¿Cómo proteger el cerebro de la tecnología? – 02/10/2022 – Ronaldo Lemos / Brasil

Hay un nuevo campo de batalla para el avance de la tecnología. Este es el cerebro humano. Desde 2010 ha habido un cambio neuronal en la forma en que se desarrollan las aplicaciones tecnológicas. La atención se ha convertido en un recurso precioso y escaso. Si lo dedicas a una cosa, dejas de dedicarlo a otra. Por eso la competencia por la atención hoy en día es brutal. Películas, TV, transmisión, videos cortos, redes sociales, juegos y aplicaciones compiten por nuestra atención. Para ganarlo, se hace necesario profundizar en las preferencias cerebrales más profundas, incluidas las inconscientes.

Es en este contexto que surge el debate mundial sobre los neuroderechos. Como su nombre lo indica, es un esfuerzo por establecer límites sobre hasta qué punto la tecnología puede penetrar en el cerebro humano para extraer datos y preferencias, o incluso para influir y modular el funcionamiento neuronal. El origen de los neuroderechos es la constatación de que las neurotecnologías se están aplicando aquí y ahora, ya no son solo ciencia ficción.

Por ejemplo, en 2014, el profesor de la Universidad de Berkeley, Jack Gallant, logró con su equipo crear algoritmos que decodifican en tiempo real lo que ve el cerebro humano. Su equipo mostró videos a personas dentro de una máquina de resonancia magnética. Con los datos capturados, pudo reconstruir con sorprendente éxito las imágenes en movimiento que se estaban viendo.

El punto es entender los límites de las neurotecnologías. En el caso de Gallant, el equipo utilizado es caro y engorroso (resonancia). Sin embargo, hoy todos llevamos en el bolsillo un dispositivo tecnológico íntimo, con el que convivimos todo el tiempo: nuestros teléfonos celulares. ¿Hasta qué punto el uso de algoritmos e inteligencia artificial es capaz de modelar nuestras reacciones cerebrales más profundas, incluso inconscientes? Ya sea por desplazamiento de los ojos, deslizamiento del dedo por la pantalla, movimiento de la pupila, expresiones faciales, minirreacciones físicas, entonaciones de voz, reflejos involuntarios, etc. Para cada una de estas áreas existen amplios estudios de comportamiento, cada vez más incorporados a las tecnologías que llegan por celular.

El pionero en proteger los neuroderechos fue Chile. Incluso hizo una reforma constitucional en 2021 que determina que “el desarrollo tecnológico debe estar al servicio de las personas, respetando la integridad psíquica. La ley debe proteger la actividad cerebral y la información que de ella emana”.

Hoy en día existen cinco pilares aceptados para las neuroleyes. El derecho a la privacidad mental, la protección de la identidad y la conciencia, el libre albedrío, el acceso igualitario al beneficio mental y el derecho a la protección contra la discriminación por algoritmos. Como puedes ver, la preocupación es que el avance de las tecnologías en el cerebro podría incluso afectar la forma en que construimos nuestra identidad, nuestra percepción del mundo y nuestra capacidad para tomar decisiones con libertad.

¿Serían suficientes estos 5 pilares? ¿Están las neuroleyes demasiado centradas en las nuevas tecnologías, como las interfaces cerebro-máquina? ¿Y olvidar que las tecnologías actuales también pueden ser invasivas en términos de integridad cerebral?

Vale la pena decirlo claramente: lo que está motivando la carrera tecnológica por la colonización profunda del cerebro no es en gran medida comprender o mejorar la condición humana, sino vender anuncios cada vez más irresistibles.

Ya era — no preocuparse por la protección de datos o la privacidad

Ya es — leyes generales de protección de datos que se están adoptando a nivel mundial

Ya viene — neuroderechos


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Noticia de Brasil
Fuente: uol.com.br