Nada sugirió este triste resultado. Fuimos el finalista inesperado, el que fue invitado a un banquete donde eligieron no vernos, con un entrenador fortalecido y jugadores conectados. Y vinimos a tomar un título y olvidarnos de la pesadilla de River. Pero no. Sopa de nuevo. Don Pizzi planeó de manera similar a las últimas etapas del éxito, pero si no priorizaba la posesión podría ser una estrategia «a la Mourinho» y renunciar al arco contrario en una final era un camino hacia el sufrimiento.
Aun así, en ese jueguito por el amor de Dios, Chanca fue un regate de una Maradoneana que, si lo hace, dejará su garganta aplastada en una olla. Y luego dobló con ese premio que fue una patada, Nacho, pruébalo, pero su reloj biológico no pudo hacerlo correr 50 metros y no hacerlo bien de una vez. Y (mal que les pese) fue el más claro de los primeros. ¡Vamos, Don Pizzi, ponga sus cambios mágicos en segundo lugar! Y cuando miramos más allá del área rival, llegó uno de ellos, …
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Fuente: www.ole.com.ar
Esta nota fué publicada originalmente el día: 2021-06-05 02:05:59