Por Pascual Albanese
Frente a las visiones ideológicas que buscaban ver en el surgimiento del Covid-19 una regresión generalizada de los países a la era de la autarquía y un consecuente retroceso en el proceso de globalización de la economía mundial, los hechos revelan lo contrario. El problema crítico ligado a la fabricación y distribución de vacunas, que en Argentina ha adquirido singular relevancia política, revela que la pandemia no solo no frenó el ritmo de integración de la economía mundial, sino que por el contrario tiende a acelerarlo. Hay más globalización que antes de la pandemia.
De hecho, el estallido de la pandemia fue la expresión completa del avance de la integración planetaria. En unas pocas semanas, un fenómeno que se originó en un mercado de Wuham ha sacudido los cinco continentes. El tema del medio ambiente y el tema de la salud pública pasó a dominar la agenda política mundial. La comprensión de que “el hombre enferma la Tierra, la tierra enferma al hombre” encontró un consenso creciente en la opinión pública. Este consenso requiere respuestas globales. De la mano de la Cuarta Revolución Industrial, impulsada por la explosión de la inteligencia artificial, entramos en la fase de posglobalización, marcada por el nacimiento de una verdadera sociedad mundial, que Perón definió como la era del universalismo.
Este escenario internacional está marcado por la consolidación de una nueva bipolaridad, encarnada por Estados Unidos y China, unidos por una intersección de intereses de dos economías interdependientes y, al mismo tiempo, enfrentados por el liderazgo global en una competencia que tiene un límite insuperable. La catástrofe que le podría pasar a China sería un colapso de la economía estadounidense y, a la inversa, lo peor que le podría pasar a Estados Unidos sería un desastre de la economía china. Encaja aquí …
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Esta nota fué publicada originalmente por Edicion Impresa en www.diarioellibertador.com.ar el día: 2021-04-12 04:29:14