Ese día, los consejeros recibieron el expediente firmado por el economista noruego Odd Per Back, responsable de la investigación sobre el origen y consecuencias de la aprobación y ejecución del préstamo; donde también se menciona la larga historia de incumplimientos de las líneas de crédito entre Argentina y el FMI.
Al final de la exposición, la representación de Estados Unidos ante el consejo (donde tiene casi el 18% de los votos) fue la única que lo cuestionó y defendió la legalidad «absoluta» del paquete de ayudas al país; mencionando que avanzó en 2018 y 2019 a través de los canales del FMI, con todas las legalidades necesarias. Y que, si bien fue un programa evidentemente infructuoso, se debió únicamente a problemas internos en Argentina y no a fallas en el diseño y aprobación del préstamo.
Aunque el «Ex-Post Review» dirigido y escrito por Per Beck apunta a críticas técnicas y ejecutivas, pero no legales ni institucionales (en definitiva, el noruego es un hombre que llegó al FMI de la mano de Christine Lagarde, quien lo nombró como principal responsable de los casos asiáticos); Muchos ven el avance de Estados Unidos en la propuesta final como un intento de dejar claro, en la dirección del FMI, que el problema no fue el apoyo de Washington, sino la política aplicada en Buenos Aires. Y el clima electoral a fines de 2019. Nadie lo mencionó en la presentación del 22 de diciembre (ni aparece en el informe ni se discutió en el directorio), pero sí la aprobación de la reforma a la Carta del FMI para mediados de 2019, que permitió el gobierno de Mauricio Macri utiliza dólares de préstamos para llevar a cabo la política cambiaria directa (y no utiliza los ingresos para pagar vencimientos de deuda); Fue el resultado de la presión específica de la administración de Donald Trump sobre el consejo.
Fue a través de una llamada directa que el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steve Mnuchin, se dirigió al número dos del FMI en ese momento, David Lipton; para llevar a cabo la orden de la Casa Blanca. Sorprendentemente, Lipton se negó durante largas horas de discusión a aceptar la presión, criticando abiertamente cualquier cambio en el estatuto del FMI; y menos con Argentina, país que ya tenía serios problemas para cumplir con lo firmado. La presión de la administración Trump se incrementó y el consejo terminó aprobando el pase gratuito para que la administración de Macri pudiera usar dólares fuera de las pautas originales.
Pero entonces Argentina tuvo mala suerte. Las maniobras de expulsión de los ejecutivos del FMI con la llegada de Kristalina Georgieva, hicieron que Lipton dejara su cargo en febrero de 2020 en manos de su compañero republicano y exgobernador de Trump, Seiji Okamoto, ya que siempre fue el primer lugar. Dos pertenecen a Estados Unidos y en general no existe una gran polémica por lo que propone la Casa Blanca.
Lipton parecía tener un regreso a los anfitriones de Wall Street, donde entrenó y trabajó durante décadas. Sin embargo, fue convocado por Janet Yellen para continuar trabajando en Washington, en este caso como asesor directo del Secretario del Tesoro en temas relacionados con la presencia de Estados Unidos en organismos financieros internacionales, entre ellos el FMI, Banco Mundial, Interamericano de Desarrollo. Bank (BID) y el Club de París.
Todos los acreedores a los que el país debe miles de millones de dólares combinados. Al parecer, y tras un inicio bastante auspicioso de la relación con los negociadores argentinos del gobierno de Alberto Fernández; en los últimos meses ha quedado claro que Okamoto y Lipton representan la línea dura contra Argentina; y llevar la exigencia de goles difíciles a los delegados de Martín Guzmán para avanzar hacia un acuerdo final.
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Fuente: ambito.com