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El portavoz de Defensa pierde su aplomo y, al borde del llanto, llama a Putin “depravado”

Las emociones son armas de gran calibre. Y en la guerra de Ucrania su despliegue se hace cada día más notorio. Ante la propagación del miedo y la recuperación del orgullo nacional con la que juega Vladimir Putin, la Administración de Joe Biden lo tiene fácil para expresar legítimos sentimientos de dolor y pesar ante las víctimas inocentes de la invasión de Ucrania; sentimientos de empatía y solidaridad con quienes huyen del conflicto; de indignación y enfado por las barbaridades del ejército ruso. De la ira de los justos.

El emotivo y vehemente estallido del portavoz del Pentágono contra Putin, el pasado viernes, tuvo tanta o más publicidad que el discurso del presidente de la nación cuando, la víspera, anunció un nuevo paquete de 33.000 millones de dólares para armar y ayudar económicamente Ucrania; una inyección que, sumada a los 13.600 millones aprobados el mes anterior y casi «agotada», llevó al premio Nobel de Economía, Paul Krugman, a considerar que «Joe Biden ha hecho más por defender la libertad, en formas sustantivas por encima de las meras palabras, que cualquier otro presidente estadounidense desde Harry Truman».


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Fernando García | Washington

John Kirby, un experimentado secretario de prensa del Pentágono con 36 años de experiencia militar y oficial de carrera, no mostró signos de haber preparado sus apasionados comentarios sobre los excesos criminales de Rusia en Ucrania. Pero lo cierto es que el discurso funcionó en los medios, y por tanto en el frente moral de las tropas civiles, como si un genio de la comunicación lo hubiera escrito en un guión.

Las televisiones estadounidenses tratan la guerra sin concesiones a los matices, y el pacifismo parece ahora fuera de combate

“Es difícil pensar que alguien con sentido de la moral y la ética pueda justificar lo que Putin está haciendo en Ucrania. Es difícil de mirar”… El vocero tuvo que detenerse aquí y tragar saliva, aparentemente para no estallar en llanto o en cólera. Fue cuando intentaba responder a la pregunta de un periodista sobre si la actitud del líder ruso era racional.

“Yo no soy psicóloga. Pero es difícil mirar algunas imágenes “de las atrocidades que vemos en Ucrania”, retomó el hilo, “y creer que un líder maduro, reflexivo y serio podría hacer algo así”, dijo. «Así que no puedo hablar sobre la psicología de Putin», reiteró, «pero creo que todos podemos hablar sobre su depravación». Porque lo suyo, añadió, es «la brutalidad en la más fría y depravada de sus formas». Y consideró que la retórica del presidente ruso sobre la defensa de los intereses de su país y la supuesta tendencia «nazi» del Gobierno de Volodímir Zelenski «no cuadra» con lo que él y su ejército están haciendo en el país invadido: «disparos en el nuca con las manos atadas a la espalda, mujeres embarazadas asesinadas, hospitales bombardeados… Es inconcebible, está más allá de mí», concluyó Kirby.

Hasta ahora era Biden quien venía trabajando duro contra la crueldad del “criminal de guerra” que a su juicio es Putin. Pero siempre desde cierta distancia y en un tono muy político. Los responsables de Defensa y Asuntos Exteriores, y especialmente sus portavoces, se centraron más en hechos y decisiones.

El exabrupto de Kirby tuvo tanta o más publicidad que el anuncio de Biden de 33.000 millones para Ucrania

La intervención de Kirby estuvo más cerca de la ofensiva emocional con la que los medios estadounidenses, especialmente la televisión, aderezan sus informaciones sobre el terreno y apoyan tanto la ayuda del Gobierno al país ocupado como las sanciones contra un país agresor al que tratan como enemigo íntimo propio. Sin concesión a matices ni intentos de explicación. La denuncia de la agresión rusa va de la mano del aplauso al contraataque ucraniano. Como en un reportaje reciente de la CNN que, a base de música y fotos melancólicas, transmitía el dolor de las víctimas con el mismo tono e intensidad con que ensalzaba el heroísmo de los jóvenes que arrojaron cócteles molotov a los tanques rusos.

El pacifismo, un término que Putin eliminó de su vocabulario para empezar, también parece estar ausente en acción en los Estados Unidos. Parecería que ha llegado el momento del ardor guerrero. Ahora es el momento de la rabia.

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