El control de precios es una medida tan antigua como infructuosa. Algunas referencias a la idea de control de precios se pueden encontrar en el Antiguo Testamento, pero los antecedentes más documentados y conocidos son el “Edicto de precios máximos” promulgado en el año 301 por el emperador romano Diocleciano y la “Ley de el máximo general” sancionado por la Convención Nacional de la Revolución Francesa en 1793.
La reforma de Diocleciano fue parte de un plan para combatir la constante devaluación de la moneda como resultado de la inflación, y la de los sans-coulotes de 1793, para combatir la consecuencias de la revolución en la economía. Lo que ambos tienen en común son sus desastrosas consecuencias.
El derecho romano primero generó un aumento de la inflación en otros productos y finalmente fue ignorado por completo alrededor del año 305. El derecho francés se sostuvo a sangre y fuego por las guillotinas del terror francés, pero no solo aumentó la escasez, sino, la impopularidad de este La medida fue un factor determinante en la caída de Robespierre.
Parece que los más de 30 años de Roberto Feletti en el servicio público no son suficientes para darse cuenta de que esta es una solución antigua con miles de versiones, todas las cuales han fallado. Podrías decirme que estos ejemplos lejanos de la historia no tienen por qué ser conocidos, pero en realidad todos sabemos que el fracaso de estas medidas es algo común en Argentina.
Antecedente nacional
Uno de los casos más famosos fue el plan de José Ber Gelbard, un hombre que trabajó con Perón en la construcción de una burguesía nacional que se vinculó al mercado interno, que, para estimularlo, impulsó un plan para aumentar los salarios y congelar los precios, con un incremento del gasto público y emisión monetaria además de la creación del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Este plan terminó con el notorio «Rodrigazo» en el que el ministro de Economía del gobierno peronista, Celestino Rodrigo, ordenó en 1975 un ajuste que devaluó la moneda nacional en un 100% e impuso un aumento de combustible del 180% en un día para el otro. Con esto, se produjo una disminución del poder adquisitivo de los argentinos y una escasez de necesidades básicas.
Así, se pasó de un país que en 1974 había registrado los indicadores de actividad industrial y participación de los asalariados en la economía más altos de su historia y las tasas de desempleo y desigualdad más bajas, a un cambio en la estructura salarial que aún hoy existe. A la fecha, sigue siendo el mayor ajuste realizado en Argentina.
Culpa del monopolio
Hoy, el diagnóstico oficial sobre la subida de precios apunta a la recomposición de los márgenes comerciales. El partido gobernante, como los sans-culottes, mira a los comerciantes, productores e incluso a algunos consumidores, los principales responsables del alza de precios y de la espiral inflacionaria generalizada.
Sin embargo, el análisis económico revela otros factores para explicar la dinámica inflacionaria.
El razonamiento del gobierno es que el 60% de los productos de la canasta son producidos por monopolios u oligopolios que solo persiguen la maximización de las ganancias que se llevarán al exterior. Sin embargo, los mismos oligopolios y monopolios alimentarios existen en todo el mundo y en todas partes actúan de manera similar, pero en pocos lugares hay niveles de inflación similares a los de Argentina.
Sería bueno revisar lo que hacemos de manera diferente para tener precios de alimentos tan altos y una inflación cada vez más alarmante. Si analizamos la composición de los precios en Argentina, vemos que gran parte de su composición está dada por los impuestos (en algunos casos, hay que sumar hasta un 50% al que hay entre salarios y cargas sociales). Impuestos que sirven para financiar el estado hinchado.
Castigo económico
Por otro lado, con los productos alimenticios tan concentrados, no es posible intentar solucionar los problemas castigando económica y simbólicamente a empresas tan poderosas y globalizadas. No es libre de confrontar a estos donantes de trabajo e inversión, Molinos Río de la Plata, Arcor y Ledesma se niegan a cumplir la norma porque exigen un incremento de entre 4% y 7%, antes de congelar los precios, con el aval de la Cámara de Comercio. Las multinacionales lo aceptan. Ya existe un conflicto explícito.
La imposición de un plan difícil de llevar a cabo puede ser la mecha que encienda el fuego, cuando militantes desprevenidos salen a buscar a los culpables en barrios, almacenes, supermercados y piden su cierre para tomar una foto de campaña … por ahí más que uno decide no abrir y esperar con su mercancía dentro del almacén, todo este plan deja más expuestos a los más pequeños que no tienen espalda para soportar estas medidas ya que cada uno tiene una rentabilidad y márgenes de beneficio diferentes, por eso muchas de estas medidas pueden acabar provocando el cierre de empresas más pequeñas, acentuando la concentración no deseada.
Toda esta inmediatez y celeridad en tomar medidas tan drásticas y extremas en 48 horas parece tener una intención electoral, ya que el INDEC, días antes de las elecciones, puede mostrar una serie de inflación mensual en declive al hacer retroceder los precios en algunos casos casi al límite. 40 por ciento. Nada es casual como vemos.
Es poco probable que se pueda frenar la inflación con parches, debemos tener en cuenta que se imprimen un millón de miles de billetes al día. Lo cual, además de empujar la falta de reservas, suma más problemas a la delicada situación económica.
Camino equivocado
Más allá de la tenacidad de Felleti para revivir su propio pasado histórico peronista del año 45 con esta solución, la miopía del congelamiento es tal que muchos funcionarios del oficialismo también ven que es un camino equivocado, y mucho menos alcaldes del peronismo que tendrán que salir a custodiar precios cuando no crean en esta medida
Mientras Felleti va por un camino, Guzmán y Kulfas intentan por otro. Esto provoca que las propuestas de reuniones con la oposición del oficialismo, se desdibujen como una medida electoral inoportuna. Está claro que después de las elecciones que se van a celebrar en 15 días, tendrán que sentarse en la misma mesa con la oposición (la delicada situación así lo requiere).
Juntos rechaza la propuesta por ahora porque no quiere que se quede en un acto de propaganda electoral, dicen algunos voceros que se reunirán cuando se propongan temas claros de reunión y cuando haya un plan económico claramente expuesto y consensuado por todo el gobernante. Delante, Alberto Fernández, Sergio Massa, Cristina Kirchner
No echar ¿Malas vibras?
La portavoz del Gobierno Gabriela Cerruti, debutando en rueda de prensa, se refirió, entre otros temas, a la puja con empresarios por el congelamiento de precios y pide no echar malas vibras y ser negativos con el plan de congelamiento de precios, dicen economistas, que de qué ves no se puede diagnosticar un plan que no existe¨, es un conjunto de gestores económicos elaborados con diferentes herramientas que no se pueden combinar, dólar, deuda, consumo, trabajo, emisión, inflación sin un plan económico.
Esperamos el plan económico para el futuro, alrededor del 14 de noviembre con otro posible shock, llega el plan de los científicos que impide que se cumpla el deseo, como dice el portavoz de muchos que este fracasa.
«No he fallado. Simplemente he encontrado 10,000 caminos que no funcionan». Thomas A. Edison, empresario e inventor.
* Para www.perfil.com
Fuente: diariocordoba.com.ar