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Los turistas vuelven a Rapa Nui

Los habitantes de Rapa Nui, la llamada Isla de Pascua, viven aislados desde que comenzó la pandemia cuando decidieron blindarse del exterior por primera vez. Ochocientos setenta días sin turistas, algo inusual en esta isla polinesia. Pero lo que los salvó de la covid los llevó a su vez a una crisis económica sin precedentes: el 68% de los subsidios arrasan la región. Con el cese del turismo, el sustento del 82% de los rapanuis, han dependido durante dos años de los despidos y el ingenio para sobrevivir. Ese es el riesgo del “monocultivo económico”, apunta Esteve Dot, catedrático de Geografía de la UAB y experto en turismo.

Rapa Nui, una mota verde en la inmensidad del Pacífico, es un oasis natural que año tras año ha acogido a turistas ávidos de descubrir los misterios de los gigantescos moai, “el rostro vivo de nuestros ancestros” en lenguaje popular. “Ahora Rapa Nui está lista para reabrir”, dice el alcalde, Pedro Pablo Edmunds Paoa. Lo hacen, eso sí, “responsablemente”. Este agosto llegarán a la isla dos vuelos semanales (jueves y sábado), cuando antes aterrizaban 16 aviones cada semana. En septiembre se agregará un vuelo los lunes y a fin de mes reevaluarán la situación. Edmunds advierte que «no llegarán a los números previos a la pandemia, cuando el desempleo estaba en el 6%, hasta 2024 o 2025». Un proceso lento que, sin embargo, tiene a la población expectante y ansiosa por acoger a las llegadas.


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Este no ha sido un viaje fácil para los rapanuis. Bajo el mandato de su antecesor, Sebastián Piñera, critica al alcalde, el gobierno central los abandonó a su suerte. Habían intentado abrir fronteras el 3 de febrero, incluso en contra de las políticas de la Administración. Sin embargo, ante la falta de garantías y la lentitud de la vacunación, decidieron esperar, esperando que un nuevo gobierno mostrara más disposición. No estaban equivocados.

“El gobierno de Gabriel Boric nos ha apoyado desde que asumió el cargo en marzo”, dice Edmunds. Antes, los ciudadanos de Isla de Pascua solo podían vacunarse de lunes a jueves, en horarios específicos y solo en los hospitales. “Ahora –dice– se vacunan todos los días y se han habilitado otros equipamientos comunitarios”. Ya han superado el 80% de vacunados, y los mayores están fuera de peligro. “Eran nuestra mayor preocupación, no solo porque son más vulnerables sino porque en ellos está depositada la sabiduría ancestral de la cultura rapanui”, explica la primera autoridad provincial.

Esteve Dot, por su parte, defiende que lugares recónditos como esta isla chilena tienen que buscar la forma de ganar autonomía frente al Gobierno central: «En tiempos de crisis, los pequeños negocios quedan al borde del abismo y dependen casi en su totalidad de la administración estatal». Por ejemplo, propone Dot, a través de la capacidad recaudatoria a través de impuestos como la tasa turística. “Aunque pueda generar impopularidad, es positivo para la región porque permite una cierta caja económica y es una forma de compensar nuestra visita”, explica el académico.


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Otro problema durante el transcurso de esos dos años de prisión fue la falta de suministros. Para garantizar el stock en la isla, Rapa Nui promovió la producción local a través de huertos familiares e invirtió en agricultura. “Ahora las familias han querido quedarse con esas huertas, y las que tienen exceso de producción las regalan o las venden a precio mínimo”, explica Edmunds, quien dice que hacía mucho tiempo, demasiado, desde niño, que no sabía que respiraba ese sentido de comunidad.

También han explorado alternativas a través del reciclaje y son cada vez más conscientes de la importancia de ahorrar energía y recursos naturales. “Las medidas se impulsaron en 2020 y en 2021 ya estamos entrando en una economía circular”, dice.

Ahora el ciudadano puede prescindir de elementos extraños. Dot aplaude el buen hacer de los isleños: “Se trata de encontrar un equilibrio entre el beneficio económico, social y medioambiental, favoreciendo tanto a los proveedores como a la cultura local y al turista”. Un modelo sostenible que se está instaurando en Rapa Nui y que, según el profesor, podría desembocar en “un proyecto integral que capte la atención de los turistas que buscan destinos genuinos y únicos”.


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Edmunds tiene claro que, a pesar de las circunstancias, Rapa Nui se vende sola. Tras intentar describir la singular belleza de la isla –“es ​​indescriptiblemente bella”, justifica–, el alcalde, sonriente y accesible, pregunta a este reportero cuándo piensa visitarla. “Tienes que venir a sentirlo”, dice ella, y sus ojos brillan hacia él. No es solo la belleza natural, es una belleza interior, energética, que te hace vibrar”.

‘Tapu’, filosofía ancestral

El covid no hizo estragos en la isla de Rapa Nui. Se decretó el estado ‘tapu’, un concepto polinesio de autocuidado y protección que los rapanuis han seguido al pie de la letra. Gracias a ello, solo se han registrado siete casos de covid, cifra que ya se ha reducido a cero.

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