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De Luján a San Cayetano: el riesgo de politizar las devociones populares – Titulares

El movimiento obrero y, en general, los sectores populares del país eran y son mayoritariamente cristianos. Sus líderes también. Esto, que puede parecer natural por estos lares, es en cierto modo una rareza puesta en contexto porque En muchos países, las organizaciones sindicales y sociales están dirigidas por referentes de extrema izquierda religiosa.

La Iglesia siempre ha celebrado esta realidad que consideraba una riqueza espiritual y, con aciertos y errores, trató de acompañarla. Consciente de esta situación religiosa, Perón abrazó la Doctrina Social del Catolicismo durante la campaña que lo llevó a la presidencia en 1946. Los sindicatos, que ganaron una gran presencia, asumieron explícitamente su perfil cristiano.

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Un hito en el vínculo entre la clase obrera y la fe católica con la tensión política ocurrió el 7 de noviembre de 1981, cuando la CGT Brasil encabezada por Saúl Ubaldini movilizó a algunos 10.000 personas a la iglesia de San Cayetano desde el barrio bonaerense de Liniers para protestar contra el gobierno bajo el lema «se va a acabar la dictadura militar».

Ubaldini -que llegó a dirigir la CGT unificada y encabezó los 13 paros en el gobierno de Raúl Alfonsín- durante esos años se convirtió en un asistente asiduo al santuario de la patrona del pan y del trabajoen especial cada 7 de agosto, día de su festividad, y mantuvo una aceitada relación con los obispos más cercanos al peronismo.

A lo largo de los años, el surgimiento de líderes sindicales de izquierda no peronista provocó que algunos sindicatos se distanciaran de la Iglesia. La elección de Jorge Bergoglio como Papa revitalizó el vínculo con el mundo laboralpero particularmente con los movimientos sociales surgidos de la crisis de principios de milenio.

El exasesor de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, estuvo este martes en la marcha contra el hambre y la inflación. (Foto; Tennessee)

En medio de la creciente pobreza, Francisco decidió estar cerca de esas organizaciones -aquí y en América Latina- que aglutine a los desempleados o trabajadores informales y apoye la llamada economía popular, es decir, los emprendimientos ante la emergencia hasta la plena incorporación al mercado laboral.

Ante el estímulo del Papa, la Unión de la Economía Popular (UTEP) encabezada por Esteban ¨Gringo” Castro, decidió a partir de 2016 participar en la fiesta patronal del pan y del trabajo, y desde allí marchar por “Tierra, techo y trabajo”, los derechos sociales que reivindica Francisco conocidos como las tres «T».

En esa ocasión, el Corriente Clasista y Combativa(Juan Carlos Alderete), el Movimiento Evita (Emilio Pérsico) y Somos barrios de pie (Daniel Menéndez) creó «Los Cayetanos» un movimiento que a las oraciones al santo ya las reivindicaciones de Francisco sumó sus propias reivindicaciones con mayor tensión política.

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Este año -después de que en 2020 y 2021 las restricciones sanitarias por la pandemia impidieran una multitudinaria celebración de San Cayetano- el Gringo Castro con un grupo de su organización decidió sumar una romería que partió el martes desde la Basílica de Luján y que concluyó este domingo en San Cayetano.

Tras la llegada de los romeros -entre los que se encontraba el exsecretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz- a las inmediaciones del santuario donde recibieron una bendiciónse dirigió hacia la avenida 9 de Julio para participar en una convocatoria de movimientos sociales más cercanos al kirchnerismo.

Y aquí entramos en un aspecto pantanoso porque hay un delgada línea entre la religiosidad de los miembros de los movimientos sociales y la politización de la religión. Es decir, entre algo tan respetable e íntimo como la fe del pueblo y una eventual instrumentación política de las devociones populares.

De Luján a San Cayetano: el riesgo de politizar las devociones populares

Aun aceptando que los asistentes a estas manifestaciones tengan las mejores intenciones religiosas, deberán tener especial cuidado para que no sean desvirtuadas por consignas partidistas y críticas a la oposición. En otras palabras: las demandas legítimas de pan y trabajo no deben conducir a prejuicios políticos.

El Papa suele advertir sobre el riesgo de que los movimientos sociales caigan en una ideologización y contaminen así sus luchas y el desarrollo de la economía popular. Desafortunadamente, no es fácil para estos grupos preservar la pureza política, entendida como la búsqueda del bien común.

Organizaciones como el Movimiento Evita y Somos Barrios de Pie no sólo muestran una inclinación hacia el kirchnerismo, sino también sus jefes principales son funcionarios del gobierno. Mientras que otros grupos como el Polo Obrero son liderados por líderes de partidos de izquierda.

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Si realmente abrazan los postulados del cristianismo y se inspiran en la predicación de Francisco -y no buscan aprovecharse de los religiosos-, los movimientos sociales cercanos a la Iglesia deben, por tanto, evitar algo tan dañino para las religiones como su politización.

Por cierto, se encargarían de Francisco, ya bastante criticado en su país.

Fuente: TN

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