La eterna «restricción externa», es decir, la falta de dólares para financiar el crecimiento productivo– está teniendo su enésima edición, pero esta vez con la paradoja de que la entrada de dólares por exportaciones agrícolas nunca ha sido tan fuerte.
como se estima Frédéric Sturzeneggerexpresidente del Banco Central durante la administración macrista, si le sumamos la mejora en los precios de exportación de los productos argentinos, el aporte de capital de los Fondo Monetario Internacional y el beneficio de la inflación internacional, Argentina recibió un «regalo» equivalente al 6% del PIB.
Sin embargo, la «oferta distributiva» de los dólares está al rojo vivo. A las múltiples denuncias empresariales por las dificultades para acceder a las divisas que permiten importar insumos, se sumó la de la asociación pymes industriales argentinas, quien acaba de emitir una declaración dramática.
“Está en juego la profundización o el estancamiento del modelo industrial”, fue la expresiva frase de daniel rosato, presidente del gremio, quien cuestionó la continuidad de la inversión y la creación de nuevos puestos de trabajo si se agudiza la falta de insumos y materias primas.
Su pretensión específica es el establecimiento de una cuota de importacióna través de un criterio productivo, en el que “se debe privilegiar las fábricas sobre el resto de las actividades”. El mensaje es claro: que si no alcanza para todos y alguien debe quedarse sin dólares, que sea otro sector y no la industria, al que el Gobierno le ponga la ficha para solucionar las tensiones sociales.
En otras palabras, afirman Alberto Fernández para mantenerse fiel a su definición de septiembre de 2020. «Se necesitan dólares para producir, no para ahorrar», había dicho el Presidente en esa ocasión, como una forma de justificar un polémico cierre de la venta de dólares para ahorristas, tras una crisis que estaba haciendo que el Banco Central perdiera unos US$1.000 millones mensuales.
La industria pyme lanzó una dura advertencia sobre una posible paralización por falta de divisas. Lo mismo había ocurrido la semana pasada en el sector de la automoción.
Esa queja se está convirtiendo en un grito. A pocos días del reclamo de las pymes industriales, todos la industria automotriz -autopartes, terminales y el propio gremio- habían advertido sobre el riesgo que corre la actividad -que crece a un ritmo del 17%- paralizada por falta de divisas para importar insumos con los que fabricar autopartes.
En otros tiempos, el «relato» oficial hubiera dicho que estos problemas son un síntoma positivo, los «dolores de crecimiento» de un país que recupera a toda velocidad sus niveles de actividad. Sin embargo, los problemas detrás de esta escasez de dólares son demasiado obvios para solucionarlos solo con palabras.
El diagnóstico erróneo de Pesce
El error de diagnóstico que se está haciendo evidente es que, este año, las importaciones no implicarían un problema para las reservas del Banco Central, porque romperían la maldición del «tres a uno»esa relación histórica que implica que, por cada dólar que crece el PIB, las importaciones deben crecer tres dólares.
Miguel Pescepresidente del BCRA, había estimado que esta relación no se mantendría este año, dado que en 2021 muchos importadores tenían compras adelantadas para aumentar sus existencias.
Su argumento era que, en un año en el que la economía había crecido un 10%, las importaciones habían saltado un 50%, algo que no estaba justificado por necesidades comerciales o productivas, y que había sido causado por una actitud especulativa. Pero confió en que, este año, este fenómeno se revierta, por lo que el crecimiento de las importaciones será menor.
“Ha habido una estrategia de cobertura que se ha hecho el año pasado con las importaciones y esperamos que no pase en 2022″ -afirmó Pesce en enero en una entrevista en Perfil-. Bajo el mismo concepto, se produjo una reducción de la deuda comercial. Creemos que se recuperará tanto el financiamiento comercial como el de importación”.
E insinuó que este sería un año en el que el cepo se relajaría, en la medida en que el saldo de la balanza comercial oxigenara las cuentas.
Pero los números muestran otra realidad. En el primer trimestre, mientras exportaciones subieron a una tasa del 25,6%la importaciones ellos lo hicieron al 39,5%con lo que la balanza comercial -de US$1.394 millones- implica una caída de 45% respecto al año pasado.
Si, como espera el Gobierno, este año la economía argentina puede crecer al 4,5%, eso implicaría, según el pronóstico de Guzmán, que las importaciones deberían crecer a un ritmo inferior al 13%. Eso es para un tercio desde el que te estás registrando.
Miguel Pesce, titular del BCRA, había pronosticado un menor ritmo de importaciones para este año. Pero las cifras muestran todo lo contrario y desencadenan una puja por las divisas.
Lo que se percibe en el mercado es que, lejos de haber terminado con el fenómeno del “sobreabastecimiento” motivado por la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, se está acentuando.
“Da la sensación de que hay algo raro, cuando se analizan elasticidades históricas entre PIB e importaciones”, advirtió el economista Rodolfo Santangeloquien desliza la sospecha de que se está produciendo una sobrefacturación de importacionestanto en bienes como en servicios.
Y hace un diagnóstico convincente: “Con una brecha tan alta como la que tuvimos en estos años, los incentivos a las conductas ilegales para sacar dólares extra baratos y dejarlos en el exterior son muy altos. Es como decir que parte de los ‘faltan dólares’ tiene que ver con la brecha alta. Y la brecha alta es consecuencia del desorden macroeconómico, ya sea fiscal, monetario, financiero, de deuda o externo”.
Con más dólares, ¿se endurece la bolsa?
La verdad es que el liquidación de «sojadodólares» en el primer trimestre supera los US$ 11.000 millonespero el Central difícilmente puede retener billetes verdes para reforzar sus monedas. Si se considera el primer trimestre del año, cerró con ventas por US$48 millones. En abril, ya en plena captación de divisas, logró comprar US$165 millones, cifra que parece modesta si se compara con los ingresos de US$1.373 millones registrados el año pasado.
Y todo esto, por supuesto, con el agravante de que los precios de este año son más favorables para la Argentina que los del mercado mundial hace un año.
Y lo que queda en evidencia es que todos los planes que había hecho el Gobierno resultaron ser erróneos. Miguel Pesce, que ya está preparado para que le pregunten en cada foro en el que aparece cuándo se flexibilizará el tipo de cambio, suele decir que, para eso, la Argentina debe superar los 90.000 millones de dólares en exportaciones.
Sin embargo, al nivel de ventas que se están registrando, todos los pronósticos -incluidos los del propio Gobierno- apuntan a que se supere ampliamente la marca del año pasado de US$78.000 millones y que se alcancen ventas de US$85.000 millones. Sin embargo, a pesar de estar tan cerca del número mencionado por Pesce, no solo no hay indicios de que se pueda soltar la trampa, sino todo lo contrario. versiones sobre nuevas restricciones.
Él pasear, con el fin de la pandemia, volvió a ser un problema. Hasta 2019 era un rubro que podía ser consumido por el Banco Central una demanda de más de US$7.000 millonesentre compras de boletos aéreos, reservas de hotel y gastos con tarjeta en el extranjero.
Pesce, anticipándose a que el tema volvería a complicarse, a fines del año pasado eliminó la posibilidad de financiamiento con tarjeta de crédito para estos gastos, que debe hacerse con un solo pago. Sin embargo, todo indica que ese freno no será suficiente: Las últimas cifras muestran que, con US$473 millones, el turismo demandó el doble de divisas que en diciembre -cuando entraron en vigor las nuevas restricciones- y más del triple que hace un año.
Si agregas el compras de dolares para atesoramiento, entonces esa demanda minorista llega a $ 537 millones. Un número que tiene altas posibilidades de criar en los próximos meses, dado que marzo fue un mes de pocas compras, dado que el dólar blue “planchado” y la suba de las tasas de interés motivaron a los inversionistas a colocar en plazos fijos para aprovechar la “bicicleta”.
Pero, con un “vuelo minorista” que, de continuar a este ritmo, podría ubicarse en US$ 7.000 millones en el año, el Gobierno siente mayor presión para bloquear esa salida. Por eso, los rumores sobre restricciones adicionales al acceso de turistas al dólar están a la orden del día.
«Viene el invierno»
Por supuesto, el cambio de escenario internacional a raíz de la guerra de Ucrania está cobrando un fuerte protagonismo en esta nueva escasez de divisas. Por ahora, el aumento del costo del flete para traer productos del exterior fue espectacular: US$134,6 por tonelada, implica un 82% más de costo que hace un año.
Pero, sobre todo, el gran villano del drama cambiario argentino es el sector energético. Importaciones para ese artículo crecer a una tasa del 195% en comparación con 2021, y aún no se ha visto lo peor, porque no ha comenzado el invierno, que es cuando se presenta la mayor demanda de gas.
La categoría de combustible ya representa el 12,7% de las importaciones totalesmás del doble de la participación que tenía hace un año.
Las importaciones de gas ya son el 13% del total, y se espera que demanden más divisas cuando comience a sentirse la temperatura invernal.
Para colmo, el sector agropecuario, que es el que está aprovechando las “ganancias inesperadas” con las que se está produciendo el ingreso récord de divisas, también está viendo, en paralelo, cómo crecen sus costos. Por ejemplo, importar glifosato, ampliamente utilizado en el campo argentino, había un aumento del 130% medido en dólares.
En este marco, abundan las proyecciones sobre distorsiones en el aparato productivo por escasez de divisas.
“El gobierno pidió ayuda a los exportadores, y anotaron 8 millones de toneladas de trigo, lo que significa que adelantaron las retenciones que se deben cobrar en 2023 al mes de abril. Están estudiando algo similar con el maíz”, aconseja la consultora. salvador di stefanoquien habla de un anticipo de retenciones para 2023.
También -otro clásico argentino en un momento de cambios relativos de precios- volvió el debate sobre si los precios en dólares son caros o baratos. Sobre este punto, una encuesta de Fundación Mediterránea indica que en el 24,6% de los casos, Argentina es cara.
Como ya se había constatado en años anteriores, aquellos productos que muestran falta de competitividad son, principalmente, textiles, prendas de vestir y calzadoque el estudio califica como «un sector estructuralmente caro para el país, dada la protección que tiene frente al comercio exterior».
Por otro lado, se registra que el mercado argentino continúa siendo barato en comparación internacional para artículos como carne, alquileres, gasolina y transporte público. Eso sí, todo ello considerado al tipo de cambio oficial y, no por casualidad, con un fuerte componente regulatorio.
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Fuente: iprofesional.com