Hace unos días se hizo público el informe Living Planet 2022, realizado por WWF y la Sociedad Zoológica de Londres. Este es el informe más completo sobre el estado de las poblaciones silvestres de vertebrados en todo el mundo. Presenta figuras terroríficas.
En resumen, señala que el futuro depende enteramente de la biodiversidad y la estabilidad climática y que es fundamental, pero sobre todo urgente, comprender las conexiones entre el deterioro de la naturaleza y la cambio climático.
Por otro lado, la ciencia indica que solo quedan 7 años para revertir el aumento de la temperatura del planeta, o ya entraremos en un punto de no retorno, es decir, un camino incierto hacia la extinción misma de la especie.
Mientras tanto, hay C40 (en la ciudad de Buenos Aires, con alcaldes que no escapan a la corrección política), las COP y un centenar de reuniones intergubernamentales e internacionales, en las que se sigue debatiendo qué hacer sin llegar prácticamente nunca a cambios drásticos ni a conclusiones prácticas. La realidad es que es necesario que al final de esta década hayaa más naturaleza que al principio y que se aunen todos los esfuerzos para mantener la temperatura por debajo de 1,5 C. Parece una quimera.
La industria avanza. Hay una falsa conciencia ambiental y discursiva. Las naciones ricas alimentan la perturbación ecológica, pero a expensas de las naciones pobres de las que continúan extrayendo recursos poco a poco. ¿Es realmente posible hacer algo?
Muchas luchas ambientales movilizadas por la necesidad de proteger los espacios naturales o restaurar los ya dañados parecen alejadas de la realidad porque no incluyen a las personas. Ante el surgimiento de la pobreza en países como Argentina, estas luchas son vistas como ridículas por los gobiernos y por un amplio sector de la sociedad.
Pero, solo en 2020, el 98% de los más de 30,7 millones de desplazados de Asia se debieron a aspectos climáticos que impactan en grandes áreas naturales. Son los llamados “refugiados climáticos”, es decir, personas que se ven obligadas a huir debido a cambios extremos en el entorno natural.
Se espera que las migraciones humanas, relacionadas con las consecuencias del cambio climático y la degradación de la naturaleza, alcancen los 1.200 millones de personas para 2050 y ya se ve lo obvio: 2050 no está lejos. La degradación ambiental ya está socavando el bienestar de 3.200 millones de personas, casi el 40% de la humanidad.
Quienes están leyendo este artículo, así como muchas de las personas que toman decisiones, no vivirán las consecuencias de no haber generado los cambios necesarios para proporcionar un futuro mejor a las generaciones que les preceden. Los ecosistemas que sustentan la vida de todos nosotros siguen siendo devastados.
En Argentina, por ejemplo, todavía se está debatiendo una Ley de Humedales, perdiendo el poco tiempo que nos queda y desperdiciando energías que podrían ser utilizadas para soluciones y propuestas de desarrollo sostenible.
Asimismo, cada provincia podría tomar medidas por su cuenta, tomar la decisión de implementar acciones climáticas, de restauración y protección de los ecosistemas que sustentan a sus comunidades. No todas las decisiones importantes se toman en el Congreso Nacional. Se podría pasar a la práctica preventiva o al cambio de hábitos sin necesariamente tener que preguntarle a la política qué es lo que la política no quiere o no sabe o no puede hacer.
El último rincón virgen
En este sentido, hay lugares en Argentina que representan una oportunidad única para tener un impacto positivo no solo a nivel regional, sino también a nivel mundial: Este es el caso de la Península Mitre, en Tierra del Fuego.
Península Mitre es uno de esos pocos lugares en el planeta que reúne una serie de características que la hacen único. Se dice que solo el 10% del planeta permanece sin impactos; la Península es uno de esos lugares. Es el punto de captura de carbono más grande del país. lleva más de 10 mil años almacenando carbono en sus turberas (una especie de humedal), y lo seguirá haciendo a medida que se avance en su protección, que ya se lleva a cabo desde hace más de 30 años trabajando en la legislatura provincial.
Alberga la mayor extensión de turba del país y, a diferencia de otras turberas del mundo, no se encuentra fragmentada. La cantidad de dióxido que secuestra el área es 4,5 veces más que el de otras turberas de la región. Si no se protege, y el lento proceso de degradación iniciado en los últimos años sigue avanzando, no sólo se perderá este potente vacío de carbono; además, todo el carbono almacenado a lo largo de los años se liberaría de nuevo a la atmósfera. A nivel mundial, la ciencia estima que la destrucción de las turberas emite el equivalente a 1-2 mil millones de toneladas de CO2 al año.
Además reúne casi la mitad de todos los bosques de macroalgas del país, uno de los ecosistemas marinos más productivos del planeta. Estos bosques sumergidos son el equivalente a los bosques tropicales pero en el mar. Mientras casi el 40% se ha perdido en el mundo, Argentina tiene uno de los pocos ecosistemas de algas que no ha sido afectado por cambios en la temperatura del mar y otros impactos humanos.
bosques fundamentales
Estos bosques son también grandes secuestradores y almacenes de CO2, liberan enormes cantidades de oxígeno a la atmósfera y albergan una enorme diversidad de especies. Protegen las costas de la erosión, el aumento del nivel del mar y los grandes maremotos. Cumplen un papel ecológico fundamental para la salud del océano, el regulador del clima planetario.
No tienes que inventar nada. La naturaleza, si es protegida y restaurada, tiene la capacidad de regenerarse y seguir generando las condiciones necesarias para que este sea un planeta habitable. El cambio climático es consecuencia, no sólo de la sobreproducción de C02 sino también pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas.
La creación de áreas protegidas como Península Mitre sigue siendo una piedra angular en la lucha contra el cambio climático.
El proyecto que pretende conservar 300.000 mil hectáreas de tierra y 200.000 hectáreas de mar, incluidas las aguas que rodean la Isla de los Estados, espera un próximo pleno de comisiones para obtener un dictamen y luego ser discutido en sesión. Luego de las reuniones mantenidas durante los meses de junio y julio del presente año, no hubo mas noticias al respecto..
¿Continuará finalmente hasta convertirse en ley o la política habrá vuelto a abusar discursivamente del tema ambiental sin tomar decisiones y cambios reales?
La zona fue declarada de interés ambiental, natural y cultural por decreto en diciembre de 2020, pero no es suficiente, dicen ambientalistas que luchan por protegerla. Si bien fue un gran gesto político por parte del Poder Ejecutivo de Tierra de FuegoPara que el área quede protegida para siempre, es necesario que se apruebe una ley y que sea declarada área natural protegida provincial, para que cuente con todas las herramientas para su manejo efectivo.
El gobierno de Tierra del Fuego tiene la oportunidad de proteger un ecosistema único e irrepetible en el país que generará beneficios nacionales, regionales e incluso globales para la mitigación del cambio climático. La esperanza no se pierde.
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Fuente: Titulares.com