Emmanuel Macron está muy enojado por el caos organizativo y de seguridad en la final de la Liga de Campeones el sábado pasado en las afueras de París. Según la portavoz del Gobierno, Olivia Grégoire, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, sigue teniendo “toda la confianza del presidente”, pero “su obsesión con él es que sea muy claro y transparente” a la hora de esclarecer lo sucedido.
Varios medios se hicieron eco del enfado presidencial. “Se nota que estaba furioso”, dijo una fuente cercana a Macron a BFM-TV. el semanario satírico Le Canard Enchainé Supo que el jefe de Estado había calificado el espectáculo fuera del estadio como “lamentable”, “vergonzoso” e “indigno de Francia”.
El titular de Gobernación insiste en el fraude y dice que unos billetes válidos fueron copiados 700 veces
Ante la ola de críticas, dentro y fuera del país, Grégoire tuvo que hacer un mea culpa parcial. Reconoció que «las cosas se podrían haber hecho mejor» y habrá que corregirlas en el futuro, pero que no se ha puesto en duda la capacidad de Francia para organizar grandes eventos deportivos. Aún así, dijo que tanto el presidente como el gobierno se sienten «tristes» porque 2.700 aficionados con boletos válidos no pudieron ingresar al estadio. La portavoz habló de una «acumulación de factores» que provocaron el lío, entre ellos una huelga del transporte público. Se negó a comentar sobre el difícil entorno social del municipio de Saint-Denis, para no alimentar la «instrumentalización» política, pero deploró los robos y ataques sufridos por los aficionados. El fiasco de la final de fútbol centró casi todas las preguntas en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros.
Horas después, el ministro Darmanin y la titular de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, comparecieron ante la Comisión de Derecho del Senado para dar explicaciones. El primero es el principal objetivo de los ataques. La oposición y parte de la prensa lo consideran un mentiroso. El periódico liberación ayer dedicó la portada a un fotomontaje que mostraba a Darmanin con una larga nariz de Pinocho. Se le acusa de echar toda la culpa a la afición del Liverpool y de inflar el número de entradas falsas. Solo se detectaron 2.800 billetes falsificados en los torniquetes de acceso, mientras que había hablado de decenas de miles.
Ante la comisión, Darmanin insistió en el fraude masivo (entre un 50% y un 70% de entradas falsas en la primera filtración de aficionados) y dijo que algunas entradas válidas habían sido copiadas más de setecientas veces y vendidas como buenas. El ministro lamentó los incidentes, pidió disculpas y afirmó que la mala imagen dada es «una lesión a nuestro orgullo nacional», pero se mantuvo firme en su línea de defensa, sobre el fraude y sobre la aglomeración de personas por el paro ferroviario urbano RER. -B. Darmanin anunció que los hinchas españoles y británicos que fueron robados podrán presentar una denuncia en sus países. La policía francesa se desplazará a Madrid y Liverpool para facilitar los trámites.
El ministro adelantó que serán sancionados quienes ordenaron el lanzamiento de gases lacrimógenos y gas pimienta, medidas desproporcionadas aunque, según él, comprensibles en una situación que amenazaba con provocar una avalancha humana frente a las vallas.