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La inmigración al Reino Unido suma medio millón de personas pese al Brexit

El Brexit se puede describir de muchas maneras, y una de ellas es una sucesión de trampas en forma de promesas que los conservadores colocan en el bosque de la política y la economía de Gran Bretaña para «cazar» nuevos votantes, y así alargar su estancia. en el poder (para las próximas elecciones se necesitarán catorce años, un ciclo muy largo).

Algunas de estas «trampas» (crecimiento económico, reducción de impuestos, aumento del gasto en sanidad y educación, firma de acuerdos comerciales ventajosos, eliminación de regulaciones, simplificación del comercio…) son simples trocitos de queso para atraer ratones. , o miel y arándanos para seducir a los osos. Pero uno de ellos es un enorme agujero cubierto de vegetación en el que podría caber un elefante: la garantía de reducir la inmigración neta a menos de cien mil personas al año.

La economía necesita más extranjeros para crecer, y la falta de mano de obra es crítica en los servicios

Los datos oficiales publicados ayer muestran que, en los doce meses de junio de 2021 a junio de 2022, esa cifra fue, por el contrario, de 504.000 personas (1,1 millones de llegadas por 600.000 salidas), la más alta de la historia. La reducción de inmigrantes de la Unión Europea a raíz del Brexit se ha visto más que compensada con la llegada de 170.000 ucranianos, 76.000 hongkoneses y decenas de miles de afganos por las circunstancias de esos países, y la concesión de 277.000 visados ​​de estudiante (especialmente de países asiáticos). Los alrededor de 40.000 solicitantes de asilo que han cruzado el Canal de la Mancha en barco constituyen solo una pequeña parte del total, pero son el elemento políticamente más explosivo por la falta de control fronterizo.

“Recuperar la soberanía” y el “control de nuestras leyes y nuestras fronteras” se presentaba como uno de los objetivos fundamentales del Brexit, casi una certeza. Pero la realidad puede ser muy terca. Y seis años y cinco primeros ministros después del referéndum, tres de la salida oficial de la UE y dos de la firma del acuerdo comercial con Bruselas, Gran Bretaña se encuentra con objetivos políticos y económicos tirando de la cuerda en direcciones opuestas, hasta el punto que en cualquier momento se puede romper. Por un lado, la mayoría de los votantes en general (y la gran mayoría de los conservadores) piden menos inmigrantes, pensando, sea cierto o no, que están presionando a los servicios sociales y acaparando las viviendas de alquiler controlado. Pero por otro, son cada vez más imprescindibles, debido a la pirámide demográfica y al envejecimiento de la población, para generar crecimiento económico y cubrir las pensiones. Cuadrar ese círculo ha sido imposible para Cameron, May, Johnson, Truss y Sunak.

Truss, a pesar de sus delirios económicos, fue la más realista y honesta de todas en el tema de la inmigración, reconociendo la realidad de que el Reino Unido necesita más mano de obra, una admisión tóxica debido a la trampa del Brexit. En el propio gabinete, la ministra del Interior, la ultraderechista Suella Braverman, sigue insistiendo en reducir las llegadas a «decenas de miles» al año (una meta ambiciosa dado que ha llegado al medio millón), pero el jefe de Finanzas, Jeremy Hunt, ha sugerido que el país necesita aún más extranjeros. Un millón de personas han abandonado el mercado laboral a consecuencia de la pandemia, y la marcha de los europeos ha creado un hueco considerable en sectores como la hostelería, la agricultura, la restauración y los servicios en general. Los nuevos inmigrantes hacen otras cosas. Pero mientras Canadá se ha propuesto dar la bienvenida a 1,5 millones de extranjeros en los próximos tres años, la política oficial de Londres es todo lo contrario.

Una de cada seis personas en Reino Unido nace en el extranjero (40% de los londinenses), y el 14% son inmigrantes, la misma proporción que en Estados Unidos. A pesar de la reducción neta de ciudadanos de la UE, el número de rumanos ha aumentado un 15 %. El sistema de asilo está completamente colapsado. En el último año se aceptaron 73.000 solicitudes, pero los trámites demoran más de tres años y hay 143.000 casos pendientes. Los lugares donde son internados quienes llegan ilegalmente en lanchas equivalen a prisiones con condiciones higiénicas muy precarias. Como estos establecimientos están desbordados, las autoridades los alojan en hoteles económicos y pensiones en la costa sureste del país, algo que irrita mucho a los nativos.

Reino Unido tiene un sistema de inmigración por puntos, para atraer mano de obra cualificada, y que los británicos ocupen los puestos que dejan vacantes los europeos, algo que no ha sucedido porque les conviene más exigir subsidios sociales. La economía pide más extranjeros, pero el Brexit y la política quieren menos. El cazador ahora descubre que tiene que atravesar el bosque, y está lleno de trampas que él mismo ha tendido.

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