La pandilla incluía hombres armados, mujeres encargadas de administrar el narcotráfico e incluso un taxista con autorización oficial que se encargaba de realizar labores de inteligencia para atacar diversos objetivos.
El juez de Rosario procesó a Alejandro Núñez, a quien en derecho penal se le conoce como «Chuky Monedit», como líder de la organización. Con este caso se volvió a sacar a la luz un mecanismo común en los centros penitenciarios de Santa Fé: la gestión de delitos penitenciarios.
Núñez se encuentra recluido en el Penal de Piñero por asesinato. Esto no le impidió dirigir un grupo dedicado a cometer asesinatos, robos, amenazas, tiroteos contra la propiedad y ataques a la administración pública, contra la seguridad y la salud públicas.
Lo que buscaba la banda, según el trabajo de la fiscalía, era dominar y ocupar sectores en diferentes barrios de la ciudad y excluir a las bandas antagónicas que obtienen beneficios económicos como resultado de actividades ilícitas.
Una de las armas que tenía la banda «Chuky Monedita».
Desde el penal «Chuky Monedita» ordenó ataques con armas de fuego contra distintas personas -miembros de bandas rivales- ordenando el uso de pistolas de 9 mm calibre 45, ametralladoras FMK3 y vehículos.
El imputado de 25 años autorizó el pago a los miembros de la organización por los hechos cometidos y los gastos incurridos, decidiendo dónde se guardaban u ocultaban las armas, estructurando y gestionando el servicio de búnkeres para la venta de estupefacientes y controlando el cobro.
Otras diez personas -siete hombres y tres mujeres- fueron identificadas como integrantes del grupo que la detención de un joven armado, que conducía una motocicleta con orden de aprehensión, pudo descubrir gracias a los datos obtenidos en el celular que se encontraba. cargando cuando fue atrapado.
Entre los integrantes se encuentra el taxista Jorge Ojeda, a quien el Ministerio Público identificó como colaborador logístico para ataques con armas de fuego. El conductor estaba desarrollando un trabajo de inteligencia y seguimiento de víctimas.
Según los investigadores, aprovechó su condición de taxista, con autorización del municipio de Rosario, para transitar por la vía pública sin llamar la atención. Transmitió detalles de los movimientos de futuras víctimas a miembros de la organización.
Ojeda es nombrado como uno de los encargados de seguir a Carlos Argüelles, un mecánico que supo ser confidente de Esteban Alvarado, designado para encabezar una poderosa organización dedicada al narcotráfico, confrontado con Los Monos, pero que luego se separó. para adentro testigo protegido en un caso que se desarrolla contra el propio Alvarado.
Varios atentados contra la vida de Argüelles no consiguieron el objetivo. «Chuky Monedita» estaba detrás del plan para acabar con la vida de ese hombre. Y para eso, Ojeda realizó una tarea de seguimiento.
«Hoy enviando con San Pedro»dice el pistolero a cargo del trabajo en el intercambio de mensajes entre miembros de la organización. “Este hijo de puta es incansable”, posan para los constantes movimientos de Argüelles.
En una curiosa desaprobación, «Chuky Monedita» le pregunta al asesino que contrató para la tarea: «Si te hubieras levantado a las siete de la mañana en lugar de las diez, ya estaríamos contando el dinero».
Uno de los presuntos gánsteres, identificado como Nahuel Rivero, tenía en su celular un video en el que exhibió una pistola.
La organización operó desde al menos el 18 de octubre de 2020 hasta el 28 del mismo mes. Ese día, Jonatan Ribles fue detenido en la vía pública. Estaba a bordo de una motocicleta con orden de secuestro. Llevaba dos pistolas de 9 mm, aptas para disparar. Se obtuvo información importante de su teléfono celular para conocer la red de la banda.
Además de «Chuky Monedita», líder designado, los otros diez imputados fueron identificados como miembros del grupo. Algunos fueron responsables de los ataques y otros de conducir automóviles o esconder armas.
Otros aportaron labores de inteligencia explorando publicaciones en redes sociales, gestionaron la administración de las casas usurpadas, custodiaron los búnkeres donde se vendían drogas, planificaron robos para financiar diversas acciones y buscaron personas para vigilar la venta de drogas. Los elegidos fueron en su mayoría mujeres.
Rosario. Correspondiente
LM