Esta noche se publican en Brasil los primeros sondeos para la crucial y tormentosa elección del domingo 30 entre el expresidente de izquierda Lula da Silva y el ultraderechista y actual jefe de Estado Jair Bolsonaro. Se conocerán las proyecciones de las casas demográficas más prestigiosas del país, que gozaron de buena fama internacional, Datafolha e IPEC, que es el viejo Ibope. Sin embargo, la difusión de las encuestas resulta cómica, o dramática para las empresas, cuando personas de todo el planeta se meten las manos en la cabeza por los errores del domingo pasado.
El error esencial y colosal es que en las últimas semanas y especialmente en los últimos días de campaña, como el día anterior, el principal diagnóstico fue que Lula ya estaba ganando, al superar el 50% de los votos, sin realizar una segunda vuelta. .
Hoy comienzan a salir las encuestas de la segunda vuelta en medio de un escándalo planetario por las de la primera
Sin embargo, el resultado atribuido a Lula fue correcto. Se predijo 50%-51%, en algunas encuestas con un margen de error de dos puntos, hacia arriba o hacia abajo. Obtuvo el 48,4%.
El gran problema está en el otro extremo del tablero político brasileño, sin que sea del todo cierto en los titulares que se ven estos días en muchos países que solo Bolsonaro tenía razón. El mandatario reclamó el 60% diario y argumentó que lo contrario significaría que algo «raro» había pasado en el conteo. Con un 43,2%, debe haber sido extremadamente raro.
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Con su habilidad demagógica cambió el discurso y proclamó que había ganado y las encuestas habían perdido, pues anotó siete puntos más de lo esperado y la diferencia con Lula fue de cinco puntos, frente a los 15 anunciados. Hace cuatro años, en la primera vuelta anotó hasta 10 puntos más de lo anunciado. Se ve en ambos procesos que más de una cuarta parte del electorado bolsonarista no es detectado.
Sus ataques a las urnas se han multiplicado. Habla de “Datapovo”, para vincularla al “filho do povo” (hijo del pueblo), como se conoce a Lula. Dice que Datafolha no puede hacer más encuestas. Se trata de diatribas leves, para quienes ha hecho una apología de la violación, el golpe, la dictadura, la violencia con niños homosexuales y el incumplimiento de las normas de la pandemia.
Y ahí radica uno de los problemas. es lo que dice el diario Estado de Sao Paulo llamado «el voto avergonzado». Desde la caída del PSDB de Fernando Henrique Cardoso, presidente en la década de 1990, y cuyos sucesores fracasaron todos, las clases acomodadas se han quedado huérfanas de un candidato presentable. Detestan a Lula por su política redistributiva y lo consideran un ladrón. Solo les queda Bolsonaro, aunque les dé asco, lo que les dificulta decirle la verdad a la encuestadora.
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Los errores también afectan a los candidatos a gobernadores de Bolsonaro en varios estados. En el decisivo São Paulo el balance de las encuestas fue nefasto en ambos niveles. Indica un problema de fondo, más técnico, el de la sobrevaloración del electorado de Lula, más humilde y racialmente discriminado, según apuntan diarios como el británico guardián o el argentino La Nación . Brasil no realiza un censo de población desde 2010. Y esa es la herramienta fundamental para crear una muestra que refleje a la sociedad en su conjunto.