Un gasoducto que conecta Grecia con Bulgaria y que facilitará la distribución de gas de Azerbaiyán a los países de Europa del Este se inauguró ayer con una ceremonia en Sofía, en presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, entre otros jefes de estado y de gobierno. Bulgaria, Macedonia del Norte, Rumanía y Serbia se beneficiarán de un nuevo interconector con el gasoducto Transadriático (Tap).
El evento no puede ser más oportuno para las fuerzas políticas europeístas en Bulgaria: hoy se celebran nuevas elecciones legislativas y la cuestión del gas, entendida como una posición hacia Occidente o hacia Rusia, ha sido central durante la campaña electoral.
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Tras la ruptura en junio de la coalición de gobierno liderada por el partido reformista europeísta Seguimos con el Cambio, los europeístas temían que los socialistas, hasta entonces socios de gobierno, impulsaran retomar los acuerdos con la proveedora rusa Gazprom -rotos cuando Sofía se negó a pagar en rublos por el gas–, según el gobierno interino impulsado por el presidente Rumen Radev, lo que provocó protestas ciudadanas en agosto. También se detuvo un suministro de gas licuado norteamericano. El gobierno de Kiril Petkov (Seguimos con el Cambio) también había expulsado a 70 diplomáticos rusos, lo que también dejaba abierto el debate sobre la guerra de Ucrania en un país eslavo miembro de la UE y de la OTAN pero antes muy dependiente de Rusia.
Para Bulgaria, el gas del Caspio representa un tercio de sus necesidades, pero se espera que se amplíe el suministro. El interconector con Grecia “significa libertad; libertad de la dependencia del gas ruso”, subrayó Von der Leyen.
La incógnita de las elecciones legislativas de hoy es si el paso dado ayer puede limitar el ascenso de la corriente prorrusa representada no solo por los socialistas, partidarios de un entendimiento con Moscú, sino por la formación ultranacionalista Renacimiento, que se prevé tener un 11 % de los votos en las elecciones de hoy.
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Por lo demás, no se espera una solución inmediata a la situación provisional que se generó el pasado mes de junio, cuando el otro miembro de la coalición dio un portazo junto a los socialistas, el partido Hay Tal Pueblo, producto populista liderado por el showman. Slavi Trifonov. Seguimos con el Cambio y su líder, Kiril Petkov, ha perdido aceptación popular, y las encuestas le dan alrededor del 19%. El beneficiario, y aparente favorito, no es otro que Boyko Borísov, con un 25% de intención de voto de su partido, el GERB. Hay que recordar que Borísov fue tres veces primer ministro y es una figura especialmente controvertida; el pasado mes de marzo fue detenido por corrupción.
Los búlgaros vuelven a las urnas con poco entusiasmo, según las encuestas, que apuntan a una participación muy baja. Son sus cuartas elecciones en menos de dos años –entre legislativas y presidenciales–, lo que representa un gasto considerable. Si se espera un 55% de abstención, en cambio hay más de 6.700 candidatos a diputado -uno por cada mil potenciales votantes- agrupados en 23 partidos.
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