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Los 91 años de Carlos Saura, un cineasta prolífico, exquisito y consecuente con sus ideas

Carlos Saura / Foto: Ramiro Gómez

El destino del cineasta español Carlos Saura, artífice de hitos en la pantalla como «Ana y los lobos» y «Cría cuervos», que mañana cumple 91 años, hubiera sido diferente si la primera parte de su carrera no se hubiera desarrollado durante el franquismo.

Saura evitó un choque frontal con el régimen, por el que su colega Juan Antonio Bardem había sufrido persecución y encarcelamiento -estuvo entre rejas y tuvo que suspender el rodaje de «Calle mayor» (1956) por su militancia comunista- y optó por la camino de la alegoría, la metáfora, el guiño, y abrió así el camino a directores como Jaime de Armiñán, José Luis Borau, Mario Camus y Jaime Chávarri, que tras la muerte del «Caudillo» Francisco Franco supieron hablar de España, de su war Civil y otros elementos de tu historia con herramientas similares a las tuyas.

Creador mayor y prolífico, marcó este camino con una estética muy depurada en la que los fotógrafos que eligió no eran ajenos y respondían a los nombres de Luis Cuadrado, Teo Escamilla, José Luis Alcaine, José Luis López-Linares and Vittorio Storaroentre otros, además de sus propios intereses estéticos, a los que sumó una inquebrantable coherencia ideológica.

Nacido en Huesca, Aragón, en 1932, vivió con su familia en zonas republicanas durante el conflicto, hasta que en 1941 se instaló en Madrid para practicar la fotografía, una de sus actividades favoritas hasta el día de hoy; hasta que a los 29 años creyó que el cine era lo suyo y se matriculó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), donde obtuvo el título de director en 1957 con el cortometraje «Domingo por la tarde» y luego consiguió un trabajo enseñando prácticas escénicas.

Su debut cinematográfico fue con «Los golfos» (1960), un acercamiento a la juventud marginal española con influencias del neorrealismo italiano que, siendo candidata a la Palma de Oro en Cannes, despertó la ira de la censura franquista por mostrar una realidad ajena a los mantones y a las ‘españolas’ el uso, inevitable en una industria presa de la ligereza y el concepto propagandístico.

Fue en ese festival cuando estableció una estrecha amistad con Luis Buñuelquien había lucido la mexicoamericana «La joven», y de quien se declaró ferviente discípulo.

Fragmento «Llorando por un bandido»

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Su segunda película «Llorando por un bandido» (1964), con Francisco Rabal, trataba sobre la vida de un bandido rural perseguido por un campesinado que acaba traicionando, y en la que quería poner a Buñuel como actor en el papel de verdugo. La censura cortó las secuencias en las que aparecía el gran creador y la película pudo estrenarse, aunque sin éxito.

Después de esos contratiempos, continuó trabajando como Profesor de la Escuela Oficial de Cinematografía Y comenzó una etapa de colaboración con el productor Elías Querejeta que duró 16 años desde 1965, cuando dirigió «La caza»una dura alegoría sobre el poder y las clases sociales en su país, que le ofreció su primer Oso de Oro en Berlín como director.

Tráiler «Frappe de menta»

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Fue entonces cuando conoció a Geraldine Chaplin, que acababa de rodar «Doctor Zhivago» y con la que convivió hasta 1979, y a la que protagonizó en «Frappé de menta» (1967), «Estrés, son tres-tres» (1968) y «La madriguera» (1969) – en «El jardín de las delicias» (1979) fue un extra no acreditado – y más tarde en «Ana y los lobos» (1973) y su secuela «El centésimo cumpleaños de mamá» (1979), junto al exiliado argentino Norman Briski.

Mientras tanto, el dúo trabajaba en «Cuervos de reproducción» (1976), con otro exiliado, Héctor Alterio, «Elisa, mi vida» (1977), también con Briski, y «Con los ojos vendados» (1978), películas centradas en lo político, social y psicoanalítico, que en algunos casos contaron con la colaboración en sus guiones de Rafael Azcona y donde el inmediato pasado español afloraba como antes hubiera sido imposible.

Tráiler «Ana y los lobos»

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Sin Geraldine en el elenco, la filmografía de Saura -que en Argentina no se conoce del todo- continuó con «Vamos, vamos» (1981), sobre jóvenes desorientados, y ese mismo año su amistad con el bailaor Antonio Gades le lleva a inaugurar juntos su ciclo flamenco iniciado con «Bodas de sangre» y completado con «Carmen» (1983) y «El mago del amor» (1986).

Otras de sus películas fueron «Horas dulces»con Assumpta Serna, y «Antonieta» (1982), con Isabelle Adjani, «Los zancos» (1984), con Fernando Fernán Gómez, Laura del Sol y Antonio Banderas, «El Dorado» (1988), con Omero Antonutti y Eusebio Poncela, «La noche oscura» (1989), con Juan Diego, «¡Ay Carmela!» (1990), con Carmen Maura y Andrés Pajares, y una vuelta al musical con «Sevillanas» (1992), ya sin Gades.

Tráiler «Date prisa, date prisa»

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Ese año participó como director en un capítulo («El sur») de la teleserie argentina «Cuentos de Borges», junto a varios cineastas españoles y entre ellos el argentino Héctor Olivera, con un reparto formado por Banderas, Peter Boyle, Pastora Vega, Fernando Guilléy los lugareños Hugo Soto, Miguel Dedovich y Gustavo Garzón.

Volvió al cine argumental con «¡Disparo!»con Banderas y Francesca Neri, además «Goya en Burdeos» (1999), con Paco Rabal, y los musicales «Flamenco» (1995), «ibérica» (2005), «fados» (2007), «Flamenca, Flamenca» (2010) y «Jack de Saura» (2016), a los que hay que sumar el híbrido «Tango» (1998), rodada en Argentina, con Miguel Ángel Solá, Cecilia Narova, Juan Carlos Copes y Mía Maestro.

Esos musicales también alternaban con la ficción, como «El séptimo día» (2004), y «La mesa de Buñuel y el rey Salomón» (2007), una aventura surrealista que reunió al director aragonés que fue su maestro, Salvador Dalí y Federico García Lorca, interpretado por El Gran Wyoming, Ernesto Alterio y Adriá Collado.

Su última visita al país fue para filmar «Zonda, folklore argentino», estrenada en 2015 durante la última edición del festival Pantalla Pinamar, en ese balneario. El maestro volvió a seducir con sus espejos móviles, sus encuadres, sus proyecciones dentro de la proyección, sus movimientos de cámara, pero por voluntad propia, los consejos recibidos no alcanzaron a incluir figuras centrales -José Larralde, Nacha Roldán, Teresa Parodi, Ramona Galarza-, a cambio de entronizar a otros surgidos del marketing o provenientes de los márgenes del género.

Tráiler «Flamenco, flamenco»

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En 1997 adaptó su propia novela, «Pájaro»y luego filmó entre otros títulos el musical «Salomé» (2002) y el biodrama «Io, Don Giovanni» (2009, en Italia), las tres desconocidas para estas playas.

En 2021 presentó «El rey de todo el mundo»una ficción con eje en la música y la danza de México y ya en 2022 estrenó el documental “Las paredes hablan”, sobre muralistas urbanos, e inició la preproducción de un largometraje sobre Johann Sebastian Bach.

Ese mismo año Carlos Saura recibió el Goya de Honor a la Trayectoria en la 37 edición de los premios que otorga la Academia Española de Cine, además de otros que recibió: Mención Especial del Festival Internacional de San Sebastián de 1958 por el corto «Cuenca», Oso de Plata al mejor director en Berlín 1966, por «La caza», otro similar en 1968 por «Peppermint frappé», y otras tantas distinciones que se pueden encontrar a través de las plataformas virtuales.

Con información de Telam y otras fuentes de noticias.

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