PARA Enzo Pérez tuvo que vivir de todo este año. De estar a punto de ir a Turquía para ganarse un lugar en la bandera de los ídolos. El mendocino no pudo terminar el campeonato en cancha por la dislocación en el codo izquierdo sufrió ante el Platense pero aún celebró su séptimo título como jugador de River como un aficionado más.
«Estaba a poca distancia de ir a Turquía. Tenía todo configurado. Habían puesto sobre la mesa todas las condiciones que yo había pedido, la casa, todo … Lo que puedas imaginar, me lo pusieron ahí.Pérez reveló en una nota a Olé sobre la oferta que rechazó en enero del Trabzonspor. Así empezó su año: con una oferta muy tentadora económicamente, pero la palabra de la familia, que quería quedarse, pesaba más. Se clavó una charla con Marcelo Gallardo.
«Sabía que si tomaba la decisión de irme, nunca volvería.. Que solo iba a pertenecer a River como aficionado, como sucedió antes. Y había muchas cosas en la balanza: cosas familiares, mis hijos, mi esposa, mis padres, mi hermano. No estoy solo. Si hubiera estado solo, no sé qué decisión hubiera tomado ”, dijo sobre ese difícil momento.
Dos meses despues, Fue uno de los puntos más altos para River en la Supercopa Argentina ganada ante Racing y los dos abrazos que le dieron a Gallardo (uno tras la gran jugada del segundo gol y otro al final del partido) emocionaron a toda la afición. Pero su primer semestre no terminó ahí, ni mucho menos. Esas cosas del destino (y de la pandemia) le habían preparado una de las emociones más fuertes que vivió dentro de un campo.
La noche del 19 de mayo, cuando fue visitado como portero ante Independiente Santa Fe, definitivamente ponlo en la bandera de los ídolos. «Marcelo preguntó quién estaba dispuesto a ir a la portería y yo levanté la mano sin dudarlo», dijo Enzo sobre el entrenamiento previo a ese histórico partido ante la selección colombiana tras el brote de coronavirus que sufrió la escuadra que lo dejó, entre otras cosas, Sin porteros de la plantilla de Primera y Conmebol no dio lugar a la sustitución por otros porteros de los Inferiores, ya que no estaban en la lista.
Enzo Pérez tuvo que jugar como portero por las bajas del coronavirus ante Santa Fe de Colombia. Foto: EFE / Juan Ignacio Roncoroni PISCINA
Con experiencia, actitud, ganas y la ayuda de sus compañeros y cuerpo técnico, Enzo manejó una situación compleja y difícil.. Sus compañeros bloquearon cualquier posibilidad de remate de Independiente Santa Fé e hicieron un gran desgaste para llevarse la victoria por 2-1 sobre la selección colombiana. Las pocas intervenciones que tuvo Pérez fueron buenas. Para colmo, Enzo se encontraba con una distensión en el tendón de la corva derecho que había sufrido cuatro días antes en la Bombonera ante Boca.
Ese brote masivo de coronavirus lo puso en una situación insospechada e inusual en cuanto a jugadores de campo: si era difícil encontrar un récord de uno deteniéndose unos minutos, menos un partido completo. En la historia de River hubo que remontarse a 1909, cuando Julio José Abaca Gómez, delantero titular, se fue a portería desde el minuto cero en un partido ante el Argentino de Quilmes.
No fue el único cambio de posición que tuvo Enzo este año. Como River había quedado muy diezmado por las llamadas a las selecciones y las lesiones en el plantel, Gallardo tuvo que improvisar una línea de tres en defensa ante Sarmiento con tres centrocampistas centrales. Pérez fue el líbero del equipo y el equipo Millonario ganó en Junín con uno de sus goles al final del partido.
Siguiendo con la cronología del año, en septiembre Pérez llegó a los 150 partidos en River (que solo lograron siete jugadores en el ciclo de Gallardo) y confirmó aún más su indiscutible condición. Unos días antes de que se alcanzara ese hito, el propio Muñeco reconoció que «cada vez que Enzo está bien, el equipo juega bien».
Así, Enzo se convirtió en uno de los pilares de River en el campeonato. Y asumió, desde su cargo, el liderazgo en el campo. Además, en cada uno de los calentamientos se le observó hablando con sus compañeros, recordándoles cuestiones tácticas y arenciándoles. Esa voz de mando fue transferida al campo.
En octubre, ante Boca, jugó la mayor parte del partido con el dedo meñique del pie izquierdo agrietado. Fue después de ir fuerte a jugar un balón con Agustín Almendra. Rápidamente ganó la tarjeta amarilla y luego fue sancionado como un duque. Ya no cometió una falta. Siempre bien colocado, recuperaba pelotas con gran sentido de ubicación y las distribuía con elegancia.
Justo cuando River estaba a un paso de la coronación, Pérez sufrió una grave lesión en la cancha del Platense tras caer de mala manera al suelo tras rechazar un balón con la cabeza. Una dislocación en el codo izquierdo lo dejó fuera del campeonato. Las lágrimas fueron más por esa situación que por el dolor. Pero lo aguantó y apoyó a sus compañeros desde fuera.
Terminó celebrando como lo que es: un fan más. Esa pasión está en su sangre. Ya había hecho locuras como aficionado, incluso cuando ya era jugador profesional de Godoy Cruz, como cuando condujo mil kilómetros desde Mendoza para ir al Monumental a ver un Superclásico. Ahora, él también hace todo lo posible por River. Pero desde dentro de la cancha.
Fuente: Clarin.com