Hay una quiero PAÍS (tranquilos, no es un nuevo impuesto al dolar). Es ese anhelo que no se puede expresar por temor a que no suceda, que se perpetúe la maldición que se repite cada cuatro años desde México 86.
Esto es conocido particularmente por aquellos para ese tiempo aun no habian nacido. O que eran demasiado jóvenes para recordar alguna sensación con la que los aficionados más maduros los confrontan hoy en día.
son los «Sub 40», la generación con las ganas contenidasla ilusión renovada y la especialización en «mufa anular» (otra vez, tranquilos, que nadie en esta nota lo dirá).
«Hay un fisura en mi familia. Hay los más grandes, que me dicen’No sabes lo que fue, no sabes vivir un Mundial como lo hicimos nosotros, vimos de todo, Argentina paró por eso. Que nada más importa. SSe agarran la cabeza, se muerden el labio. ¡Me dan ganas! Medios que nos tratan como ‘fans de menor categoría’. Pero me re-banco, los super entiendo. Igual, te puedo decir que si eres hincha, hincha, te sientes igual. Aunque no podemos hablar de eso para evitar la mufa”, le dice a Clarín Ramiro.
Es de Ramos Mejía, nació en mayo del 85 y no recuerda «nada de nada» de esos sentimientos que aparecen en su rostro. Belén Carranza recuerda menos, nació en el 84 y es una de esas fanáticos, fanáticos que se pidieron vacaciones en el banco todo noviembrepoder ver con tranquilidad todo lo que pasa en Qatar.
«Bel» recuerda el Mundial del ’90. De estar con toda la familia, tíos, primos, golpear ollas. “En mi casa somos muy futboleros, vivimos el Mundial con mucha pasión, tenemos muchas ganas. Cada vez es una ilusión y uno piensa que en el próximo ya no se emociona, pero cuando comienza… te vuelve a pasar, mucho«.
En cuanto a emociones comparadas –como ese crack del que habla Ramiro, entre hinchas que si lo vivieron y los que no, señala lo que sintió en Brasil.
“Era increíble esa sensación de que estábamos muy cerca. Vivir una final fue tremendo. Estaba muy nervioso. Pero bueno, se me escapó y pensé ‘ya está’. .. y comenzar todo el proceso expectativas, deseo y deseo«.
Su ilusión es tan renovada -“sobre todo con este Mundial, que lo tenemos que ver con calor, y eso es una sensación extra”-, que se le ocurrió poner una tele en la zona de barbacoa de su casa de los padres, en Moreno, para poder ver los partidos el sábado o el domingo, «mientras hacen el asado». Ya compro todo el cotillón.
“Esto es pasión, si no te pasa no te lo puedo explicar. El Mundial es un mes en el que todo se para. En otros Mundiales tuve que trabajar y no es lo mismo. Viví el amistoso contra Emiratos Árabes como si fuera una final«, marca.
con la camisa puesta
«Ya tengo la camiseta puesta», advirtió Jorgelina Tomasin mientras esperaba al fotógrafo de Clarín en rosario Nacida en Reconquista, casi al otro extremo de la provincia de Santa Fe, ha vivido en La ciudad que vio crecer a Lio Messi.
Pero en la especie de santuario que montó en un rincón de su casa, puso la famosa foto de Diego Maradona sentado en una pelota mientras su hija Dalma le pone margaritas en los calcetines. Con su novia Planean encender una vela. a la hora de ver los partidos desde el debut de este martes.
En la casa del fotógrafo de 31 años animaron a Boca desde pequeños. “Mis hermanos son fanáticos porque mi tío les compró la camiseta con el resto del equipo y las botas cuando eran niños”, explicó. Pero aunque sus hermanos son de Boca, Jorgelina se convirtió en Central cuando se mudó al sur de la provincia a estudiar.
Como no podía ser de otra manera, la primera figura de la Selección que aparece en la memoria de la santafesina es Gabriel Batistuta. “Era un ídolo para muchos niños de allí. El fenómeno Batigol golpeó duramente a la región”, expresó.
Como se autopercibe el rosarino y simpatiza con la Academia, su jugador favorito es Ángel Di María: “Hizo los goles que nos salvaron la vida y el que se llevó el mérito en la Copa América”. Pero está emocionada de ver a Messi «en ese momento épico y hermoso que nos merecemos los argentinos y argentinas».
esperanza renovada
Emilia Fissolo (30) y Mauricio Martínez (31) de Mendoza tienen una esperanza renovada. Viven con su perro, Roma, y ya organizaron la previa del debut argentino, el martes.
“Estamos muy ansiosos, queremos que comience de inmediato. Es la ilusión que genera esta Selección desde el primer díacuando en las Eliminatorias demostraron que juegan a defender la camiseta”, dice Mauricio.
La cábala no tiene nada que ver con los Andes o el Malbec. Debido al horario, van a empezar a ver el partido desde la cama y con una escalonado En el desayuno. “Café, mate, tostadas, huevo revuelto y aguacate”, describe Emilia, quien deberá poner el despertador a las 6. Habrá comida extra por si, como sucede a última hora, llega algún vecino o familiar que no tiene un buen televisor o no se conecta con alta definición.
«Tantas veces» escucharon hablar a sus padres, tíos, primos y abuelos como fue vivir ese deseo cumplido.
“En 1978 (durante la dictadura) nos dijeron que era un festejo encubierto, que había una verdad que no nos contaban y era terrible. Y en 1986 los recuerdos eran de una celebración mucho mayor, ya que teníamos en nuestra selección al mejor jugador del mundo y haber ganado a Inglaterra con ese gol indiscutible también le dio un toque especial por lo que vivían en las islas”, describe Mauricio.
La pareja está de acuerdo en que no hay rivales temidos. “Si queremos ser campeones, tenemos que ganarle a cualquiera que salga adelante”, dicen a coro. Y confiesa que la final soñada es ganar a Brasil, pero «en el fondo» cree que «ganar a los ingleses sería la guinda, y con goles, obviamente, de Messi».
Gonzalo Martínez estuvo año y medio durante México ’86. «No tengo ningún recuerdo de esa Copa del Mundo y todas las expectativas para esta». Por cábala, “para evitar en todo momento referirse a lo que no se debe decir”, va a ver todos los partidos con su mujer y su bebé, Luca. Con nadie más
No ver al menos a uno con sus compañeros es una decisión difícil para él, exjugador de Claypole, Yupanqui y Bolivia Fútbol Club, todos clubes de ascenso, y director técnico de baby soccer de Parque Patricios.
Uno de sus amigos más cercanos del fútbol es Sergio Balestrini, nació en 1985 y dice que vio la Copa del Mundo ’86 «mientras estaba en el sofá con una botella». Pero él se para desde otro lado frente a los fanáticos mayores y los más jóvenes que él, cuando le hablan de sentimientos. “No recuerdo nada, es verdad, pero por el año en que nací, Puedo decir que soy de la generación de campeones del mundo.«.
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Fuente: Titulares.com