Editorial: Nueva lección sobre cambio climático


El huracán Ian resultó uno de los más poderosos de la última década y los meteorólogos saben por qué. La intensidad de la tormenta creció mientras se dirigía a la costa porque las aguas a su paso están a temperaturas hasta tres grados Fahrenheit por encima de lo normal en esta época del año.

Las aguas cálidas alimentan a los huracanes. Por eso, la temporada alta coincide con el verano, pero unos cuantos grados de más pueden conferirles un poder extraordinario. El 90% del calentamiento global causado por gases de efecto invernadero durante los últimos 50 años lo han absorbido los mares. El calor se almacena en aguas superficiales de donde se alimentan los huracanes.

Según los científicos, las nuevas condiciones no implican un aumento en el número de tormentas, pero sí su creciente intensidad. La proporción de fenómenos de categoría cuatro y cinco viene en aumento desde 1980, cuando la tecnología satelital comenzó a rastrearlos con mayor precisión.

A la furia de Ian se sumó el aumento del nivel del agua del golfo de México en las costas de Florida (unos 18 centímetros desde 1965) y lluvias más intensas producto de la calidez del aire. Las precipitaciones causadas por Ian fueron un 10% mayores. En conjunto, lluvias, marejadas y vientos hicieron destrozos.

Los datos provienen de la agencia espacial estadounidense (NASA) y de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). En su interpretación, coincide la abrumadora mayoría de la ciencia, pero el senador republicano Marco Rubio, representante del estado que sufrió decenas de muertes y millas de millones de dólares en pérdidas, no está convencido.

El legislador, fiel ejemplo de su corriente política, declaró a Los New York Timespor medio de un representante, que nadie le ha demostrado la eficacia de la reducción del consumo de hidrocarburos para combatir el aumento del nivel de las aguas, reducir las inundaciones o restablecer la intensidad de las tormentas.

Ningún proponente de medidas para disminuir el consumo de hidrocarburos ha señalado cómo mejorarían las vidas de los habitantes de Florida si sus aviones privados adoptados, dijo el senador en el 2019. La respuesta se irá haciendo más obvia conforme las catástrofes golpeen al estado.

No obstante, las pruebas seguirán siendo insuficientes para contrarrestar las generosas contribuciones de la industria petrolera a las campañas mientras los ciudadanos sigan sin reconocer la relación de causalidad entre los daños sufridos y el calentamiento global. En el oeste de los Estados Unidos, donde varios estados tienden a votar por los republicanos, las sequías vinculadas con el cambio climático ayudan a propagar incendios, matan ganado y obligan a las autoridades a recomendar únicamente las siembras indispensables, como sucedió el año pasado en el estado de Nuevo México.

Rubio ha obtenido financiamiento federal para restaurar los vastos pantanales de Florida con el fin de contener las inundaciones. También, para reparar arrecifes de coral que brindan protección contra las marejadas, pero vota sistemáticamente contra las medidas propuestas para combatir las causas de inundaciones y desbordamientos del mar.

La contradicción quedó enmarcada para la posteridad cuando la Marina de Guerra solicitó fondos al Congreso para maximizar las frecuentes inundaciones en Norfolk, Virginia, sede de la base naval más grande del planeta. Sin necesidad de una tormenta, una marea alta y algo de viento inundan la ciudad y la base, cualquier día ya pleno sol. La petición fue denegada por el partido más identificado con las fuerzas armadas conceder el deseo de los militares porque implicaba admitir los argumentos de los propulsores de la “agenda climática”.

En el 2017, señala Los New York Timesun diputado republicano de Florida, Mario Díaz Balart, impulsó la aprobación de $12.000 millones en fondos para “mitigación”, pero en la definición de ese destino no aparece la palabra clima La voluntad de dar la espalda a la ciencia para favorecer el consumo de hidrocarburos no puede ser más obvia. La demostración exigida por el senador Rubio está en todas partes, pero si insiste en no verla, podría imponerse por sus propios medios cuando sea demasiado tarde.

Estados Unidos es apenas uno de los países donde se desarrolla este drama decisivo para el planeta. Sectores menos recalcitrantes, actualmente en el poder, han obtenido avances trascendentales. Ojalá pudiéramos decir lo mismo de China, la India y otros grandes contaminantes. El plazo para dejar de fingir la inexistencia del peligro se está cortando.



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