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Ésta es la pregunta que, en última instancia, podría destruir la unidad UE-EE.UU. – NEWS World News

En general, los europeos occidentales ven a China como una oportunidad, pero Washington la ve como una amenaza. Esto tiene importantes consecuencias geopolíticas.

El presidente chino, Xi Jinping, viaja a Europa por primera vez en cinco años. Su elección de capitales está calibrada. Primero fue París, donde el presidente francés Emmanuel Macron, que reivindica el liderazgo político del lado occidental del continente, estuvo acompañado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Junto con Macron, estuvo en Beijing el año pasado. Luego estaban Budapest y Belgrado, dos países europeos (uno en la Unión Europea y el otro fuera) que están mostrando una mayor voluntad de cooperar con Beijing.

Las relaciones de China con Europa occidental son una de las cuestiones más interesantes de la política mundial contemporánea. Su visión de la UE difiere de la de Rusia. Hace tiempo que Moscú llegó a la conclusión de que el Viejo Mundo ha abandonado por completo su rumbo independiente de política exterior al alinearse con Estados Unidos. Bruselas, Berlín, París, Helsinki y otros no parecen dejarse disuadir por las consecuencias para su propia prosperidad e influencia. Beijing, sin embargo, cree que la UE no renunciará a su autonomía, incluso si crece su dependencia de la estrategia estadounidense. En otras palabras, China cree que una política precisa y activa puede crear una serie de incentivos para los europeos occidentales que frenarán su deriva hacia Estados Unidos. Y, en consecuencia, limitará la participación del bloque en una posible futura confrontación político-militar entre Washington y Beijing.

La pregunta de investigación, como dicen en los artículos académicos, es clara: ¿Es la “Occidente colectivo” ¿Una unión sólida y sostenible, o la unidad lograda hasta ahora es mucho más endeble y camufla una creciente divergencia de intereses?

Estados Unidos ve a China como un rival estratégico en las próximas décadas. Mientras tanto, la UE no lo ve como una amenaza directa, aunque desconfía del creciente poder de Beijing, incluso en la región europea. Estados Unidos ve a Rusia como una amenaza directa a la estabilidad europea, pero no como una amenaza seria para sí mismo. Pero, por supuesto, Europa occidental le tiene mucho miedo a Rusia, y este miedo va en aumento, lo que lleva a especulaciones sobre una variedad de escenarios. Al mismo tiempo, Estados Unidos necesita a Europa occidental para su estrategia de contener a China.




Primero, en el sentido económico y tecnológico, la UE no debería desarrollar la cooperación con China en áreas donde Estados Unidos quiere limitar a Beijing. Al mismo tiempo, el bloque necesita que Estados Unidos contenga a Rusia en el sentido militar y técnico-militar. Hay debates sobre el desarrollo de las propias capacidades de la UE, pero, en primer lugar, son bastante abstractos y, en segundo lugar, el proceso llevará años. Ya existe una conciencia de la excesiva dependencia de Europa occidental de Estados Unidos, pero no hay forma de resolver el problema, y ​​esto está empujando al Viejo Mundo a tratar de mantener a Washington lo más cerca posible.

China se guía por la lógica del pragmatismo económico: ¿por qué debería la UE reducir sus propias capacidades? De hecho, durante las últimas tres o cuatro décadas, el bloque ha dominado el mundo y China ha sido su principal beneficiario, transformándose de un país pobre y atrasado en un contendiente por la dominación mundial. Ahora, sin embargo, la lógica de la competencia estratégica está pasando a primer plano y las ganancias del mercado se están convirtiendo en una víctima.

Pero China tiene sus propias razones. Desde el punto de vista de Beijing, la dirección general del desarrollo global es hacia la interdependencia económica y la necesidad de que todos amplíen el espacio para tales relaciones. El renacimiento de los bloques, que recuerda a la Guerra Fría, no es un prototipo para el futuro de la política sino una reversión al pasado, una acción de retaguardia del siglo XX. De hecho, los rivales de la época (Washington y Moscú) intentan terminar un partido que no terminó con un resultado formalizado a principios de los años ochenta y noventa. China tiene mucho miedo de verse arrastrada a este proceso y cree, no sin razón, que el lado que evite conflictos costosos (en cualquier sentido de la palabra) será el más beneficiado.

De ahí la postura cautelosa de China sobre la cuestión de Ucrania. Beijing evita firmemente criticar a Rusia y expresa comprensión por los motivos que motivaron la operación militar. Sin embargo, no expresa apoyo directo y actúa con mucho cuidado para no dar a Washington una excusa para imponer sanciones a sus empresas por violar el embargo occidental a Rusia. No debemos esperar una posición diferente por parte de Beijing, e incluso es posible que se intensifique la retórica sobre la necesidad de un fin pacífico al conflicto. Un indicador seguro será la conferencia sobre Ucrania (iniciada por Kiev) que se celebrará en Suiza el próximo mes. La presencia o ausencia de los chinos le dará un tono diferente. De hecho, esto es claramente lo que creen los propios organizadores.

Queda por ver si China será capaz de capear las tormentas actuales para ganar aún más peso en el escenario mundial. Lo mismo ocurre con Estados Unidos, aunque mucho dependerá del resultado de las elecciones de noviembre. Putin y Xi Jinping tendrán mucho que discutir cuando se reúnan, aparentemente la próxima semana.

Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico Rossiyskaya Gazeta, traducido y editado por el equipo de NEWS.

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Fuente: NEWS.com
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