Hace tres millones de años, Lucy y sus compañeros australopitecinos tuvieron nacimientos tan complejos y arduos como los humanos modernos, trayendo al mundo recién nacidos especialmente vulnerables, según los resultados de una simulación digital.
Se sabe que los nacimientos humanos son difíciles en comparación con los chimpancés, cuyos nacimientos no son un «evento», dijo Pierre Frémondière, autor principal del estudio publicado el miércoles en la revista Communications Biology.
La razón es la forma de la pelvis, que hace que sea peligroso que el feto salga. La única solución para tener éxito en la tarea es tener un cráneo pequeño, lo que ocurre cuando el bebé es un poco prematuro, por lo que el recién nacido es «inmaduro» e incapaz de sobrevivir sin ayuda por más tiempo.
Esta es una particularidad entre los mamíferos que parece estar relacionada con el bipedalismo, la capacidad de caminar sobre dos piernas, que para los primeros humanos representaba una modificación de la pelvis, reduciendo el canal de parto para las hembras.
Para probar esta hipótesis, los científicos volvieron a los australopitecinos, una especie extinta de homínido que vivió en África hace entre 3,2 y 1,8 millones de años.
Este antepasado humano, que se hizo famoso por el descubrimiento en 1974 de un fósil llamado Lucy, era en su mayoría bípedo, pero tenía un cerebro pequeño cuando llegó a la edad adulta.
«Es casi comparable al de un chimpancé, por lo que imaginas seres primitivos con nacimientos simples», dijo a la AFP Frémondière, antropóloga y enfermera de partos de la Universidad de Aix-Marseille.
El especialista y su equipo de investigación realizaron simulaciones con un programa informático utilizado para accidentes automovilísticos, pero adaptado a la «biomecánica» del parto.
El objetivo era calcular la relación entre el tamaño del cráneo de un niño y el diámetro de la cabeza de un adulto en australopitecinos. Este parámetro era desconocido hasta el momento, ya que los paleontólogos solo disponían de fósiles adultos.
Se utilizaron diferentes tamaños de cabezas fetales, correspondientes a cerebros de 110, 145 (cerca del chimpancé) y 180 gramos (como el humano moderno). En cada simulación, el software debe calcular qué dimensión permite una salida viable del canal de parto.
El estudio demostró que solo los cerebros de entre 110 y 145 gramos podían salir sin problemas. “Con la opción más pequeña se calculó una proporción de 28% a 30%, que es muy cercana a la configuración de la Homo sapiens«, dijo el investigador.
Así, los autores asumen que al nacer esta especie tenía un cráneo pequeño en comparación con la etapa adulta. La conclusión, por tanto, es que la inmadurez al nacer ya estaba presente en los australopitecinos y se debe al bipedalismo.
De esta vulnerabilidad deriva la necesidad de cuidar al bebé, protegerlo del frío y de los depredadores. Tal práctica «permitió a los humanos socializar en una etapa temprana» y movilizar funciones cognitivas superiores, lo que condujo a un aumento del tamaño del cerebro a lo largo de la evolución humana.
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Fuente: uol.com.br