Así como nadie discute que la persona más poderosa de India o China es un civil, nadie discute que el hombre fuerte de Pakistán nunca ha dejado de ser un militar. De ahí la relevancia del nombramiento, este jueves en Islamabad, del nuevo Jefe del Ejército. Sobre todo, porque se ha producido en un contexto de espada en alto, no sólo entre los partidos paquistaníes, siempre enfrentados, sino también entre el general Qamar Javed Bajwa -que pasa a la reserva la próxima semana- y el líder político más popular del país, ImranJan.
El ex primer ministro, derrocado el pasado mes de abril en una turbulenta moción de censura, no ha podido evitar que su sucesor, Shahbaz Sharif, escogiera de la lista de propuestas al sustituto de Bajwa. El elegido es una apuesta segura, que a Imran Jan no le debe gustar.
Este es el teniente general Said Asim Munir, a quien Jan destituyó como director del servicio de inteligencia (ISI) después de unos meses. El rifirrafe entre las Fuerzas Armadas y Jan -antes muy bien emparejados- comenzó precisamente por la terquedad de Jan a la hora de blindar al exjefe del ISI, cómplice de su ascenso político, o de nombrar a alguien en quien más confiaba.
Islamabad es el aireado centro político del país, construido desde cero para aislar a la clase política de los paquistaníes. Rawalpindi, a apenas veinte kilómetros, alberga no solo el colorido caos típico de Punjab sino también el cuartel general de las Fuerzas Armadas.
Si alguna vez pasó por la mente del general Bajwa una nueva prórroga de su mandato, esta posibilidad se desvaneció con el choque frontal entre su institución e Imran Jan. Hace cuatro semanas, un oscuro atentado fallido -o quizás, un último aviso- contra una marcha de protesta encabezada por Jan terminó con una muerte y varias balas alojadas en la pierna del político, disparadas por dos pistoleros diferentes.
Sin embargo, el excapitán de la selección nacional de críquet no se da por vencido. Aunque la marcha, con la intención de derrocar al Gobierno y forzar elecciones anticipadas, fue suspendida temporalmente y luego se reanudó sin su presencia, Jan ha prometido volver a liderar el tramo final, entre Rawalpindi e Islamabad, este fin de semana.
Aunque el nombramiento de Munir debe ser sancionado por el presidente, Arif Alvi, correligionario de Imran Khan, se considera que lo máximo que se atreverá a hacer, en caso de discrepancia, es retrasar su firma hasta el límite de los 25- día plazo legal. .
Una vez conjurado el peligro de un Afganistán bajo influencia india, las Fuerzas Armadas están dispuestas a renovar su tradicional alianza con Estados Unidos, sin renunciar a los grandes avances en su relación con China, que ha adquirido un carácter estratégico tanto para Islamabad como para Beijing. .