa Fiambalá, que se elevan a 1.750 metros sobre el nivel del mar en un cañón al pie de la cordillera y se distribuyen en 14 pozas de roca, con temperaturas que oscilan entre los 28 y 51 grados.
La misma región es atravesada por el Ruta Nacional 40, que lleva al visitante a atractivos como el sitio arqueológico Shincal de Quimivil, declarado Monumento Histórico Nacional, donde solía funcionar el centro administrativo más importante del Sur del Imperio Inca.
El sitio arqueológico, recientemente restaurado y reabierto, cuenta con caseta de recepción de visitantes, centro de interpretación y servicio de guía permanente.
A unos 15 kilómetros al norte, por la misma mítica carretera 40, se encuentra la ciudad de Belém, conocida como la «Cuna de Poncho», que ofrece innumerables atractivos, entre los que destaca La Ruta del Telar, donde artesanos de talla mundial muestran cómo los ponchos y mantas están hechos de vicuña u otros animales.
En Belém, los turistas pueden encontrar comida, bebidas y mermeladas típicas de la región, incluido el plato más característico del lugar, el gigote, además de vinos regionales y postres típicos, como nueces confitadas y cayote.
Más al norte, el 40 llega a la capital del Valles Calchaquíes, Santa María del Yokavil, una ciudad de alturas, con paisajes y cerros coloridos, y un importante reservorio de sitios arqueológicos de las antiguas ciudades de Diaguita y Calchaquí.
Otra visita obligada en la región es la ciudad de Andalgalá, llamada «la perla de occidente», donde abunda la piedra nacional, que es la rodocrosita o rosa inca.
San Fernando del Valle
En la zona de la Capital, se encuentra la ruta histórica y religiosa desde la Virgen del Valle, con la Gruta de la Virgen, donde se encontró su imagen, hasta la Basílica Catedral de Nuestra Señora del Valle, en la explanada de la plaza central de la provincia.
Allí, cada 8 de diciembre, cientos de miles de fieles de todo el país se reúnen para rendir homenaje y salir en procesión con la imagen de la Virgen por las calles de San Fernando del Valle.
En un radio de 60 kilómetros de la capital provincial, existen varias pueblos turísticos como El Rodeo, Las Juntas, La Puerta y Los Ángeles, todos con ríos de aguas tranquilas y claras, donde los turistas pueden refugiarse del agobiante calor del verano.
Senderismo, cabalgatas, mountain bike y safaris fotográficos con avistamientos de fauna y flora son actividades habituales en la región.
Los rangos de precios para el alojamiento en la provincia son variados, con promedios en base doble que van de los 2.000 a los 7.000 pesos, en establecimientos de 2, 3 o 4 estrellas, informaron a Télam las autoridades de turismo de la provincia.
Para la temporada de verano se aconseja a los visitantes llevar bloqueador solar, cortavientos, gorra e hidratarse, para poder disfrutar de las variadas posibilidades turísticas de Catamarca sin ningún inconveniente.
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Fuente: telam.com.ar