Ese personal ahorrará dinero en viajes, almuerzos y socialización, dijeron los economistas, al tiempo que contribuirá menos a la infraestructura de la economía.
«Ese es un gran problema para la economía, ya que ha llevado décadas y siglos construir una infraestructura comercial y económica más amplia que respalde el trabajo cara a cara», dijo el informe.
La idea es que los empleadores pagarían la tasa si no proporcionan un escritorio al personal, mientras que si el trabajador opta por trabajar desde casa, se le cobrarán impuestos por cada día que lo haga.
En Estados Unidos, los estrategas argumentan que el impuesto podría pagar una subvención de 1.500 dólares a los 29 millones de trabajadores que ganan menos de 30.000 dólares al año y no pueden trabajar desde casa.