Esta vez fue explícito. Cristina Kirchner y Alberto Fernández dejaron de enviar señales y mensajes encriptadosy dejó en claro, ante una audiencia de 47 millones de argentinos, sus diferencias de opinión sobre cuáles son las prioridades y los límites en este momento en el país.
Cristina, fiel a su personalidad, no pudo contenerse en el marco formal de la celebración por los 100 años de YPF: no solo aprovechó el evento para reivindicar su propio gobierno y dar su visión de la actualidad, sino además sermoneó públicamente al presidente sobre sus errores a la hora de gestionar.
Fue así como ahondó en todos los mensajes que había dejado entrever en sus últimas apariciones públicas -como en su discurso en Chaco, cuando criticó al Gobierno por no cuidar las reservas del Banco Central y dejarlas entrar-. el pago de deudas privadas-.
El principal mensaje del vicepresidente a su presidente fue que no tuviera miedo de provocar enfrentamientos. Poniéndose a sí misma como ejemplo, recordó que hubo un gran rechazo por parte de la opinión pública cuando renacionalizó YPFpero hoy nadie se arrepiente de haber dado ese paso.
Y, por si el mensaje no había sido claro, hizo una comparación histórica con las dificultades que, hace un siglo, tuvo el entonces presidente Hipólito Yrigoyen quien chocó con la oposición del Senado en el debate sobre la petrolera nacional. “¿Y qué hizo Yrigoyen? un decretono se detuvo ante la adversidad”, recordó el vicepresidente.
Su alusión tenía una connotación muy clara con respecto a la corriente debate sobre los impuestos a las exportaciones agrícolas. El Presidente viene dando señales en el sentido de que, en realidad, no tiene una posición ideológica contra las retenciones -algo que sí parecen tener algunos de sus ministros, como Martín Guzmán y Julián Domínguez- pero le falta apoyo en el Congreso para poder impulsarlos.
Cristina Kirchner aludió una vez más a las retenciones y puso a Yrigoyen como ejemplo de presidente que, ante la oposición del Congreso, usó el decreto
El Presidente, que ya ha tenido muchos tropiezos con el campo -desde la frustrada nacionalización de Vicentin hasta la polémica por las cuotas de exportación de carne-, no quiere repetir la experiencia de volverse contra la clase media rural. Después de todo, le ha costado un alto costo político: fue en el campo donde surgieron las primeras «banderas» de protesta en 2020 y luego, en las elecciones legislativas, las provincias agrícolas fueron las que le dieron al oficialismo la peor derrota electoral. .
Por eso, Alberto viene insistiendo en la necesidad de llegar a un acuerdo con la oposición política y con los gremios rurales para tomar medidas que «desvinculen» los precios locales de los internacionales.
Ante esta posición, Cristina ha insinuado -y, ahora, en el acto de YPF, lo ha hecho de manera explícita-, que no debe esperar a contar con ese apoyo sino que se debe incentivar a establecer retenciones por decreto. El argumento kirchnerista es que el Presidente tiene facultades constitucionales para hacerlo y que, además del previsible rechazo de los medios y la oposición, podrá oponer un sólido respaldo a la militancia callejera del peronismo, los sindicatos y el piquetero. organizaciones
Cristina: «Mejor aplicar en Suiza»
Ante un Alberto que, seguramente incómodo pero no sorprendido, fue testigo de cómo su vicio lo sermoneaba y le pedía que «usara la pluma», el público aplaudía con entusiasmo cada recordatorio que hacía Cristina sobre las dificultades que encontró durante su gestión y la decisión con la que los enfrentó.
Como es su estilo, Cristina revivió el «cuento» para darle pinceladas épicas a la nacionalización que, hoy, es cuestionado por el costo financiero para el país y por la caída de la capitalización bursátil que significó para la petrolera nacional.
El vicepresidente recordó que, al tomar la decisión de renacionalizar, los diarios hablaron del inicio de «la fase expropiatoria del kirchnerismo» y cómo asignaban intenciones de querer avanzar contra la propiedad privada.
«Pero no me quejo, son los riesgos que tienes. No importa. Porque los que le negaron el voto a Yrigoyen en el Senado nadie los recuerda hoy», dijo Cristina.
Y en caso de que su paralelo histórico no había sido claro, recordó a Alberto que «las decisiones que siempre responden a los intereses de la gran mayoría encuentran escollos, tropiezos, pero el sentimiento que uno experimenta cuando siente que ha cumplido con su deber es indescriptible». Y, refiriéndose más específicamente a «presiones inflacionarias»Recordó a Alberto que su deber era tomar decisiones que inevitablemente provocarían críticas y confrontaciones, pero que tenía que hacerlo «a favor de la gran mayoría».
Llegó al clímax de su sermón al Presidente cuando le dijo: «Quien quiera gobernar sin tensiones, mejor que se presente a la presidencia de Suiza. Salvo en los cementerios, siempre hay conflicto».
Cristina Kirchner sermoneó al Presidente sobre cómo administrar.
La lupa en la balanza de Techint
En la intervención de Cristina no pudo faltar la mención de uno de sus temas favoritos: el carácter bimonetario de la economía argentina y el desafío de retener divisas para canalizarlas preferencialmente al desarrollo industrial.
Yendo más lejos que en su anterior intervención en Chaco, cuando se había quejado de que, a pesar de las exportaciones récord, el Banco Central no lograba detener la sangría de divisas y que era necesario revisar el rubro de pago de deudas privadasesta vez Cristina fue más explícita sobre lo que hay que hacer.
Habló del poco sentido que tiene el potencial de Vaca Muerta para generar US$33.000 millones en exportaciones si luego esos dolares «no se cuidan» u ocurre «una fiesta de las importaciones». Fue allí donde le pidió a Alberto que tomara medidas para frenar «el deporte nacional de apoderarse de las reservas del Banco Central».
Y pongo un ejemplo con nombre y apellido: se preguntó cómo podría ser que el grupo Techint, que se beneficiará de la suministro de tubos para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner -quien transportará el gas desde Vaca Muerta a los grandes centros urbanos del país- produce la lámina laminada en brasil y no en argentina.
«Chicos, no podemos. sigue dándoles 250 millones de dolares para que ustedes se paguen la producción que hacen en Brasil», dijo entre aplausos del público y malestar de Alberto, quien luego contó que hace unos días se había estado reuniendo con paolo roccael director principal y accionista de Techint, a quien “pidió un aporte”.
Cristina exigió que se restablezca una política que impulsó durante su mandato: la presión del gobierno a los directores de las grandes industrias para obligarlos a canalizar sus inversiones. Recordó cuando el actual gobernador Axel Kicillo tomó asiento en el directorio de Siderar y negoció la reubicación de una inversión y la duplicación de una inversión en hornos siderúrgicos en una planta nacional.
El vicio confirmó que mirar de cerca los balances de las grandes empresas privadas y que, en los casos de grandes ganancias, cree que corresponden gestos de reciprocidad por parte del actor privado. Recordó que la firma Techint había tenido un balance en 2021 que “triplicó al de 2020”.
Paolo Rocca fue criticado por Cristina, quien cuestionó pedir divisas al BCRA para importar chapas para el gasoducto
Alberto: unidad o vuelve Macri
Alberto Fernández era consciente del malestar que generaba el hecho de tener que hablar después de Cristina. No es la primera vez que le pasa eso, claro: todo el ámbito político recuerda el acto del 10 de diciembre, cuando, tras la advertencia del vicepresidente sobre el inminente acuerdo con el FMI, respondió “Tranquila Cristina, no vamos a negociar nada que comprometa el crecimiento de la Argentina”.
Esa experiencia lo preparó para saber que el vicepresidente podía expresar públicamente sus dudas sobre su estilo de gestión, y por eso optó por una curiosa estrategia: utilizó la frase como dice cristina casi en cada párrafo de su discurso.
Fue así, en tin espejo con el discurso del vicio -y casi con el tono de un debate entre candidatos- también hizo una revisión de sus propias dificultades y cómo los había tratado durante su administración.
Era tan coincidió con Cristina en la importancia de que el país tenga un bajo nivel de endeudamientopero lo hizo para justificar el acuerdo con el FMI y no para abogar por una ruptura con la organización.
también recordó Hipólito Yrigoyenpero en lugar de reivindicar su afán de confrontación, dijo que el líder histórico de la UCR había tenido que negociar «con los sectores conservadores que había en ese momento y que siguen existiendo hoy».
Y, sobre todo, dejó un mensaje político entre líneas: que si le va mal en su presidencia, la alternativa no será la de un gobierno progresista, sino la de el regreso del macrismo al poder
Por eso, volvió a pedir que el kirchnerismo abandone su postura crítica y lo apoye. Ya había hablado de este tema en sus últimos actos ante dirigentes gremiales y gobernadores provinciales. Incluso, en los últimos días, como ofrecimiento de buena fe, se refirió a un tema muy querido por los intereses de Cristina, como reforma del poder judicial.
En un tenso acto, el Presidente pidió la unidad del Gobierno como única garantía para evitar el regreso del macrismo al poder
Alberto, contra el macrismo
Alberto señaló que, si bien había un clima de celebración por los 10 años de la renacionalización de YPF, el hecho de estar bajo la órbita estatal no garantizaba nada por sí solo, dado que un gobierno conservador no apreciaría el potencial de la empresa. como herramienta para el desarrollo.
Destacó la caída de la producción y reservas de gas y petróleo durante el sexenio macrista. No pudo evitar cierta contradicción al afirmar que en ese período la empresa había disminuido el nivel de inversión pero había crecido su endeudamiento.
A pesar de la tensión reinante, Alberto se permitió ciertas picardías políticas. Sabiendo que su «racha hippie» irrita a Cristina, le recordó un verso de luis alberto spinettalo que implica todo un mensaje político: «No me digas que todo tiempo pasado es mejor. Mañana es mejor».
En resumen, los dos líderes en conflicto rconfirmaron sus posiciones y sus mensajes. Cristina le exigió decisión de dar un giro radical en su gestión y enfrentar a las empresas y al campo, mientras que Alberto ratificó su estilo y pidió la unidad como única garantía de que Mauricio Macri no vuelvas a ser presidente en 2023.
Como símbolo que expresa a la perfección la relación entre ambos, fue la imagen de cristina dándole la pluma al final del acto, una supuesta broma que provocó la sonrisa irónica del Presidente.
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Fuente: iprofesional.com