-Parece una contradicción, pero después de un intento de un acto de altísima violencia política, la dirección necesariamente tiene que moderarse un tiempo, pero será breve. La violencia política marca un límite a la retórica y, desde hace 14 años, cuando estalló la crisis con el campo, hasta hoy, la política argentina se ha movido en ascensores de muy alta polarización, como en otros países latinoamericanos. Todo esto está relacionado con profundas estructuras políticas que fueron exacerbadas por las redes sociales y la fragmentación de la comunicación. Creo que la salida a esta grieta retórica es, por ejemplo, recuperar el papel tradicional de los medios. Parte de la fragmentación tiene que ver con la pérdida de estos medios del pasado, en los que la gran cantidad de públicos se reunían y recibían información a través de esos medios masivos que buscaban ser justos, porque tenían que contener una audiencia amplia y no podían darse el lujo de ser muy partidista. Todo estaba perdido; todo estaba fragmentado. Internet, primero, y las redes sociales, después, crearon una nueva balcanización de los públicos, en una lógica más cerrada, de grupos más reducidos y de lealtad por contradicciones. Todo esto es un fenómeno profundo y estructural que tiene que ver con cómo es la política contemporánea, y eso no va a cambiar. Pero la violencia política es el límite, donde está claro qué hay dentro y qué hay fuera y dónde la gran mayoría del sistema político elegiría estar dentro. Por eso vimos a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, los radicales, la gran mayoría de la oposición, así como el gran grupo oficialista y heterogéneo, con gobernadores, sindicalistas y el resto de los líderes detrás de la lucha contra la violencia. eslogan, solidario con Cristina. Hay moderaciones. Demarca quién está adentro y quién está afuera. Amalia Granata se sale de esta y se margina mandándose con un discurso diferente. Insisto en que esta moderación es temporal, porque la política se reordenará en sus cánones polarizados.
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