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¿La caída del Muro de Cuba? – Titulares

Son numerosas las razones objetivas que explican la población actual de Cuba. Pero muchos de ellos habían estado en la isla desde antes de la pandemia, el actual desastre de la zafra o la desaparición del turismo por la peste. Estuvieron allí cuando Fidel Castro aún vivía y el régimen incluso los reconoció en sus discursos. El sistema no funcionó.

Esta crisis es el proyecto de ley para el balbuceo del gobierno cubano por un cambio que terminó siendo pasteurizado por un la gerontocracia, ambos atornillados al discurso de la Guerra Fría Qué fortificado con un anticastrismo internacional ciego.

Los líderes de la isla comunista han admirado durante años a sus colegas chinos y vietnamitas que reformaron consolidando sus economías, lo que explica la estabilidad política de esos países, incluso fuera de sus sistemas represivos. Pero la «adecuación» cubana, como se llamó allí la versión local de la inauguración, se alejó de esos modelos, salvo en algunas proclamas.

Se modificó la Constitución, se incluyó la propiedad privada y la quiebra de las empresas públicas si no lograban eficiencia. Pero todo estaba zigzagueando. Cuba deja lo que fue sin ser lo que quiere. Antonio Gramsci, por citar a un gran intelectual de ese pueblo, enseñó que lo que define una crisis es cuando lo viejo muere y lo nuevo aún no nace. En medio de ese pasaje, entre no ser una cosa y no ser la siguiente, solo habitan en el desove.

.Cuba, y es solo un ejemplo, tiene más de 6,7 millones de hectáreas de tierra cultivable, pero son en gran parte improductivos, de modo que el país importa el 80% de sus alimentos, desperdiciando miles de millones de dólares anuales. Plata que no hay.

La pandemia destruyó el negocio del turismo, principal recurso de la isla. Ese sector ya había sido golpeado por la exuberante ofensiva contra La Habana del gobierno de Donald Trump que desintegró las esperanzas de una incipiente clase media que había nacido con el deshielo.

La economía se contrajo 11% el año pasado, un nivel sin precedentes desde 1993, cuando el país estaba en el llamado «período especial», en ruinas después del colapso de su principal patrocinador, la Unión Soviética. Con las inversiones extranjeras detenidas, las norteamericanas y las del resto por Covid, el régimen cubano instó a fondos. desafió la plaga reabriendo a fines del año pasado, en noviembre, el sector turístico.

El virus

Para sostener esta apuesta, desvió cuotas de un presupuesto nacional ya reducido, lo que puede explicar la dificultad para hacer frente a la enfermedad que ha mostrado su famosa estructura de salud pública y colapso energético. Los datos oficiales de la nomenklatura indican que en 2020 había 12 mil infectados, pero en lo que va de año la cifra ha aumentado a más de 230 mil. Las muertes también se multiplicaron por diez.

Matanzas, uno de los focos de esta rebelión, tiene la mitad de esos casos. Está la playa de Varadero, uno de los corazones centrales y más famosos de la estructura turística cubana. Por eso en las protestas, que el régimen prefirió conectar con el «imperialismo», hay legiones de jóvenes de izquierda autodefinidos que exigen un cambio y repudian a un estado que abandonó a su pueblo.

Los «boinas negras» y detrás de ellos civiles armados con palos y hierros. Foto AFP

Uno de esos detenidos es Frank García Hernández, un comunista que trabaja para la televisión chavista y fue el organizador de un evento académico sobre León Trotsky en mayo de 2019. No era el único con esos perfiles.

Es un escenario que se asemeja a los levantamientos en el norte de África, de la Primavera Árabe, hace una década. En esos hechos, los tunecinos, egipcios, libios o sirios, entre otros, se vieron abrumados porr el enorme aumento del precio de los cereales alimentarios Debido a la crisis global de 2008, exigieron una solución a sus dictaduras.

Inicialmente no buscaron derrocar dictaduras, sino que solo recibieron malos tratos y balas. La furia se multiplicó y la conclusión fue la caída en cadena y en cuestión de días de varias de esas tiranías de décadas. No es casualidad que el presidente cubano Miguel Diáz-Canel haya revertido su extravagante discurso del domingo que desató una represión inaceptable, que provocó la renuncia de su viceministro del Interior y que ahora dice tardíamente que reconoce la justicia de algunos reclamos en el protestas.

Bloqueo

El argumento del bloqueo norteamericano para explicar las calamidades actuales El propio Raúl Castro lo cuestionó. En un discurso ante el Parlamento en diciembre de 2010, el hermano de Fidel relató una anécdota llena de ironía sobre el abuso de ese argumento.

Un diplomático vietnamita, dijo, se reunió con un colega del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. “Él le dijo: ‘¿Cómo es que tú, que nos enseñaste a cultivar café, ahora compras nuestro café?’ No sé qué habrá contestado el compañero cubano. Seguro que dijo, ‘y … el bloqueo’.

El más joven de los Castro fue el principal impulsor de la apertura económica del país. «O rectificamos o nos hundimos», sostuvo. No estaba solo. Fidel, cuando aún gobernaba, declaró que «serían los cubanos y no los gusanos (el desprecio de la diáspora en Miami) quienes acabarían con la Revolución.

Un comentario que extendió más de una década y media después a un periodista europeo que reconoció que «El modelo no sirve ni a los propios cubanos». Fidel percibió que el Muro de Berlín también se derrumbaba en la mayor de las Antillas. «Estamos marchando hacia un cambio total en nuestra sociedad», dijo a Ignacio Ramonet en un conocido libro de reportajes, en 2006.

El proyecto de Raúl Castro era modelar Cuba en el formato decidido por el Partido Comunista de Vietnam en su sexto congreso en 1989. Esa cumbre rompió el sistema de colectivización forzada y estímulos morales que había impuesto el presidente Le Duan tras la reunificación de la península. Llegaron a proclamar que la socialización no debía eliminar el desarrollo individual que, de todos modos, seguía existiendo incluso en los márgenes, o la ilegalidad si se reprimía.

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel con Raúl Castro.  Foto AFP

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel con Raúl Castro. Foto AFP

Ellos decidieron abandonar la «mercadoofobia» y el paternalismo y garantizar todas las formas de propiedad al asociarse con cualquier organización mundial, incluidos el Banco Mundial y el FMI. Una pequeña China imitando «hacerse rico es maravilloso» de Deng Xiao Ping.

Detrás de la noción de que el éxito económico podría garantizar el control político, Castro abrazó a Barack Obama y confió en el Papa Francisco para la Iglesia Católica, muy respetado por los cubanos, para ayudar a canalizar los costos sociales que traería la transformación.

Los cambios

El colapso de la fusión sepultó ese proyecto. Pero los cubanos tampoco estaban a tono. El congreso de reforma del PC de la isla, también el sexto, había tardado once años en realizarse y cuando sucedió, en 2011, los cambios proclamados habían sido mucho más moderados que los impuestos en Asia. Si los ancianos en Vietnam fueran condecorados, elogiados y enviados a casa, en Cuba la gerontocracia esquemática siguió dominando hasta que las cosas, como vemos, se salieron de control.

Junto con la reapertura del turismo, en una huida urgente y desordenada hacia el capitalismo, el régimen el pasado mes de enero impuso un severo plan de ajuste que unificaba las dos monedas que existían en el país, el peso y el peso convertible. Esa medida desencadenó una devaluación que algunos analistas calculado al 2.400% frente al dólar.

.El billete de América del Norte saltó de la banda de 30 pesos promedio a más de 70 y se descuenta que llegará a cien si no lo ha hecho ya con esta crisis. Esta es una información fundamental para comprender el trasfondo de esta conmoción que desborda la capacidad de maniobra de Díaz-Canel, a quien Raúl Castro transfirió el poder de la presidencia principal del Partido Comunista el pasado mes de abril.

Raúl Castro, en abril, cuando renunció a la dirección del Partido Comunista y se retiró. Foto Xinhua

Ese gesto fue en medio del ajuste. Había dos signos, su retiro y la ortodoxia económica en marcha, un intento de mejorar el entorno empresarial bajo el supuesto de que la nueva administración de Joe Biden reconstruiría los puentes que Trump había derrumbado.

Mientras tanto, el Estado intentó mantener el tipo de cambio en 24 pesos por dólar, pero como es un precio de fantasía, gradualmente dejé de ofrecerlo incluso en el aeropuerto, donde se podía comprar el billete americano o el euro antes de viajar. Los cubanos buscan divisas porque en las tiendas MLC, cambio libre, hay necesidades básicas que no están disponibles en las tiendas en pesos.

Estos intercambios con dólares se han generalizado en la isla desde 2019, agregando más disrupción a la población que termina atrapada en un creciente mercado negro de billetes y mercancías, una poderosa red que incluso genera importaciones ilegales. Todo a precios imposibles y gente en medio de la pandemia en interminables filas para conseguir algo. «No es una cuestión de libertad de expresión, es una cuestión de hambre», sintetizó elocuentemente el censurado director de teatro Adonis Milan.

Un hombre camina por una calle con baldes de huevos en La Habana. Foto EFE

La región

La rebelión y la crisis que la desencadenó desafían el discurso sobre una Cuba como faro de la “izquierda” regional. La degradación del fenómeno cubano no es un hecho aislado y cuestiona dónde realmente está o ha quedado América Latina en los últimos largos años, si no décadas. La condición de la izquierda se establece con la forma en que se asignan los artículos en el presupuesto. No se alcanza la etiqueta de citar al imperialismo cada dos palabras para justificar todo tipo de excesos. Que gobierna la isla antillana Es una estructura burocrática de estilo soviético., una condición que solo se ha vuelto más aguda. Las otras dictaduras, de Venezuela o Nicaragua, directamente merodear el fascismo. Tampoco queda lo que expresa el socialismo de centro en Chile, ni las poderosas socialdemocracias, una forma clara de capitalismo, que han gobernado Brasil con el PT o Uruguay con el Frente Amplio.

Fidel Castro y Raúl Castro, en 1978. AFP Photo

Tampoco el gobierno de López Obrador en México o el de Argentina de la KY hay que investigar si Evo Morales era de izquierda en Bolivia cuando negoció con los productores agrícolas de Santa Cruz para ampliar la frontera ganadera y agraria quemando tierras indígenas para generar mayores exportaciones a China. La confusión del significado de las palabras siempre es grave, pero más aún cuando se trata de una forma de oportunismo.
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Fuente: Clarin.com

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