El canto colectivo dirigido por León Gieco a guitarra, armónica y voz en «Solo le pido a Dios» puso un emotivo final al concierto, tres horas después de su inicio y con el público de CCK en un estado de exaltación emocional. Foto: Pantalla
Más de cincuenta artistas acompañaron a León Gieco en la noche de este sábado de su 70 cumpleaños, que se celebró con un concierto privado que se llevó a cabo en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner. y esto, transmitido por Televisión Pública, nos permitió recorrer el inmenso universo compositivo del músico nacido en 1951 en Cañada Rosquín.
El canto colectivo dirigido por León Gieco a guitarra, armónica y voz en «Solo le pido a Dios» puso un emotivo final al concierto, tres horas después de su inicio y con el público de CCK en un estado de exaltación emocional.
Particular y única referencia dentro del rock argentino, con la capacidad de unir en líneas comunes el folk americano dylaniano, nuestro canto, notas de la realidad más dolorosa y una poesía que ocasionalmente alcanza cumbres reveladoras, Gieco fue agasajado por un inmenso grupo de artistas, que unieron diferentes trayectorias y caminos.
De queridos amigos como Teresa Parodi, Luis Gurevich y Víctor Heredia, pasando por las nuevas expresiones de Eruca Sativa, Lisandro Aristimuño, Nadia Larcher y Andrés Beewsaert, viejos amigos del road rock como Raúl Porcheto, entre muchos, se conocieron en un encuentro que combinó canciones y conversó. y tuve un concierto y un poco de vida en la televisión.
Malabarista capaz de convertir en canciones la dolorosa crónica de la historia reciente de Argentina, Gieco apareció en el escenario del CCK en jeans, chaqueta, camisa negra con la imagen de Mercedes Sosa y gorra y se sentó en un sillón junto a los pilotos del encuentro., Miki Lusardi y Mex Urtizberea, quienes investigaron distintas anécdotas («Yo estaba hablando con Perón», dijo Gieco sobre la obra de un antiguo teletipo), y motivos y momentos del universo compositivo del autor de «El cerro de la vida».
El escenario del concierto constaba de varios segmentos: a la izquierda, una pequeña orquesta dirigida por Lito Vitale a teclados, violín, violonchelo, guitarra, bajo, batería y clarinete, que acompañaba la mayoría de las canciones; en el centro micrófonos para invitados que pasaran a interpretar un tema del inmenso repertorio (más de 300 canciones) del argentino Dylan; a un lado de los micrófonos, tres sillones con los dos conductores y el músico de honor, y al fondo, a la derecha, una serie de mesas y sillas a modo de barra donde se encontraban los invitados que pasaban a hacer las canciones.
El espectáculo abrió poco después de las 20 horas con Ricardo Mollo entregando una impecable y colérica interpretación de la voz y la guitarra de «Hombres de Hierro», que León, desde el sillón, acompañaba a veces con la armónica.
Esta posición se mantuvo durante la mayor parte de la noche: en algunas canciones Gieco acompañó en la armónica, en otras escuchó y con Víctor Heredia («El cerro de la vida») primero y Teresa Parodi («Cada día un poquito») después, se levantó y se unió a la esquina.
«Si ves a mi padre» con Chizzo Napoli a la voz y Rodolfo Gorosito a la guitarra eléctrica y Raúl Porcheto con Gieco meciendo «Todos los caballos blancos» fueron los platos fuertes al inicio del concierto, que no encadenó una canción tras otra, sino más bien con cierta Delincuencia ganó protagonismo en los presentadores y muchas preguntas para León, que respondió a cada una con amabilidad y templanza.
Otro momento interesante fue la interpretación de Javier Malosetti al bajo y voz de «Cachito, campeón de Corrientes», que tomó de su disco chamamecero para llevarlo al rock & roll.
Posteriormente llegaron Teresa Parodi con Luis Gurevich al piano («Luis fue un bisagra en mi obra», destacó León), Liliana Vitale y Mavi Díaz con «De la misma arcilla» y Juan Carlos Baglieto en un famoso «Natal de Luis». . de la presencia de su hija Johana con Andrés Gimenéz en «Canto en la rama».
Lisandro Aristimuño y Nico Bereciartua hicieron a dos guitarras una hermosa, relajada y luminosa versión de «Río y Mar» y no faltaron los momentos emocionales del público que se plasmaron en la letra de Gieco como en «La memoria». (Bruno Arias + Silvina Moreno + Fena Della Maggiora) y “El ángel de la bicicleta” (Nadia Larcher en voz, Andrés Beeuwsaert en piano).
Al final, todos se sumaron a la canción colectiva «Cultura é o Sorriso» y «Só peço a Deus» y en el medio se supo que Cámpora y Miguel Bonasso estaban enviando un télex al General Perón desde una oficina de Entel que operaba el músico. en sus primeros años en Buenos Aires; o que David Byrne lo visitó en un show con un pastel, su esposa y su suegra, quien se declaró fanática acérrima de Santa Fe.
El resto, el conocido de uno de los inmensos cantautores que dieron el rock y la música popular en las últimas décadas, alguien con una facilidad increíble para llegar a la gente y detenerla a pensar en el mundo o no pensar en nada, su sencillez, su dulzura, su afecto contagioso, caminar por la vida haciendo relaciones y apuestas que florecen en canciones o abrazos.
Fuente: Télam / Pedro Fernández Mouján
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