El impacto de la inteligencia artificial en la rentabilidad empresarial
La adopción de la inteligencia artificial (IA) en las organizaciones ha experimentado un crecimiento acelerado en los últimos años. A pesar de esto, muchas empresas no logran ver un impacto significativo en su rentabilidad. La paradoja radica en que, si bien la tecnología avanza, la creación de valor se estanca.
El problema no reside en la IA en sí misma, sino en el insumo sobre el cual opera. Si una empresa sigue manejando información de forma dispersa y desorganizada, la inteligencia artificial simplemente amplificará los errores existentes: acelerará procesos, pero sobre una base defectuosa.
La clave para aprovechar al máximo la IA no radica únicamente en su implementación, sino en la construcción de datos auditables: información estructurada, versionada, con trazabilidad y propiedad claramente definida. Solo sobre esta base sólida es posible desarrollar controles automáticos, análisis confiables y tomar decisiones fundamentadas.
La creencia errónea de que la IA es una solución mágica se ve agravada por la tendencia de los «agentes inteligentes«. Según la consultora Gartner, más del 40% de estos proyectos se cancelarán antes de 2027 debido a costos elevados y la falta de un valor claro.
Es crucial comprender que el fracaso en estos casos no se debe a deficiencias tecnológicas, sino a problemas de gobernanza. Proyectos sin objetivos claros, métricas definidas y límites precisos están condenados al fracaso. La automatización sin un adecuado marco de gobernanza no solo carece de valor, sino que también aumenta la deuda técnica de la organización. El futuro de la auditoría no se centrará en documentos, sino en el comportamiento de los datos.
La evolución de las auditorías en la era digital
Las Global Internal Audit Standards 2024 del IIA marcan un cambio significativo en el campo de la auditoría, demandando funciones respaldadas por tecnología capaces de monitorear riesgos en tiempo real. Los sistemas de gestión deben integrarse con catálogos de datos y reglas de validación, reemplazando el cumplimiento basado en documentos estáticos por una evidencia dinámica.
Imaginemos una situación diferente. Una organización recibe un aumento repentino de reclamos digitales. Su centro de inteligencia identifica un patrón anómalo: este aumento coincide con un declive en el desempeño de un proveedor específico.
En un lapso de 72 horas, el sistema analiza la información disponible, identifica la causa raíz y emite una acción correctiva. Toda la evidencia generada queda lista para ser presentada ante un órgano de control. No hay lugar para interpretaciones subjetivas, solo datos concretos.
Este modelo, conocido como Real Time Intelligence Center (RTIC), representa la vanguardia en gestión organizacional. No se trata solo de monitorear información en tiempo real, sino de integrar la producción, atención al cliente, seguridad y proveedores con los requisitos normativos y las pruebas de control. Permite detectar conformidad y riesgos, generar alertas accionables y disponer de evidencia inmediata para auditorías externas.
El camino hacia este nivel de madurez no es necesariamente largo, pero requiere un enfoque metodológico. En los primeros 30 días, es crucial mapear los datos disponibles y los controles existentes. En los siguientes 30, se debe establecer un marco de gobierno y calidad, definiendo responsables, métricas y diccionarios de datos.
Posteriormente, entre los días 60 y 90, se deben identificar casos de valor concretos, como la reducción de tiempos de auditoría, la detección de incumplimientos o la automatización de alertas. Finalmente, hacia el día 120, la organización estará lista para adoptar auditorías continuas basadas en playbooks y revisiones de dirección respaldadas por datos reales.
Un error común en las empresas que se digitalizan es medir el progreso por la cantidad de documentos electrónicos o presentaciones en PowerPoint. Sin embargo, la verdadera transformación digital no se basa en la cantidad de información, sino en la calidad y veracidad de los datos.
Conclusiones
En resumen, la adopción de la inteligencia artificial en las organizaciones representa un avance significativo, pero su impacto real solo se materializa cuando se trabaja sobre una base sólida de datos estructurados y auditables. La gobernanza y el control son fundamentales para el éxito de los proyectos de IA, evitando caer en la trampa de la automatización sin valor agregado.
La era digital exige un cambio en la forma en que se realizan las auditorías, priorizando la evidencia verificable sobre los documentos estáticos. La implementación de sistemas de inteligencia en tiempo real, como el RTIC, marca el camino hacia una gestión más eficiente y transparente, donde los datos hablan por sí mismos y guían las decisiones empresariales.
En definitiva, la modernización de las organizaciones no solo implica digitalizar procesos, sino también transformar la información en una fuente confiable de conocimiento. Solo a través de la calidad y la veracidad de los datos se logra construir una base sólida para la toma de decisiones y la creación de valor en la empresa.
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