Cuando hablamos de competitividad, es posible que algunas personas no entiendan el impacto real en su vida diaria. Pero, obviamente, sienten en sus bolsillos cuando necesitan comprar su compañero diario, ya sea un teléfono celular, una computadora portátil o una computadora de escritorio.
Para comprender la evolución del mercado brasileño de TI, debemos remontarnos a 1984, cuando la primera ley de TI en Brasil, la Ley Federal N° 7.232/84, estableció la reserva de mercado para el ramo.
El objetivo fue inducir la inversión del gobierno y del sector privado en la formación y especialización de recursos humanos para la transferencia y absorción de tecnología en ensamble microelectrónico, arquitecturas de hardware, desarrollo de software básico y de soporte, entre otros. Pero lo que pretendía fortalecer y fomentar el desarrollo resultó ser un rotundo fracaso.
Podríamos haber tenido una industria vibrante en la década de 1980, pero la ley de reserva de mercado terminó por hacer del sector una cuna de clones, sin el desarrollo de tecnología local.
El NE-Z80, fabricado por la Revista Nova Eletrônica (vinculada a la famosa Prológica), y el TK 80, producido por Microdigital, son clones del Sinclair ZX80, un pequeño ordenador doméstico introducido en el mercado británico en febrero de 1980, que se hizo famoso por menos de 100 libras. Otro ejemplo fue el modelo TRS-80, fabricado en USA por Tandy Corporation y vendido en las famosas tiendas Radio Shack, que también fue copiado por Prológica. Por aquí, el equipo se denominó CP 500 y fue un gran éxito de ventas.
Numerosas copias del Apple II, creado por Steve Jobs, también aparecieron al mismo tiempo. Poco después, llegaron las PC desarrolladas por IBM, con el diferencial de arquitectura abierta, que incentivaron al mercado a producir modelos similares. Sin embargo, cuestan hasta diez veces el valor de uno importado, y la política de reserva de mercado prohibía la importación de equipos si se identificaba uno nacional similar.
Como había numerosos clones en el mercado, los modelos más codiciados tenían prohibida su importación. El altísimo precio practicado en Brasil imposibilitó el acceso, lo que provocó un retraso tecnológico en el país.
Elebra, famosa por fabricar impresoras Emilia, tenía 5.000 empleados. Al igual que Prológica, fue un buen ejemplo del fracaso de la política de tecnología de la información en ese momento. Cuando se agotó la reserva de mercado, sin incentivos ni planes para que la industria brasileña se volviera competitiva, el resultado fue la quiebra de prácticamente todo el sector en Brasil.
Gradualmente, las multinacionales comenzaron a producir aquí y las políticas de incentivos adecuadas permitieron el surgimiento de nuevos jugadores.
La importancia de la tecnología en la competitividad de cualquier empresa, así como de un país, es incuestionable. Perdimos décadas con la política de reserva de mercado, dejando clara la importancia de los incentivos para que la industria brasileña sea verdaderamente competitiva a nivel mundial, sin proteccionismos.
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Fuente: uol.com.br