«En esto usamos un dispositivo que nos permite distinguir las cantidades dadas de las desconocidas, a través de un simbolismo fácil de entender, por ejemplo, representando la primera por consonantes y la segunda por vocales». Así resumió el francés François Viète (1540-1603) su mayor logro en matemáticas, iniciado en 1591 con la publicación de “In Artem Analyticem Isagoge” (“Introducción al arte analítico”).
La convención vocal-consonante duró poco: su compatriota René Descartes (1596-1650) prefirió representar valores conocidos por las primeras letras del alfabeto (a, b, c …) y los desconocidos por las últimas letras ( z, y, x …), y fue esta moda la que se popularizó.
Aun así, la idea de la notación literal —representando números, conocidos o no, mediante letras— sigue siendo un paso fundamental en el desarrollo de las matemáticas, marcando la transición del álgebra medieval a la moderna.
Viète desarrolló su carrera al servicio de los nobles y, más tarde, de los reyes de Francia. Su principal tarea en la corte era descifrar las letras cifradas de los enemigos del monarca. Uno, dirigido al rey de España, reveló una conspiración católica para deponer al rey francés Enrique IV. Su publicación allanó el camino para el cierre de las Guerras de Religión en Francia.
Cuentan que en una ocasión, al final de una fastuosa cena, Viète se jactó ante los embajadores veneciano y español de que llevaba años leyendo sus cartas secretas. Comprensiblemente molestos, los españoles lo acusaron ante la corte papal de utilizar artes mágicas. Pero el Papa, que tenía su propio ejército de espías, no quedó impresionado.
El éxito de la notación de Viète es tal que es difícil explicar por qué fue tan revolucionaria e importante. Una razón bastante obvia es la generalidad: cuando probamos, por ejemplo, que (a + b)dos = eldos + 2ab + bdos, obtenemos un hecho que se aplica a todos los valores de ayb, no solo a números particulares.
Por cierto, esta igualdad descubierta por Viète fue posteriormente estudiada por Blaise Pascal (1623-1662) e Isaac Newton (1643-1727), y llegó a conocerse como el «binomio de Newton». Aquel de quien dijo el poeta portugués Álvaro de Campos: “El binomio de Newton es tan bello como la Venus de Milo. Poca gente se da cuenta ”.
Pero la relevancia de la notación literal va mucho más allá, como veremos la semana que viene.
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Fuente: uol.com.br