El sistema electoral francés, con mayoría a dos vueltas, es un muro con el que choca siempre el partido de ultraderecha de Marine Le Pen en las elecciones legislativas. Esta vez no será una excepción. Las proyecciones de resultados en la primera vuelta dan al Reagrupamiento Nacional (RN, ex Frente Nacional) poco más del 19% de los votos, pero solo entre 10 y 25 diputados al término de la segunda vuelta, el próximo domingo.
El objetivo de quienes redactaron la Constitución de 1958, en tiempos del general Charles de Gaulle, fue acabar con la inestabilidad crónica de los gobiernos de la Cuarta República (1946-1958). Durante ese período, en el que rigió un sistema altamente proporcional, se sucedieron más de veinte gobiernos. Muchos duraron algunos meses, algunos incluso días. Las crisis fueron constantes por el cambio de alianzas entre los partidos.
De Gaulle quería un sistema que pusiera fin a la inestabilidad crónica de la Cuarta República, en la que los gobiernos duraban meses o, a veces, solo días.
El precio que se ha pagado durante la Quinta República por buscar la estabilidad a toda costa ha sido un régimen muy presidencialista y una exagerada sobrerrepresentación en la Asamblea Nacional del primer partido, que suele ser el que apoya al presidente. Por el contrario, el resto de fuerzas políticas logran un número de diputados en ocasiones muy inferior al apoyo popular obtenido. Esto afecta sobre todo al Reagrupamiento Nacional, que por su filiación ultraderechista se enfrenta en segunda vuelta al «cordón sanitario» puesto por los demás partidos. En la última legislativa sólo contó con ocho diputados, número insuficiente para formar un grupo parlamentario.
Según el sistema actual, se elige un diputado a la Asamblea Nacional por cada uno de los 577 distritos electorales en los que se divide Francia. Hasta ahora funciona como en el Reino Unido. La diferencia es que los británicos celebran solo una vuelta. El escaño en la Cámara de los Comunes lo gana el candidato con más votos, aunque la diferencia sea de sólo un voto con respecto al segundo. En Francia hay dos vueltas, a menos que un candidato obtenga más del 50% de los votos y esos votos representen al menos el 25% de los votantes registrados en el censo. Es decir, si la abstención es mayor al 50%, también se debe realizar una segunda vuelta.
Le Pen ha tenido esta vez la dificultad añadida de la candidatura de la Reconquista, el partido de Éric Zemmour
Lo más habitual es que ninguno llegue a la mitad más uno de los votos y pase a segunda vuelta. En esta participan los dos primeros clasificados y un tercero o cuarto en su caso -muy infrecuente- en el caso de que hayan obtenido el voto de al menos el 12,5% del censo electoral.
El partido de Le Pen ha tenido esta vez la dificultad añadida de la candidatura del partido ultra reconquistador de Éric Zemmour, que ha robado votos al público de extrema derecha.
La propia Marine Le Pen, que obtuvo el 55,4% de los votos en su circunscripción de Pas de Calais, deberá disputar la segunda vuelta por el elevado abstencionismo. Su apoyo es inferior al 25% del censo exigido por ley. Independientemente, su elección parece justificada.