Las confesiones secretas del “Rey de la Noche”
La causa por su impactante asesinato, ocurrido en abril de 1994, aún guarda detalles
nunca antes revelados. Uno de ellos era un manuscrito de su psiquiatra, Roberto Abalo, al que Clarín
accedió. Su última
sesión antes de ser baleado, sus negocios, sus miedos y sus deseos.
La “epicrisis” escrita de puño y letra por el doctor Gustavo Berro, certificando la muerte de
Armentano a las 16.10 del 22 de abril de 1994 en el Hospital Fernández.
Virginia Messi
Una tarde a finales de julio de 1993, el analista examinaba junto al fuego del hogar los elementos de la
sesión del paciente que acababa de atender, cuando interrumpió bruscamente esa meditación su asistente y
le avisó que
tenía un llamado urgente: “Coppola quiere hablar con usted”, le dijo.
Analista: Hola Guille, ¿qué pasa?
​Coppola: Hola Rober, ¿cómo andás?
Disculpame que te moleste, ando con un problema grande con Poli, creo que el único que puede hacerlo
zafar sos vos.
Analista: ¿Zafar de qué? ¿Qué le pasa a Poli?
Coppola: Mirá Rober, Poli cree que se contagió SIDA en el último viaje que hicimos
juntos a Miami y está enloquecido. ¡Se quiere matar!
La escena, apenas ficcionalizada, es el comienzo del primer capítulo de un libro nunca publicado del
psiquiatra Roberto Abalo, famoso por haber tenido entre sus pacientes no sólo a Leopoldo Humberto “Poli”
Armentano (36), sino
también a Guillermo Coppola (72) e incluso a Diego
Armando Maradona (60).
Unas 100 páginas tipeadas a máquina luego del crimen de Armentano, ocurrido la madrugada del 20 de abril
de 1994. El manuscrito quedó adjuntado a la causa tras un allanamiento en el consultorio del médico.
Nunca había salido a la
luz… hasta ahora que Clarín lo encontró rastreando el expediente en los archivos del
Poder Judicial de la Nación.
Poli Armentano se había apoderado de la noche porteña con sus dos alfiles: Trumps y El Cielo.
Clarín accedió al expediente 36068 “Armentano, Leopoldo Humberto – Víctima de homicidio”,
conservado en el primer subsuelo del Archivo del Poder Judicial de la Nación.
El capítulo II, titulado “8 de diciembre de 1993”, da cuenta de un Poli activo y entusiasmado por sus
proyectos de empresario exitoso: “Roberto, vengo para cumplir, nada más, y para participar con vos
del
día que tuve: a la mañana las fotos de los personajes del año de la revista Gente y a la tarde firmé
un contrato de sponsorización de Brahma. ¿Te das cuenta? Un palo verde. Y esto es sólo el
inicio”.
También refleja a alguien que soñaba con algo más que la noche: “Una casa y el domingo leer el diario
con pantuflas, mujer e hijos estaban dentro de esos sueños lógicos”, narra Abalo en el libro,
tras una relación
profesional de un año y medio, con intensas tres sesiones por semana.
Pero antes de ahondar en el “paper” del psiquiatra, mejor recordar qué le ocurrió a Armentano en abril de
1994 cuando tenía 36 años y desde sus boliches Trumps y El Cielo era el dueño
indiscutido de la noche porteña.
Su asesinato fue un episodio que las crónicas policiales contaron hasta el cansancio, que la Justicia no
pudo resolver y que ya quedó prescripto: aunque aparezca el asesino y confiese por
televisión nada se puede
hacer penalmente contra él.
La historia de las últimas horas de “Poli” lo coloca la madrugada del miércoles 20 de abril de 1994
primero en el restaurante “El Mirasol» (Posadas y 9 de Julio) con, entre otros, sus amigos Coppola y
Ramón Hernández, secretario
personal del presidente Carlos Menem. Se habló mucho de una discusión
acalorada entre ellos que nunca se pudo demostrar y Coppola siempre negó.
De allí, cerca de las 2 de la madrugada, “Poli” se fue a Trumps con Coppola, se quedó hasta las 4.10 y
partió para su casa en su BMW 320 color rojo que solía dejar estacionado en la cochera 29 del cuarto
piso
de
un edificio del Automóvil Club Argentino (ACA), sobre la calle Godoy Cruz al 3100, a metros de Demaría.
Armentano comenzó a caminar rumbo a su departamento (Demaría 4719), pero una media cuadra antes de llegar
alguien le pegó un tiro en la cabeza con un revólver calibre 38. No le sacó ni su reloj
de mil dólares ni
su
celular y escapó. “Poli” llegó hasta la puerta del edificio, pero por más que intentaba meter la llave
en la cerradura su cerebro ya estaba severamente dañado.
El dueño del quiosco de diarios de la cuadra lo vio, aunque lo confundió con un borracho. Recién una hora
después, cerca de las 6, el portero del edificio le abrió. “Poli” corrió y se atrincheró en el ascensor.
No quería
que nadie lo tocara.
Armentano de un lado y Guillermo Vilas del otro, anfitriones del tenista sueco Björn Borg y su
esposa de ese entonces, Patricia Östfeldt.
Coppola, Armentano y una pieza clave del poder político de la década: Ramón Hernández, secretario
privado del presidente Carlos Menem.
Cuando llegaron los médicos de emergencias, trepó desesperado los cinco pisos que lo separaban de su
departamento. Allí se desplomó, confundido.
El “Rey de la Noche”, como lo llamaban, fue finalmente llevado al Hospital
Fernández a las 7.10 de la mañana. Pero no hubo nada que hacer, murió a las 16.10 del viernes 22 de
abril de 1994.
Pasaron 27 años del crimen.
Pistas e impunidad
Unos 10 millones de argentinos aún no habían nacido cuando el caso estalló y se convirtió en uno de los
homicidios más emblemáticos de los ’90. Cada detalle, cada pista se amplificaba de inmediato en diarios,
revistas,
televisión, radio.
Hubo muchos sospechosos, muchas teorías. Incluso una que decía que habían cambiado el plomo de la bala
para truncar la investigación. Hasta se corrió la bola de que Armentano trabajaba como informante de la
DEA norteamericana.
Armentano y sus empleados en la barra de Trumps, el icónico boliche ubicado en Bulnes y Libertador.
También era dueño de El Cielo, en Punta Carrasco.
Entre muchos otros apuntados estuvo el empresario de la noche Daniel
Bellini, dueño de Pinar de Rocha,
quien años después fuera sentenciado a 15 años de prisión por matar a su pareja, la bailarina Morena
Pearson.
Cualquier hipótesis que diera vueltas terminaba en la prensa. Desde maridos celosos a una antigua
discusión con Carlitos Menem Junior y, sobre todo, a Guillermo Coppola, por razones
nunca demasiado claras. Coppola debió declarar nueve horas, el 18 de mayo de 1994, pocos días después
del crimen.
En las ideas y venidas del caso, en el año 1999 Coppola fue señalado como autor intelectual del crimen
por Roberto Schlagel, en aquella época preso por armar causas desde su puesto de secretario del Juzgado
Federal de Dolores.
Con el tiempo, todos los imputados fueron sobreseídos uno a uno. Los últimos -entre
ellos Coppola- quedaron fuera de todo reproche judicial en un fallo firmado el 15 de mayo de 2008 por la
jueza Mirta López. En
esa misma resolución se ordenó el archivo de la causa.
Coppola, como denominador común de dos mundos: el fútbol (Víctor Hugo Morales) y la noche (Poli
Armentano)
Como el primer juez de la investigación, Francisco Trovato, había tenido que renunciar por escándalos
varios (incluso terminó preso, condenado por cobrar coimas), el caso rodó y rodó por unos 20
jueces
subrogantes.
El homicidio de “Poli” quedó impune. Los misterios quedaron intactos, al igual que los
rumores y gran variedad de pistas inconclusas. Un resumen de todo es el libro inédito del psiquiatra
Abalo que encontró
Clarín perdido en el último cuerpo de la causa.
En el archivo de papel, los bultos de la causa Armentano están colocados como libros en una biblioteca.
Son cinco en total y van del número 61 al 65.
La causa N° 36.068/94 “Armentano, Leopoldo Humberto/Víctima de homicidio” es una más dentro de
las miles que van de piso a techo en el pasillo 4 del primer subsuelo del archivo penal del Poder
Judicial de la Nación
(Hipólito
Yrigoyen 2041).
Fotos de “Poli” vivo, fotos de “Poli” muerto, hipótesis descabelladas y otras más creíbles, conexiones
políticas y hasta conexiones judiciales con otras causas. Todo está foliado en una investigación
que nunca
llegó a la verdad.
En la causa incluso quedaron huellas de cómo el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo,
pidió copias de lo actuado para anexarla al expediente de la muerte de Carlitos Menem Junior (1995).
También figura cómo, en el trascurso del proceso, el caso se intentó linkear con la muerte de la
secretaria de Emir Yoma, Lourdes Di Natale, quien en 2003 cayó de una ventana en el edificio en el que
vivía en el barrio porteño de
Palermo. Ella era la mano derecha del ex asesor de Carlos Menem y una testigo clave en la causa por la
venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia.
Meter la cabeza dentro de la causa Armentano es viajar con la memoria a los ’90, a la fiesta
menemista en la que los boliches de Armentano, El Cielo y Trumps, marcaban el estatus
dentro de la noche porteña.
A Armentano lo llamaban el “Rey de la Noche”. “Le gustaban las mujeres de otros
señores”, como define el psiquiatra Abalo. “Era un gallego laburador” y en su afán de
progresar había contraído
deudas y aceptado dinero de gente peligrosa.
Los miedos de “Poli”
“Poli sufría un complejo de petiso, pero también era rugbier y tenía esa cosa prepotente de los
rugbiers. Estaba enfermo, de hepatitis C, pero se perseguía con que había contraído SIDA,
aunque no era
así”, cuenta el psiquiatra a Clarín, tras el hallazgo de su libro en los archivos
judiciales.
Abalo, que tuvo su última sesión con “Poli” hasta las 23 del martes 19 de abril -pocas horas antes de que
lo mataran-, cuenta en su manuscrito algunos complejos de Armentano, sus temores, fobias y hasta
detalles de sus negocios.
Incluso desarrolla su propia hipótesis sobre el móvil del homicidio, una conjetura que comparte con gran
parte del antiguo entorno de la víctima.
Armentano, en Trumps: “Le gustaban las mujeres de otros señores”, describió su psiquiatra,
Roberto Abalo.
Con Carolina, su última pareja, según su entorno más cercano. Antes había salido con una chica
llamada Florencia Berazategui.
Aunque hubo muchas líneas de investigación, con la causa ya prescripta, los más cercanos a “Poli” siguen
creyendo que el crimen fue cometido por dos ex penitenciarios cordobeses que fueron
contratados por un
narco,
preso primero en Londres y luego en Estados Unidos.
El móvil: recuperar el dinero invertido en el restaurante Amapola, ubicado en Bulnes y Cabello (cerca de
Trumps), con el que “Poli” fracasó.
“Todo esto nos lo contó Pilu, un testigo que se contactó con Coppola. Él estuvo en el auto con esos dos
ex penitenciarios cuando bromeaban “vamos matar a un gil, lo mandamos al Cielo y lo
festejamos en Trumps”. Todo lo cuento en el libro”, recuerda Abalo.
El original del libro, efectivamente, desarrolla esta hipótesis. Los manuscritos fueron secuestrados por
el juez de Instrucción Raúl Irigoyen en mayo de 1998 durante un allanamiento que realizó en el
consultorio buscando
pistas sobre el homicidio de Armentano.
Así, las casi 100 páginas terminaron formando parte del cuerpo 35 de la causa (el último), unas 7.000
páginas ya olvidadas hace más de una década. El libro de Abalo no tiene desperdicio y tal vez por eso
fue incorporado
entre
fojas 6939 y 7027.
La última sesión
El psiquiatra Abalo, que luego de la muerte de Armentano intentó ayudar en la investigación, no solo pone
las manos en el fuego por Coppola, sino que aun hoy cree firmemente que a su paciente lo mandó a
“apretar” el narco que le había dado plata para abrir el restaurante Amapola y que a los
ejecutores “se les fue la mano o se les escapó el tiro”.
En la última sesión de análisis -que terminó delante de la chimenea sobre las 23 del miércoles 19 de
abril-, Armentano confesó uno de sus miedos. Según el libro del psiquiatra, el diálogo fue el siguiente:
Armentano: ¿Sabés, Rober? Sólo me asusta que por envidia me quieran complicar en
algo feo, para joderme…
Analista: ¿Como qué Poli?
Armentano: No sé. Como que dejo estacionado el BM por ahí, que me metan un kilo de
“merca” en el baúl para hacerme pasar por “narco” o algo así… para voltearme.
“La despedida sonriente de Poli en el viejo portón, con un ‘nos vemos el jueves’ se produjo cerca de
las once de la noche. Marchaba a cambiarse para comer con Guillermo y algunos del grupo en la que
sería, sin saberlo, su
última cena”. Así concluye Abalo el capítulo titulado “La última sesión”.
A “Poli” no le plantaron droga -como sí hicieron tiempo después con Coppola-, pero muchos insisten en
que, de una manera u otra, el dinero de la cocaína terminó sellando su suerte. De
acuerdo al manuscrito -que
hoy el
psiquiatra suscribe- la historia que sigue se la contó a él y a Coppola, Alfredo Casaubón, gerente y
amigo de Poli.
“Hacia 1989 Poli estuvo urgido de fondos, un litigio que sostenía con Guido Parissier (dueño de
Hipopótamos y comprador de un porcentaje de las acciones de Trumps) le hacían necesitar una suma
importante de dinero recurriendo
para obtenerlo a un personaje que, siendo cliente de Trumps, era posiblemente un narcotraficante
importante”.
Coppola quedó sobreseído en el caso Armentano en un fallo firmado el 15 de mayo de 2008 por la jueza
Mirta López.
“Poli en ese entonces planeaba instalar un restaurante que fue bautizado como Amapola y donde
teóricamente estaba asociado ese personaje. El mismo fue un fracaso económico”.
Este conflictivo vínculo entre Armentano y y el narco tuvo un episodio clave en Europa durante el Mundial
de Italia ’90. Armentano y Gustavo Leaniz (así se llamaba el “inversor”) quedaron en encontrarse en
Roma,
pero
Leaniz fue detenido antes, en Londres, junto con una modelo que llevaba dos kilos de
cocaína.
“Esto desembocó en una condena de cerca de diez años para Leaniz y, al parecer, la convicción del
mismo de que quien lo habia denunciado era Poli, para evitar pagarle el préstamo”.
​Gran parte del entorno de Armentano aún cree que el contrato para apretar/ matar
a “Poli” vino por ese lado, aunque algunos sostienen que el plan era lastimarlo pero no
matarlo.
En cuanto a la mano de obra, apuntan a los ex penitenciarios cordobeses señalados por el testigo “Pilu”
-amigo de los sospechosos-, que se contactó telefónicamente con Coppola poco después del crimen.
Guillermo también habló de
esto con Abalo.
Carlos Araujo, uno de los detenidos sospechados de haber sido el autor material del crimen. Tiempo
después fue liberado y sobreseído.
“Hola Rober… Todo bien, aunque un poco confundido con algo que está pasando. Desde hace varios días
me está llamando un tipo que no conozco dejándome mensajes en el contestador y hoy por fin hablé con
él. Dice que
tiene datos de los que mataron a Poli”.
Así llegó a la causa el testigo que señaló a los dos penitenciarios. Estos fueron detenidos y procesados
por el juez Francisco Trovato. Pero la Cámara de Apelaciones los dejó en libertad.
Según el testigo “Pilu”, él estaba estaba esperando el colectivo cuando en un auto pasaron estos dos
“amigos” y se ofrecieron a llevarlo. Entonces dijeron la famosa frase “vamos a ajustar a un gil, lo
mandamos al Cielo y
luego vamos a festejar a Trumps”.
Abalo sostiene que “Pilu”, decía la verdad y que todo fracasó por un enorme malentendido, digno de una
causa llevada por un juez como Trovato que, cuando lo fotografiaron bailando con Silvia Süller, dijo a los medios que era “un acto de
servicio” en pos de buscar datos sobre el crimen de
Armentano.
Los restos de Poli estuvieron en una bóveda del cementerio de la Recoleta, luego cremados en la
Chacarita y llevados a Paraguay.
El testimonio del testigo fue desacreditado porque se consideró que Coppola le había pagado para que
declarara de la forma en que lo hizo. Desde el entorno del ex representante de jugadores juran que no es
cierto,
aunque
sí admiten que algo le dieron.
¿Y qué quería el testigo estrella? Una camiseta de la Selección nacional y dos pelotas firmadas por Diego
Armando Maradona. Ahí terminó enterrado el testimonio de “Pilu”.
Y ahí también está enterrado para siempre el caso. Exactamente al fondo del pasillo 4 del primer subsuelo
del Archivo Penal del Poder Judicial, un hermoso edificio a una cuadra del Congreso de la Nación.