Muchos de los inventos y aparatos que usamos (y la forma en que están reconfigurando la vida de las personas) fueron ideas provocativas que hace 120 o 40 años parecían una locura.
La ciencia ficción no sólo es uno de los géneros literarios más populares sino que, además, está presente en obras que nunca consideraríamos como basadas en la ficción científica. Por ejemplo, en el «Quijote» -en el que aparece un viaje al espacio exterior- o en varios cuentos de Jorge Luis Borges (como «Tlön» -en el que un grupo de sabios inventa otro mundo y convence a la humanidad para que adopte esta realidad paralela-, o «Jardín de senderos que se bifurcan» -en el que se habla de tiempo paralelos que confluyen y se separan, permitiendo que cada persona viva varias vidas en simultani-).
No sólo es un género literario popular sino que convirtió en masivo cuando el cine y las series lo adoptaron como uno de sus favoritos: desde «Guerra de las galaxias» en «Terminator», pasando por «Minority Report» o «Blade Runner «los filmes han acercado la imaginación científica futurista a las grandes audiencias. Nos encanta ver y leer historias que nos proponen imágenes del futuro.
El extraño, lo que desconcierta un observador desprevenido, es que gran parte de las imágenes de futuro que propone la ciencia ficción son negativas: Terminator nos enfrenta a un Apocalipsis de destrucción masiva en manos de las mismas máquinas que el hombre ha creado y Minority Report nos muestra que quiso prevenir el delito condenando al «futuro delincuente» antes de que cometa el hecho lleva no sólo a la contradicción de encarcelar a alguien que (al menos incluso) no cometió el delito sino también a muchas otras arbitrariedades que harían de la sociedad así controlada un lugar peor en el que vivir.
Nos fascina la ciencia ficción porque es un campo especulativo sobre lo que nos podría esperar en un futuro no tan lejano. Pensamos: «quizás los jóvenes de hoy van a vivir en un mundo así».
Y aunque los relatos tienen sesgos negativos, las historias suelen acabar bien: siempre gana el bando de los buenos. Incluso en estos futuros distópicos con máquinas asesinas. Terminator al final acaba siendo un protector de los humanos. Y en la Guerra de las galaxias vencido el lado oscuro de la Fuerza.
Hay ciencia ficción fuera de la ciencia ficción.
Muchos de los inventos y aparatos que hoy usamos (y la forma en que estas máquinas están reconfigurando la vida de las personas) fueron ideas provocativas que hace 120 o 40 años parecían una locura.
Cuando Julio Verne hablaba de un viaje en submarino capaz de recorrer todo el planeta sin salir nunca a la superficie o de volar a la Luna (Y volver indemne) gran parte de los entusiastas de sus historias creían que estas aventuras eran realmente imposibles de conseguir. Cincuenta o ochenta después de que Verne escribiera sus libros ambas epopeyas científicas (y muchas otras que anticipó en sus relatos) se hicieron realidad.
Lo mismo ocurrió con varias apuestas tecnológicas.
A finales de los 70, cuando ya la industria de la computación llevaba tres décadas de desarrollo -aunque casi exclusivamente centrado en la informática de gran escala, para grandes empresas, unidades de investigación en las universidades y organismos estatales- Steve Jobs propuso llevar el ordenador a cada hogar.
Todos, empezando por los gigantes de momento -IBM y Xerox- consideraron que Jobs estaba loco. «¿Para qué necesitará la gente un ordenador?».
Hace 40 años se pensaba así, incluso entre la gente más informada.
Hoy -cuando sabemos que el 65% de los adultos del planeta tiene un ordenador en el bolsillo y un 40% de los humanos tiene al menos 3 o 4 pantallas en su casa- es fácil ver que salvo Steve Jobs el resto se equivocaba en sus predicciones de futuro hace tan sólo 40 años. Pero verlo antes y verlo mejor tiene sus ventajas: Apple -la empresa que fundó Jobs y que fue la pionera en la computación personal- es la empresa más grande del planeta, La más rica y sigue siendo una de las más innovadoras (aunque ya a mucha menor distancia del resto).
En los 40 poca gente (entre los muy pocos que entonces lo leían) podía comprender de qué estaba hablando Borges en «Jardín de senderos que se bifurcan». Recientemente a principios de los 60 algunos expertos en Física Teórica que se dedicaban a la mecánica cuántica empezaron a pensar que el cuento de Borges ofrecía una imagen posible del mundo que ellos estaban investigando.
Ahora, cuando cualquiera tiene abiertas varias pantallas diferentes en su buscador en internet y pasa de un mundo a otro con sólo un clic es más fácil comprender que relata Borges en este cuento.
Cuando la ficción es realmente creativa la realidad acaba dándole la razón.
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Esta nota fué publicada originalmente por Leonardo Herreros en www.rionegro.com.ar el día: 2021-06-19 03:30:00