“¡El Bicho, papá!” exclama Santiago al identificar la imagen de Cristiano Ronaldo, una de las estampas que más añoraba para su álbum mundialista. Solo que a diferencia de los originales, este niño mexicano debe recortarlo con unas tijeras y pegarlo.
El cuadernillo es el auténtico de la editorial Panini, pero Daniel, su padre, no tiene dinero suficiente para pagar las pegatinas que se venden en sobres de cinco a 18 pesos mexicanos (90 centavos).
Reparador de videoconsolas y vendedor de todo tipo de artículos en ferias callejeras, sus prioridades son la comida, los boletos de autobús y los exámenes que requiere Santiago, de 11 años, debido a una discapacidad que ha retrasado su desarrollo cognitivo.
Por eso, cuando su “chavo” (niño) le pidió el coleccionable, buscó la manera de no romper su ilusión.
“Internet es tan mágico que encontré un álbum completo, lo descargué e hice copias a color. Mi enfoque estaba en. ¡Ningún hombre! Me abrazó, me besó, me dijo chulo papi, te amo”Cuenta David Morales a la AFP en su casa del populoso suburbio de Nezahualcóyotl, al este de Ciudad de México.
Aunque todavía no sabe leer, el pequeño -estudiante de primaria en un colegio público- identifica el espacio de cada pegatina por la grafía del nombre.
“Mi morrito (niño) no sabe distinguir si es una copia o no. Lo agradece, lo corta a su manera con sus tijeritas y lo pega”agrega feliz el padre de 47 años, mientras Santiago, a quien se refiere como el amor de su vida, separa las figuras de Portugal en un sillón.
«Con poco se es feliz»
En Mercado Libre México se vende una estampilla especial de CR7, a quien Santiago apoda «El Bicho», hasta en 12.345 pesos (unos 617 dólares o 2,3 salarios mínimos).
Asombrado, Daniel compara esos costos con el baile de los millones del fútbol de élite. “Para mí un futbolista no cuesta millones de euros, pero si tienen que pagarlo, que lo hagan”.
Este padre parlanchín siempre ha logrado complacer a su hijo, como cuando le pidió un huevo de kínder gigante y se lo resolvió con un “globo” cubierto de papel periódico y engrudo, recuerda. También, para llevarlo a ver a Cruz Azul o darle juegos educativos que lo estimulen.
“No somos ricos, pero tenemos frijolitos para comer con queso, tortillas y refresco”asegura.
Daniel siente que está haciendo bien su “chamba” (trabajo) como padre, inculcándole valores al niño porque no quiere “graduados ni médicos pedantes”.
‘Timmy’, como le llama cariñosamente la familia, espera que pronto llegue la figura de Lionel Messi, su otro ídolo. Valorando el dinero, su padre lo manda a imprimir tres hojas al día. “Mi pequeño nunca ha tenido cosas de lujo. Con poco es feliz”.
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