La secuencia es lineal. Los indicadores sociales y las intensas movilizaciones en las calles del área metropolitana se relacionan y explican una de las grandes singularidades que mostró la conformación de la lista de candidatos a diputados nacionales por el Frente de Todos de la provincia de Buenos Aires. El duodécimo lugar asignado al ministro saliente de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, no fue precisamente un premio por su desempeño.
A pesar de que el oficialismo se jacta de la presencia y asistencia del Estado en la agitada primera mitad del mandato, ni Cristina y Máximo Kirchner ni Alberto Fernández consideraron al responsable de una de las áreas más sensibles y demandadas en este contexto crítico. una carta ganadora para exhibir frente a su oferta electoral. Una paradoja rotunda y una admisión elocuente. Otro oficial que no funcionó, aunque la culpa no es (solo) suya.
Así, el Gobierno advierte con preocupación que la tranquilidad social en las calles no está asegurada y se prevé alguna escalada, que supera la tensión característica de las temporadas electorales.
La aprobación de los estatutos -un paso previo a la condición sindical- otorgada ayer por el Ministerio de Trabajo al Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular es un tranquilizador a corto plazo ante problemas más profundos y sin solución a la vista.
El retraso en la toma de posesión de Juan Zabaleta, reemplazo casi seguro de Arroyo, suma incertidumbre y nervios a un escenario lleno de fragilidad. El momento y las decisiones de Fernández son a veces inescrutables (o inexplicables).
Quizás, el balance de la gestión de Arroyo que se está haciendo en estos momentos en la Casa Rosada ha añadido condimentos para la duda a la hora de definirla. Un iluminador hilo conductor une el inicio y el final de la gestión de un técnico (o un científico, según las categorías de Fernández), cuya formación y cualidades personales nadie en el Gobierno cuestiona, como su desempeño.
Los primeros meses de Arroyo estuvieron marcados por el escándalo de la compra con recargos alimentarios para paliar el impacto socioeconómico de la cuarentena en los sectores más vulnerables. El final termina marcado por marchas y algunas protestas violentas, como la toma del muy oficial municipio de Lomas de Zamora.
En la vecindad de Alberto Fernández, reconocen que el ahora candidato no solo tuvo problemas para trasladar sus conocimientos teóricos a la práctica, sino que también tuvo que lidiar sin éxito (y sin armas) con la disputa entre los diferentes sectores del oficialismo que operan. en este área.
La subdivisión del Ministerio de Desarrollo Social, más los intereses contrapuestos y los proyectos políticos en conflicto, existentes en el Frente de Todos y promovidos en la propia cartera, explica la deficiente gestión del ministro saliente. Así como el panorama callejero y los inquietantes indicadores sociales, que durante estas horas volvieron a adquirir protagonismo en la agenda pública. Pero nadie podrá decir que no hubo advertencias. La dilación tiene sus costos y deja lecciones que no siempre se aprenden.
Hace cuatro meses, el líder social kirchnerista Juan Grabois había advertido que se comenzaba a percibir un sentimiento de «decepción» en la base. «No está claro qué dirección está tomando el gobierno», dijo en ese momento.
En esos días comenzó a surgir una disputa por la asignación de recursos asistenciales, que tuvo como contendientes a los movimientos sociales y La Cámpora. Aunque solo el primero lo hizo público y apuntó a la organización kirchnerista exclusivamente extraoficialmente. La discusión pública se centró en el aumento de las partidas destinadas a la Tarjeta Alimentar en detrimento de los fondos destinados a las cooperativas.
En cuanto a lo conceptual y lo políticamente correcto, hubo un debate público sobre las ventajas de la asignación económica sin intermediarios (Alimentar Card) o el aporte de fondos para la creación de empleo. Debajo de la teoría y las buenas intenciones se discutió sobre temas más concretos, que tenían que ver con el poder y la representación de los sectores más desfavorecidos. La Cámpora controla las agencias estatales que manejan la ayuda directa y emplean a sus militantes. Movimientos sociales, cooperativas que benefician a sus representantes. Todo muy claro.
La conformación de la lista porteña es reveladora, una vez más, de la subsistencia y profundidad de esa disputa. El cristianismo colocó a once de los primeros veinte aspirantes. Los movimientos sociales solo uno, en el arriesgado decimosexto lugar. Allí se ubicó Daniel Menéndez, otro funcionario saliente de la administración Arroyo y líder de Barrios de Pie, quien este año se fusionó con el Movimiento Evita.
La relación entre los evasores y los campistas, que alguna vez confluyeron en el espacio Kirchner Unido y Organizado, terminó en «peleas y desorden». El regreso al poder los reorganizó, pero no los volvió a unir. La representación político-social de los beneficiarios de la asistencia y la (consecuente) administración de miles de millones de pesos son motivo suficiente para la disputa. Arroyo nunca tuvo el poder, la legitimidad o los atributos para liderar, ordenar y administrar los recursos humanos y económicos.
La simultaneidad de la aparición de disputas públicas con la circulación de las primeras versiones sobre el deseo del ministro saliente de ser candidato no tiene nada de casual. Tampoco lo es la deriva que ha adquirido la zona desde entonces.
Fuentes de puro albertismo que ya están trabajando en la reorganización del Ministerio de Desarrollo Social coinciden en señalar déficits de gestión que agravaron no solo problemas políticos, sino también otros más concretos, como la inflación indomable, que corroía constantemente el poder adquisitivo de la población. ayuda. estado.
Para ejemplificar los efectos de la mala gestión, mencionan que la virulencia de los reclamos del Polo Obrero y otras organizaciones de izquierda no radica solo en las diferencias que tienen con el gobierno. También hay problemas constantes y de sonido. Estos grupos habrían sido los principales perjudicados en la asignación de planes por demoras, cuya causa sería más ineficacia administrativa que política. En las cercanías de Fernández atribuyen los retrasos al estado de hemiplejía en el que entró la cartera hace unos meses, cuando Arroyo anticipó su deseo de dejar el cargo para ser candidato.
Pero hay muchas otras ineficiencias no imputables al duodécimo candidato a diputado con las que tendrá que lidiar la administración de Zabaleta, si nada impide su nombramiento.
Uno de los grandes recuadros de la zona es el del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap), diseñado para urbanizar esos territorios. El cuerpo está en manos de la dirigente Fernanda Miño, que responde al mediático Grabois. En la actual administración ha acumulado ingresos por unos 45.000 millones de pesos. Sin embargo, a pesar de las urgencias que existen al respecto y las recurrentes reclamaciones expresadas por el amigo pontificio, el nivel de ejecución es pésimo.
Las ineficiencias, las subdivisiones de áreas, las disputas políticas y la acumulación de demandas insatisfechas en un campo donde incluso el propio Gobierno dice que las soluciones no admiten demoras son causas para comprender la suerte de Arroyo así como el clima de tensión creciente en la base. de la pirámide social. Por ahora, la ocupación de cargos por parte de los líderes sociales y la adhesión al partido gobernante brindan contención. ¿La pertenencia tiene sus privilegios?
Sobre esa base debería comenzar la nueva gestión. Las dificultades son muchas, pero el piso desde el que parte no parece demasiado difícil de superar. Aunque no todo dependerá de quién se haga cargo del ministerio. Los funcionarios salientes y el Gobierno todos tienen en las manifestaciones callejeras y en los indicadores sociales de estos días los resultados más palpables de la gestión. Un balance al rojo vivo.
* Por la Nación
Fuente: diariocordoba.com.ar