Investigadores estadounidenses han descubierto cómo usar un cóctel de sustancias para regenerar las patas traseras amputadas de un anfibio.
El animal, la rana africana xenopus laevis, no es capaz de recrear de forma natural sus extremidades como adulto, lo que abre la posibilidad de que estrategias similares puedan ayudar a seres humanos que sufran amputaciones en el futuro.
Por supuesto, este tipo de aplicación médica es todavía un sueño lejano. Aun así, el trabajo coordinado por Michael Levin, del Departamento de Biología de la Universidad de Tufts, demuestra que los científicos dominan cada vez con mayor precisión los detalles del proceso de reconstrucción de partes lesionadas del cuerpo a partir de sus bases bioquímicas.
Incluso si esto no llega tan lejos como para devolver brazos o piernas completos a las personas lesionadas, es probable que el conocimiento sobre este proceso tenga impactos terapéuticos importantes en varias áreas.
Levin y sus colegas describen en detalle los experimentos con hembras de X laevis en un artículo de la revista especializada Science Advances.
La especie ya es objeto de décadas de estudio de laboratorio: una de las primeras pruebas de embarazo para humanos, por ejemplo, se desarrolló con la ayuda de animales. Por tanto, son bien conocidos muchos detalles de su biología, empezando por que pierden la capacidad de regenerarse cuando son adultos, aunque consiguen realizar este tipo de proezas cuando aún son renacuajos.
Estudios con otros animales y con el cultivo de células y tejidos ya habían apuntado algunas moléculas que parecen funcionar como señales clave de regeneración en el organismo.
Al mismo tiempo, era necesario dosificar el uso de estas sustancias para que el proceso se llevara a cabo de forma controlada, sin que se exagerara la multiplicación de células en el sitio lesionado, algo que incluso podría generar tumores, por ejemplo.
Para evitar esto, los investigadores usaron un pequeño dispositivo que llamaron BioDome, básicamente una pequeña taza que contiene un gel que contiene moléculas derivadas de la seda. El aparato sirve como sistema para la liberación gradual del cóctel de regeneración, añadido al gel.
En los anfibios a los que se les amputó quirúrgicamente la mitad de una de sus patas traseras, el muñón de la extremidad se insertó en el BioDome y se dejó allí durante 24 horas.
El gel tenía cinco componentes: hormona de crecimiento, un factor que favorece la multiplicación de las células nerviosas, una molécula que reduce los procesos inflamatorios, otra que evita que la herida se convierta en una simple cicatriz y, por último, un compuesto químicamente similar a la vitamina A e importante para la formación de los miembros durante el proceso embrionario.
Después del baño de gel BioDome, las hembras de X laevis regresaron a los tanques donde se estaban creando hasta ese momento y fueron monitoreados durante más de un año.
Además del grupo que recibió el tratamiento completo, los científicos también siguieron animales que recibieron solo el BioDome, sin el cóctel de sustancias regeneradoras, y otro grupo que solo fue amputado. Todas las intervenciones se realizaron con anestesia total de los animales.
En este último caso, solo hubo la formación de una cicatriz en los animales. Solo el uso de BioDome parece haber tenido algún efecto positivo, lo que llevó a una ligera regeneración de la pata. Pero el primer grupo, cuyo muñón de la pata se sumergió en el cóctel durante 24 horas, pasó por un proceso de regeneración continuo y prolongado, con efectos que continuaron apareciendo incluso 18 meses después de la amputación.
La pata volvió a una dimensión muy cercana a su forma original, incluida la formación de extensiones que se asemejaban a dedos (aunque sin la funcionalidad original).
Las ranas pudieron moverse normalmente en el agua usando sus extremidades renacidas. El análisis de la activación de genes en el sitio regenerado mostró que los mismos tramos de ADN importantes para el desarrollo embrionario estaban funcionando en los animales adultos.
«Los animales adultos todavía tienen la información [genética] necesitaban para crear las estructuras de sus cuerpos», explicó Levin en un comunicado emitido por la Universidad de Tufts. El estímulo de 24 horas habría sido suficiente para «despertar» este programa de desarrollo innato. «Nuestro próximo paso es probar cómo este tratamiento podría aplicarse a los mamíferos».
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Fuente: uol.com.br