El impacto de las estrellas del fútbol en la MLS: Messi vs. Pelé
Allá por 1998, cuando Michael Jordan anunció su segundo retiro del básquetbol, el mundo del deporte coincidió en que la NBA no solo perdía al mejor jugador de todos los tiempos, sino también a su mejor vendedor. Su Majestad del Aire -que ya se había alejado de los parquets en 1993 tras el asesinato de su padre para probar suerte, sin demasiado éxito, en el béisbol profesional- fue quien terminó de globalizar el básquetbol estadounidense con sus icónicos Chicago Bulls. Una marca registrada con fanáticos en los rincones más recónditos del planeta y una máquina de hacer dinero.
El efecto Jordan, que volvería a jugar otras dos temporadas entre 2001 y 2003 con Washington Wizards, no alcanzó, sin embargo, para romper la hegemonía del fútbol americano (NFL) y del béisbol (MLB) dentro de Estados Unidos. Aunque sí le sobró para pulverizar al hockey sobre hielo (NHL), el cuarto en discordia dentro del póker de grandes deportes profesionales de Estados Unidos y Canadá.
¿El fútbol? El soccer, como se lo conoce en la tierra del Tío Sam, siempre fue un deporte marginal. Ni siquiera Pelé, hace 50 años, había logrado modificar ese paradigma cuando desembarcó con toda su popularidad en el Cosmos de la floreciente -y a la vez tambaleante- North American Soccer League (NASL).
Parecía que el soccer jamás tendría lugar en la mesa de los grandes. Pero algo cambió con el desembarco de Lionel Messi en la MLS. El capitán campeón del mundo en Qatar 2022 no solo alteró el ecosistema del fútbol estadounidense, sino que está reconfigurando, con datos duros en la mano, el mapa del deporte profesional en Estados Unidos. Medio siglo después de la irrupción de O Rei, el impacto vuelve a ser comparable en magnitud simbólica, pero muy distinto en profundidad estructural.
Pelé y el primer intento
Cuando Pelé aterrizó en Nueva York en 1975 para jugar en el Cosmos, el soccer era un actor de reparto. La NASL promediaba poco más de 7.000 espectadores por partido y no tenía presencia estable en la televisión nacional. De la mano de Edson Arantes do Nascimento, el Cosmos pasó de jugar ante tribunas semivacías a convocar multitudes inéditas para el fútbol: en 1977, el club promedió más de 34.000 espectadores y llegó a picos históricos superiores a los 70.000 asistentes, cifras que rivalizaban con partidos de la MLB y la NFL de la época.
El debut de Pelé fue televisado por CBS y alcanzó cerca de 10 millones de espectadores, un número extraordinario para un deporte hasta entonces marginal. El efecto derrame fue inmediato: la asistencia promedio de la NASL creció hasta superar los 13.500 espectadores en 1977, su techo histórico.
En sus cuarteles de invierno, Pelé convirtió al Cosmos -fundado por los empresarios discográficos de Atlantic Records Ahmet y Nesuhi Ertegün y gestionado por Steve Ross, presidente de Warner Communications- en una atracción cultural. Con el brasileño como imán, atrajo a figuras como Franz Beckenbauer, Giorgio Chinaglia, Carlos Alberto (todos en el Cosmos) y Johan Cruyff (Los Ángeles Aztecs y Washington Diplomats), logrando algo impensado: que el fútbol se colara en el prime time deportivo de Estados Unidos.
Messi y la consolidación
El impacto de Messi, en cambio, se apoya sobre una base completamente distinta. Cuando el argentino llegó a Inter Miami en julio de 2023, la MLS ya era una liga estable, con cerca de 30 años de historia, más de 10 millones de asistentes anuales, control de gastos, estadios propios y un acuerdo de transmisión global con Apple valuado en 2.500 millones de dólares por diez años. Messi no inauguró el interés: lo disparó.
Los números son elocuentes. Desde su desembarco, la MLS rompió récords de asistencia por segundo año consecutivo, superando los 11 millones de espectadores en estadios y promediando más de 22.000 por partido, por encima de la NHL y muy cerca de la NBA (aunque los estadios son más pequeños). Inter Miami duplicó el valor de su franquicia -de alrededor de 600 millones de dólares a más de 1.200 millones- y multiplicó por cuatro sus ingresos anuales. La camiseta de Messi se convirtió en la más vendida de la historia de la liga y el MLS Season Pass registró su mayor pico de suscripciones desde su lanzamiento. Como se ve, el contrato de unos 20 millones de dólares anuales del rosarino se paga solo.
Un cambio estructural
A diferencia de la era Pelé, el impacto ya no se mide solo en tribunas. La MLS creció a doble dígito en redes sociales, se consolidó como la liga deportiva de mayor crecimiento digital en Estados Unidos y colocó partidos de fútbol en conversaciones dominadas históricamente por la NFL, la NBA y la MLB. La final de la MLS Cup con Messi alcanzó cifras récord de audiencia para el soccer en plataformas de streaming, algo impensado incluso una década atrás.
La comparación con Pelé es inevitable, pero también reveladora. El brasileño demostró que el fútbol podía convocar masas y competir, al menos por momentos, con los gigantes del deporte estadounidense. Messi, que tiene contrato hasta 2028 y el compromiso de recibir una porción del paquete accionario del club una vez que se retire, representa un salto cualitativo. El argentino, como Jordan en la NBA, se convirtió en el mejor vendedor de un producto que no para de crecer.
En conclusión, tanto Pelé como Messi han dejado una marca indeleble en la MLS, cambiando la percepción del fútbol en Estados Unidos y consolidando la liga como una potencia deportiva en ascenso. Con sus impactos en las tribunas, en los medios digitales y en la cultura deportiva, estas estrellas han trascendido el deporte para convertirse en verdaderos íconos mundiales.
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