Genio loco, dos palabras a menudo combinadas para nombrar una rareza, personas que alcanzan la eminencia pero viven una realidad excéntrica. Van Gogh, Allan Poe, Santos Dumont son ejemplos de mentes creativas a la par que atormentadas, en cuyas biografías prevalece el mito del genio manchado de locura. Pero, de hecho, dentro de ciertas cabezas, ¿existe un camino común al servicio de las grandes habilidades y la locura?
Uno de los esfuerzos pioneros para abordar esta pregunta provino de la psiquiatra Nancy Andreasen, ahora en la Universidad de Iowa. Entrevistó a 30 escritores y 30 personas comunes, para concluir: los escritores realmente eran más creativos y sufrían más trastornos afectivos como la depresión, pero sobre todo bipolar.
Los impulsos creativos surgen cuando existe tensión o asincronía entre los factores que subyacen en el comportamiento humano, sería una buena explicación si no fuera por una gran simplificación y generalización. Las conclusiones de la psiquiatra no deben extenderse a artistas de otras artes, científicos y creativos en las prácticas cotidianas, pues ella se dedicó únicamente a los escritores.
Otra extrapolación a evitar: la evidencia obtenida por el Dr. Andreasen no nos autoriza a afirmar que las personas con enfermedades mentales escriben mejor, o que son más inventivas. Se interpone una alta creatividad y una enfermedad mental excepcionalmente grave, y sólo en circunstancias muy específicas, tan infrecuentes que la ciencia no las alcanza fácilmente.
Además, la depresión y el trastorno bipolar, aunque nublan la percepción de lo real, no son precisamente sinónimos de locura. Por tanto, si queremos analizar la autenticidad de su conexión con la genialidad, vayamos a la esquizofrenia, una enfermedad mental que rompe el contacto con la realidad. Los esquizofrénicos viven en un mundo imaginario, fantástico, un extremo del pensamiento divergente.
Ahora bien, el pensamiento divergente se define como la capacidad de generar múltiples ideas desde diferentes perspectivas. Es un ingrediente de la creatividad, entonces, ¿sería la esquizofrenia una palanca para la creación?
Es bueno recordar que la naturaleza extraña de las experiencias esquizofrénicas está lejos de ser original. Si los esquizofrénicos tienen una u otra característica que favorece el pensamiento divergente, también tienen graves deficiencias cognitivas que sofocan la imaginación productiva.
Pero otras enfermedades que comparten similitudes con la esquizofrenia, pero menos impactantes, obtienen ganancias creativas. Tomemos el ejemplo de Bobby Fischer, para algunos el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos.
El estadounidense James Robert «Bobby» Fischer tuvo una vida fantástica. En 1958, con apenas 14 años, se convirtió en el campeón de ajedrez más joven de su país, en una competencia que ganó siete veces más, todas las cuales jugó. En 1972 venció al soviético Boris Spassky en un juego ambientado en la Guerra Fría, convirtiéndose en campeón mundial, título al que abdicó en 1975. Luego, a la edad de 31 años en el apogeo de su carrera, Fisher desapareció de la vista del público.
La salud mental del gran maestro nunca fue normal. De niño sólo le interesaba el ajedrez, no toleraba las derrotas y sus profesores lo calificaban de antisocial, conductas compatibles con el trastorno del espectro autista. Sin embargo, a medida que fue creciendo y desarrollando cada vez más sus habilidades deportivas, otras actitudes comenzaron a componer el complejo escenario de su existencia.
Fisher hizo demandas extravagantes para jugar y abandonó los torneos prematuramente. Se quejó de que sus oponentes estaban tratando de envenenarlo, insistió en que había micrófonos ocultos en los hoteles donde se hospedaba y temía una bomba soviética durante sus viajes aéreos. Al final de su vida, afirmó ser víctima de una conspiración judía internacional. Síntomas cardinales del trastorno delirante persistente.
Aun sufriendo un franco delirio persecutorio, Fisher jugó a un gran nivel, inventó una modalidad de competición, el ajedrez 960 y creó la versión actual del reloj que está junto a los tableros. Era brillante, creativo y muy inteligente. ¿Es Bobby Fischer el prototipo del genio loco, el arquetipo del delirante que además tiene el don de la clarividencia?
Estos genios extravagantes no son estereotipos en absoluto, son únicos, no típicos. Es posible que hubiera una vía cerebral en Bobby Fischer que diera a su mente tanto su gran competencia ajedrecística como sus pensamientos perturbadores. Sin embargo, el ajedrecista, cuando estaba frente a sus oponentes, logró que esta peculiaridad funcionara solo de una manera, a favor de sus victorias.
Dijo que cada partido demandaba toda su atención y casi el cien por ciento de toda su energía mental, en esas condiciones no se perdía en el delirio. O no lo era en absoluto, alternativamente podría ser un genio a pesar de su enfermedad mental.
De ninguna manera quiero romantizar las enfermedades mentales, condiciones que no traen clarividencia. Y si se aborda, la creatividad reducida no será una consecuencia. Y no espere consistencia de un gran talento.
Referencias:
1. Kaufman SB, Paul ES. Trastornos del espectro de la creatividad y la esquizofrenia en las artes y las ciencias. Psicología frontal. 3 de noviembre de 2014; 5:1145.
2. Acar S, Chen X, Cayirdag N. Esquizofrenia y creatividad: una revisión metaanalítica. Esquizofre Res. 1 de mayo de 2018; 195: 23–31.
3. Fernández-Egea E, Robbins TW. Bobby Fischer y los delirios de un rey de la lógica. Cerebro. 2022 1 de mayo; 145 (5): 1570–3.
4. Andreasen Carolina del Norte. Creatividad y enfermedad mental: tasas de prevalencia en escritores y sus familiares de primer grado. Am J Psiquiatría. 1987 octubre; 144 (10): 1288–92.
5. Simonton DK. Creatividad y psicopatología: la polémica tenaz loco-genio actualizada. Curr Opin Behav Sci. 1 de junio de 2019; 27:17–21.
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Fuente: uol.com.br