Las últimas horas de Natasha
-¿Qué le ibas a proponer a Gonzalo Rigoni en la reunión del 22 de febrero?
-Estábamos buscando un lugar para hacer varias actividades, una de ellas era una competencia de hip hop. Entonces quisimos hacer un show de stand-up, fiestas temáticas, o sea, había varias alternativas, así que buscamos un lugar grande. Como Natacha era una persona pública y conocida, que manejaba los medios y la convocatoria, Xanadú era un lugar especial e ideal para realizar este tipo de eventos y cumplía esta función. El entorno y la ubicación eran perfectos para celebrar cualquier fiesta de nivel ABC1.
El complejo donde murió Natacha en Villa La Ñata, Tigre. Foto: Luciano Thieberger
-¿Cómo percibías a Natacha con este proyecto en los días previos al encuentro?
-Estaba muy emocionada porque eso era lo que le interesaba, aclaró un poco de todo lo que estaba pasando y la verdad que le parecía bien. La habíamos visto muy mal, se sentía muy mal y se la veía conectada a esa posibilidad. Hay cosas específicas en las que no me involucraré. Era extremadamente respetuosa con sus amigos, tal vez a la gente le cueste creerlo, pero yo la conocía de otros lugares. La conocí en casa de mamá, en la mía legal, en su casa. No conocía «sus infiernos», tal y como fueron catalogados públicamente.
Volvamos a ese viernes. A las 21h tenían que estar y tú fuiste a recoger a Natacha a casa…
-Ese día llovió torrencialmente. Fue imposible. Llegué tarde a buscar a Natacha y le dije: «Mira, está lloviendo mucho, ¿qué vamos a hacer? ¿Vamos a fracasar?». Y me dijo: «Vamos, dile que llegamos tarde, pero si quiere nos vamos igual». Cuando le escribo a Rigoni me dice: «Estoy aquí, puedes venir sin problemas, si quieres venir, ven».
Estaba hablando por teléfono en el auto, la verdad no recuerdo con quién, habló con el Dr. Cipolla (NdR: Alejandro, entonces abogado de Jaitt). Y en un momento me dice: «Oye, el tipo me manda a comprarle cigarrillos y el quinto está medio lleno». Y ahí fue cuando entendí que ella tenía contacto con Rigoni. Lo que te digo ahora, lo he dicho antes y lo voy a seguir defendiendo porque no te voy a mentir. A veces la verdad duele y es dura.
El Complejo Xanadú, donde murió Natacha Jaitt.
-¿Y entonces?
-Yo compré los cigarrillos, Natacha no tenía dinero. Pagué la gasolina y los cigarrillos. Por eso me llamó la atención después cuando encontró dólares y efectivo en su mochila cuando no tenía que pagar peaje ni gasolina. Salieron los audios donde dice que habló con él durante una hora. Realmente no sabía que ella tuvo contacto con él o de qué pudo hablar en esa conversación que tuvo con él.
-¿Se notó complicidad entre Natacha y Rigoni durante el encuentro?
-No sentí que hubiera una relación o que se conocieran. Cualquiera que conociera a Natacha sabía que tenía una personalidad arrolladora. La he visto en otras situaciones y era una persona muy cordial, muy carismática. En la reunión habíamos discutido los temas, y hubo un ida y vuelta de bromas, la reunión fue divertida. No había notado nada raro, no había nada que avisarme.
Salón de eventos Xanadú en Villa la Ñata. Foto: Luciano Thieberger / Archivo Clarín
-¿Cómo fue la entrada a Xanadú?
-Era un lugar muy complicado para entrar y como estaba lloviendo mucho llegamos tarde. Rigoni nos recibió, es una casa enorme. Estaba iluminada con luces dicroicas bajas, no había mucha iluminación en la casa, Rigoni nos dijo que era porque se había cortado una fase de la casa. Cuando llegamos nos dijo que estaba con dos amigos, preguntó si nos molestaba y explicó que uno era su mejor amigo y el otro un electricista -apodado «Voltio»- con el que trabajaba, que había ido a comer antes.
-¿Cómo era la distribución del lugar?
-Nada más entrar a la derecha están los baños. Hay una habitación enorme que estaba oscura. Del lado izquierdo había una sala de estar, un entrepiso muy agradable con sillones. Al lado estaba la cocina y había un pasamanos, una puerta y cuando pasabas por esa puerta estaba la galería y estaba la mesa donde estaban sentados y donde nos reunimos.
-¿Has visitado Xanadú en algún momento?
-Sí. En un momento me dice: «Ven, te muestro el lugar». Los únicos momentos que se enfocan en mí en el video son cuando entro y luego cuando él me muestra los alrededores. Me mostró la cocina que estaba totalmente equipada para albergar una gran fiesta. Me muestra el entrepiso, me hace subir unas escaleras, era como otro entrepiso, me hace girar a la izquierda donde había unos cuartos que estaban medio desmantelados, había dicho que era su casa. Había otras habitaciones que no estaban en uso.
Así que me hizo doblar a la derecha donde había una puerta y te llevó a un lugar donde las novias o las quinceañeras podían tener un día de spa, cambiarse o dormir después de la fiesta.
-¿Natacha participó en esta gira?
– Fui yo solo. Cuando vuelvo a la galería, me siento en el mismo lugar en la mesa otra vez y luego comemos. Empezamos hablando de lo que queríamos hacer, que era una fiesta temática, una fiesta blanca con actuaciones, bailarinas. Natacha fue la anfitriona. Luego vino una chica, la presentaron como Luana, novia de ‘Voltio’.
Habíamos hablado de un posible presupuesto. Esta era la primera reunión de varias que íbamos a tener para fijar una posible fecha y lo que Natacha aportaría artísticamente y lo que yo iba a hacer con la producción y organización. La otra amiga que iba a participar era Lisa Vera. Natacha decidió que no iría a la reunión porque estaba embarazada y porque dos días después estaba tocando con Bandana y había tenido un ensayo doble. Estuvo en la reunión anterior.
Natasha Jaitt. Foto Lucía Merle / Archivo Clarín
«¿Te ofreció Rigoni algo de comer o beber?»
-Cuando Rigoni le pidió cigarrillos a Natacha, nos preguntó si teníamos hambre y Natacha le dijo que pidiera sushi. Al rato llegó el pedido y pasó absolutamente todo en esa mesa, siempre estuvimos ahí en esa galería.
-En algún momento de la reunión, ¿hubo algo que lo alertó?
-La verdad es que con todo lo que pasó después, o sea, con todo lo que se dijo y se expuso después en los medios, que hubo consumo de cocaína y todo lo demás… En una reunión no pregunto, cuando una persona llega arriba, adónde va.
En la mesa donde se llevó a cabo la reunión, nadie consumió. Ni Natasha ni nadie más. Yo diría que no tengo ninguna razón para no hacerlo. No había consumo delante de mí, no había cola en la mesa.
-¿Natacha llegó borracha o drogada a la reunión?
-Natacha no llegó drogada ni borracha. Le dije a los promotores. Estaba lloviendo y cuando subió al auto tenía el delineado perfecto y el cabello planchado e impecable. Ella quedó en un lugar muy oscuro y muy fea como mujer. Lamento mucho que las declaraciones de los demás testigos la hayan llevado a ese lugar, porque no es cierto.
-¿Notaste que en algún momento cambió el registro de la reunión?
– No, no para mí. Sí, ese detalle, que se levantaron de la mesa. Para que se entienda cómo era la distribución: estaba la mesa, las sillas, había una pared, un escurreplatos. Estaba sentado frente a la mesa y como estaba lloviendo mucho y me estaba mojando, cambié de asiento y me moví a otra posición en la mesa.
Desde ese lugar me perdí desde donde estaba hasta el momento en que fui a buscar a Natacha, desde allí era imposible ver lo que había en el pestillo de allí y la puerta de allí. Era imposible de ver. Entonces toda la gente que se levantó fue al baño y no los vi.
-¿Cuándo te diste cuenta de que Natacha se había levantado de la mesa?
-La reunión había terminado, no había nada más de qué hablar. Estábamos esperando a que dejara de llover para poder salir. Yo estaba sentado al final de la mesa, Natacha estaba sentada frente a mí. Había cambiado la posición de mi lado derecho, ahí estaba la pared, la clavija donde estaba en la cocina. Le digo a Natacha: “Vamos”. Ella me dijo: «Sí, sí». Se levantó, cruzó el umbral y no me dijo nada, ni siquiera me esperó, vamos, allá voy, no me dijo nada.
Tuvimos que volver porque Natacha tuvo que ir a buscar a su hijo. Este no es un dato menor. La acusaron de llegar drogada, borracha, en muy mal estado. No es cierto porque había dejado a su hijo en casa de una colega al cuidado de la madre. Tuvimos que volver. No hubo fiesta, ni partuza. Tuvo que volver a buscar a su hijo. Quien realmente conoce a Natacha sabe cómo era ella como madre.
Ella cruza la puerta. La veo hablando con Rigoni, a media altura, que es la visión que tuve, la veo hablando con él y riéndose. No escuché lo que estaban diciendo. Y ya no la vi allí. Esa fue la última. La última imagen que tuve de ella con vida.
-¿Y cuánto tiempo te tomó ir a buscarla?
– Me senté en la misma posición. En el mismo lugar estaba «Voltio», Luana se había ido. Y en un ratito va a llegar Rigoni, calculo que serán unos 20 minutos, no lo sé exactamente. Lo vi normal, noté que se había duchado. No tenía nada en su aspecto físico ni en su expresión que me llamara la atención, vino riéndose y me dijo: «Tu amigo se ha dormido».
¿Dormido?, pensé, ya nos vamos. Así que automáticamente le envié un WhatsApp: “Amiga, ¿estás bien?”. Porque nos vamos y el tipo me dice que se durmió, es como si fuera el primer aviso de algo, digamos, ¿no? Le envío un mensaje de texto y segundos después, la llamo por teléfono. No esperé, está todo agrupado en habilidades.
Como no me contesta, automáticamente salgo a buscarla, sin saber dónde estaba. Y me dice: «Ve a buscarla si quieres».
-¿Y fuiste?
– Me pareció extraño que me dijera que se había quedado dormido. Repito, el primer mensaje, sin respuesta. Automáticamente la llamo y salgo a buscarla. Cuando cruzo el umbral, lo primero que hay es este entrepiso con sillones, pensé que podría estar allí. Como ella no estaba allí, subí las escaleras y comencé a buscarla. Entro al cuarto donde estaba el sauna y todo, hay unos lavabos, si no me equivoco, un vestidor y hay una parte donde está la cama y ahí la encuentro.
-¿Tuviste un mal presentimiento cuando entraste a la habitación y la viste acostada en la cama?
-Cuando entro, la encuentro en la cama y le digo: “Nati, vámonos”. Así que trato de sacudirlo, tocarlo, moverlo. Ella no me responde. Tenía a Rigoni detrás de mí, no lo había visto siguiéndome. No me había dado cuenta de que estaba detrás de mí. Rigoni mide el doble de mi estatura, es un tipo grande. Se había pegado a mí de una manera que me sentí intimidado.
Trato de despertarla porque para mí ella estaba durmiendo. La sacudo y él se tira en la cama y la voltea, luego la empiezo a mover y ella no reacciona, todo este griterío preguntando qué pasó, ella no reacciona, no sé si estaba respirando o no. No me respondió. Trato de resucitarlo, él me ayudó. Entré en crisis y desesperación. soy asmático Dije: “¿Qué pasó? Llama a la policía, llama a la ambulancia porque no reacciona, no reacciona».
Fue el primero en llamar a la ambulancia, creo que al 911. Así que llamé. Y fue entonces cuando empezaron toda una serie de situaciones que no puedo describir porque era un lugar enorme, oscuro y con pocas luces dicroicas. fue un infierno Gente entrando y saliendo. Gente que huía, que no sabía quiénes eran, sombras.
Entrevista a Raúl Velaztiqui Duarte, coreógrafo y amigo de Jaitt que la acompañó a esa fiesta donde finalmente murió Natacha. Foto Juano Tesone
-¿Cuál fue tu sentimiento?
-Empecé a sentir que lo que estaba pasando no era bueno ya temer por mi vida. Cuando empiezo a gritarle y preguntarle qué pasó, Natacha no reacciona, mientras ayudaba a Natacha Rigoni estaba detrás de mí con «Voltio» y siento que alguien detrás dice «Cállate».
Esto lo manifesté en el Ministerio Público. No puedo especificar que el «cerrar el orto» de Rigoni fue para mí. Claramente fue un acto intimidante, así lo sentí.
-¿Y qué más pasó?
-En un momento miré hacia la cama, no encontré su teléfono, ella no estaba ahí, o sea, era imposible que Natacha estuviera en la cama sin ella…
Palabras clave de esta nota:
#habla #último #amigo #vio #con #vida
Fuente: clarin.com